Centelles, la memoria revelada

Por Ángel Domingo.

Tan frágil como un negativo es la memoria. Ambos pueden velarse, condenándonos al olvido. Los recuerdos no tiene por qué ser necesariamente dulces. También pueden amargar hasta revolver la bilis de nuestra conciencia. El fotógrafo Agustí Centelles retrató uno de nuestros episodios más infames, la Guerra Civil. Su testimonio a punto estuvo de perderse. Recuperado su legado gráfico, la vallisoletana sala de exposiciones de San Benito acoge, hasta el próximo 29 de agosto, la primera gran exposición del fotoperiodista: ‘Agustí Centelles, colección particular’.

Conocido como el Capa español, Centelles (El Grao, 1909 – Barcelona, 1985) capturó escenas sangrientas y esperpénticas, como la de los milicianos atrincherados tras cadáveres apilados de caballos, y otras de la vida cotidiana bajo los obuses. Su objetivo atrapó instantes de la Barcelona herida, la sangría del Frente de Aragón y la rutina del campo de refugiados (o de concentración) de Bram (Francia).

La exposición muestra una instantánea que cosquillea en la memoria colectiva por su enorme parecido al eterno beso, inmortalizado por Alfred Eisenstaedt, del marinero y la enfermera en Times Square al acabar la Segunda Guerra Mundial. Una década larga antes, en 1933, el valenciano se coló en la despedida entre Juan García Oliver y su mujer.

Los grandes personajes de la República (Manuel Azaña, Buenaventura Durruti, Federica Montseny, Andrés Nin…) comparten protagonismo con anónimos milicianos, brigadistas internacionales, viudas desconsoladas ante el cuerpo del marido caído en plena calle, ciudadanos guardando resignadas colas de comida, refugiados en las letrinas del campo de concentración… Qué diferente este julio del Mundial a aquel del levantamiento.

Inhabilitado a perpetuidad como fotoperiodista, Centelles se dedicó a la fotografía industrial. Muerto Franco, en 1975, rescató de Carcasona los 9.000 negativos que había escondido de la represión. A ellos se sumaron, en 2008, otras 800 fotografías que sus hijos descubrieron una antigua caja de galletas metálica. En noviembre de 2009 vendieron los negativos del fondo fotográfico histórico al Ministerio de Cultura para su depósito permanente en el Centro Documental de la Memoria Histórica.

Este enorme legado gráfico nos pellizca las retinas en la exposición de Valladolid para que la memoria nunca se vele.

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