Esa extraña pasión por el SOS

Por: José Ramón García Chillerón

Crónica SOS 4.8 del año 2016

SOS
Fotógrafo: Javier Rosa / Fuente: @sos48festival

Para bien y para mal en Murcia el Festival SOS 4.8 se ha convertido en un evento que despierta pasiones encontradas entre sus gentes. Dicen las malas lenguas que la idea del festival fue vendida por unos trileros catalanes a un antiguo Consejero del PP con cierta tendencia a la megalomanía con el único fin de sacar un buen puñado de euros al gobierno de la Comunidad Autónoma. Lo innegable es que el Festival fue presentado a bombo y platillo como una iniciativa concebida por la Consejería de Cultura y que desde su primera edición en el 2008 ha estado sufragado principalmente con dinero público. En el bando de los defensores se afirma que el SOS 4.8 ha puesto a Murcia en el mapa tras años de ostracismo cultural y que ha retribuido grandes beneficios para el sector turístico de la ciudad. Sin embargo, entre estas dos posturas enfrentadas hay toda una escala de grises que las pasiones tienden a disipar en beneficio del blanco o negro de uno u otro bando. Por una parte, sus detractores tienden a olvidar la innegable repercusión que el SOS4.8 ha tenido en el ámbito cultural y turístico para Murcia sobre todo en sus primeras ediciones, cuando es cierto que la ciudad bullía por la elevada afluencia de soseros. Al contrario sus defensores, en muchas ocasiones cegados por la única inquietud musical de conseguir un pase VIP, obvian que quizás el precio a pagar por entrar en el efímero Olimpo de lo cool ha sido demasiado alto y que Murcia no era un páramo cultural tan desolado como ellos pintan; no hemos de olvidar que mucho antes del SOS.48 la Región contaba con auténticos referentes como el Festival de Jazz de San Javier, La Mar de Músicas en Cartagena y el, más modesto pero inagotable, Lemon Pop en Murcia. En cualquier caso, no es mi función resolver esta disputa, sino trasmitir mis impresiones sobre la novena edición del festival que se celebró en Murcia los días 6 y 7 de mayo.

El viernes llegué al recinto de la FICA a las cinco y media para ver a Corizonas, un combo que despierta mi simpatía por varias razones. En primer lugar, la suma de factores que la componen (Arizona Baby+ Los Coronas) me gusta musicalmente por separado y, además, me caen muy bien; en segundo lugar, es una banda que, pese a estar formada por excelentes músicos que demuestran tener muchísimas tablas, no se toma demasiado en serio a sí misma, asumiendo de esta manera su condición de grupo verbenero concebido para hacer que la gente se lo pase bien y se eche unos bailes escuchando surf, country & western, hard rock, canción italiana, folk psicodélico o lo que les apetezca tocar en ese momento. Corizonas son rock´n´roll en la plaza del pueblo y por eso son lo más. Visto en perspectiva, este sería uno de mis conciertos favoritos de esta edición. Fue una lástima que los pusieran tan temprano porque el recinto aún estaba a medio gas, pero por otra parte he de reconocer que cada vez me gustan más los conciertos diurnos en los festivales, así que lo disfruté mucho.

Me pierdo a Spring King, a los que me hubiera gustado escuchar por ver cómo funcionan en directo temas tan enérgicos y resultones como “Rectifier” y “City”, para salir a tomar una, dos o tres cañas en el bar de enfrente del recinto. La razón de esta breve escapada es que los tokens, o lo que es lo mismo la moneda de cambio del festival, supera en valor a la corona noruega y beberse una cerveza de manera legal dentro del recinto es algo que hay que pensarse muy, pero que muy bien. En cualquier caso después me entero de que Spring Kings, unos mancunianos que hacen una suerte de post-punk de tintes garajeros y espíritu nervioso que los emparenta con unos Jesus & Mary chain puestos de speed han hecho un muy buen concierto. ¡Así es la vida del pobre freelance!

Llego al escenario Jägermusic justo para ver el concierto de Baywaves, el nuevo hype del indie español catapultado por los señores de Radio 3. Se trata de un grupo joven que desea facturar pop psicodélico a toda costa, pero en su obsesión por alcanzar el clímax perfecto se pierde en corrientes circulares que los conducen siempre a un mismo sitio del que no hay retorno. Sin duda, estos zagales han escuchado a MGMT , Smith Westerns y Tame Impala, aunque de momento no los han asimilado del todo bien. Además, en mi opinión, estaría bien que añadieran a la ecuación a Black Angels, Night Beats y The UFO Club, por citar algunos bandas psicodélicas contemporáneas que recogen el legado de los seminales 13th Floor Elevators, para hacerla un poco más peligrosa. El resultado es que su propuesta, que ellos autodenominan hipnopop, es tan correcta y se sale tan poco de los márgenes establecidos que aburre bastante. De camino a la actuación de Toundra, a los que les tengo ganas, puedo escuchar un poco a Mew, un grupo danés que pivota entre el dream pop y el art rock con un resultado tan grandilocuente como afectado, que está tocando en el escenario principal. En apenas un par de canciones me doy cuenta de que su música, cuya truco principal reside en envolver con arreglos de tintes épicos unas canciones bastante insubstanciales, me deja muy frio. Sin duda, estos tíos se toman demasiado en serio a sí mismos.

A continuación, Toundra, una banda madrileña de post-rock instrumental que fusiona el shoegaze con el metal progresivo y cuenta con un respaldo crítico unánime, comienza su intenso concierto en el escenario Inside. Sin duda, los madrileños suenan rotundos y sus atmosferas sonoras son tan envolventes que pueden llegar a agobiar a un oyente poco experimentado en su propuesta musical haciendo que se disperse e incluso llegue a desesperarse. Por el contrario, si consigues entrar en su rollo de primeras, escucharlos puede ser una experiencia muy intensa y reveladora, hasta sin haber tomado drogas previamente.

Llegan las nueve y media y con puntualidad británica suben al escenario Estrella de Levante los galeses Manic Street Preachers, eternos secundarios de la escena brit que están desempolvando las canciones de su disco “Everything Must Go” (1996), el cuarto de su carrera y el primero que sacaron tras la extraña desaparición de su guitarrista Richey James Edwards, para hacer caja con la excusa de celebrar el vigésimo aniversario del álbum. Durante la primera parte del concierto desgranan los temas que componen “Everything Must Go” de manera impecable para dedicar el tramo final a algunos hits de otros trabajos entre los que, por una razón meramente sentimental, destacaría “Motorcycle Emptiness” y “You Love Us”, pertenecientes a “Generation Terrorist” (1992), álbum debut del grupo y, aún, hoy mi disco favorito de los Manics.

Love of Lesbian despliegan su habitual fiesta de disfraces y realizan su show circense de rigor disparando todo su arsenal de hits para todos los públicos. Miles de seguidores de los lesbianos se amontonan en el escenario Inside que se convierte en una gran masa de fans de John Boy que corea al unísono todas las palabras que salen de la boca de Santi Balmes. Mientras tanto sus detractores huyen despavoridos hacia el Jägermusic para refrescarse con un mini de cerveza de 3 tokens (9 eurazos, ni más ni menos) antes de ver a Trepàt, pero por alguna extraña razón no hay sitio en el recinto al que no llegue la voz de Santi Balmes así que resulta imposible escapar.

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Amaral / Fotógrafo: Javier Rosa / Fuente: @sos48festival

Entre el post-punk acústico de Trepàt y el tecno-pop fariseo de Chvrches no hay duda. La verdad es que ninguno de los dos es santo de mi devoción, pero prefiero remojar el gaznate a precio de oro escuchando a los granadinos mientras hago tiempo hasta que empiece el concierto de León Benavente. Sin duda, la superbanda liderada por el otrora cantautor intimista Abraham Boba ha encontrado una fórmula que funciona: kilométricas letras que retratan la triste realidad política y social de este país destilando mala leche y sentido del humor, bases rítmicas de krautrock y buenas melodías pop recitadas por Boba con su deje cansino de desencantado crooner posmoderno. Podríamos definir a León Benavente como una simbiosis perfecta entre Schwarz, no en vano Cesar Verdú fue batería de la banda murciana hasta hace nada, y El hombre burbuja, Boba mantiene una relación de profunda amistad con Julio de la Rosa y ha colaborado con él en varias ocasiones. Su directo es demoledor y canciones como “Ser brigada”, “Ánimo valiente” y “Tipo D” se introducen como balas en nuestro cerebro y permanecen allí mucho tiempo después de haberlas escuchado. En definitiva, uno de los mejores conciertos de la jornada del viernes.

La verdad es que el sábado no pudo empezar peor. Es la una y media, luce un sol espléndido en la ciudad de Murcia y Kiko Veneno lleva poco más de un cuarto de hora tocando en el SOS Aperitivos, que erróneamente a mi juicio este año decidió trasladarse del centro de la ciudad al recinto de la FICA, cuando las atronadoras pruebas de sonido de Amaral, inexplicablemente programadas por la organización a la misma hora en un escenario anexo, invaden el espacio sonoro donde se desarrolla el concierto de Veneno. El Maestro, de manera totalmente justificada, se enfada, abandona las tablas y la actuación se cancela. Los murcianos The Meatpies, que habían tocado justo antes de Kiko, ya habían manifestado que debido a las pruebas de sonido del escenario Estrella de Levante apenas se escuchaban entre ellos.

La noche del sábado los que más lo petan son todo grupos del terruño. Nueva Vulcano, una de las bandas más respetadas del underground nacional, defiende con orgullo su último trabajo “Novelería” y aunque el público se muestra un tanto frío hacen un buen concierto. La inmensa bola de ruido de Triángulo de amor bizarro estalla en el Estrella de Levante justo al mismo tiempo que Los Bengala le meten fuego al escenario Jägermusic con su garaje rudimentario y contagiosamente energético, una verdadera lástima no tener el don de la ubicuidad en estos casos. Antes de esta explosiva catarsis por partida doble, que salvó esta novena edición del SOS 4.8, The Libertines, la mítica banda de indie rock victoriano compuesta por esa pareja disfuncional de politoxicómanos entrañables que son Pete Doherty y Carl Barat, se metieron una buena fiesta celebrando su vuelta a los escenarios.

¡Y eso es todo, amigos!

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