La ‘Desconfianza’ de Jorge Marchant Lazcano

IRENE MUÑOZ SERRULLA.

Jorge Marchant Lazcano (Santiago de Chile, 1950) autor de narrativa, teatro, adaptaciones de obras para la televisión… refleja en Desconfianza los últimos años de un grupo de actrices chilenas que se ven, casi, obligadas a pasarlos en una residencia para ancianos puesta en funcionamiento por el sindicato de actores. Unas en mejores circunstancias que otras, pero todas con una suave luz reflejo de lo que su fue su carrera años atrás; y en algunos casos, reflejo de la gloria (real o ficticia) que vivieron en sus años más fructíferos en el teatro.

Marta Bernales y Rosario Huidobro se reencuentran después de muchos años en esta casa para actrices ya de cierta edad, retiradas, soñando con un último papel en algunos casos. Las dos trabajaron juntas en una representación teatral de María Estuardo; Bernales representaba a Isabel I de Inglaterra y Huidobro al personaje que da título a la obra. En aquellos años, la rivalidad entre las divas y la envidia hizo que creciera entre ellas una gran desconfianza, que hoy en día las mantiene alejadas, por mucho que se vean obligadas a vivir bajo el mismo techo.

La enemistad entre ellas dará la esencia a la trama en la que Marchant Lazcano nos lleva del presente al pasado con una facilidad narrativa que nos permitirá entender por qué en el camino final de sus vidas apenas se hablan. Junto a ellas otras grandes actrices, como Sarita Montes y Ofelia Alarcón, sirven al autor para descubrir los trapos sucios de las dos enemigas. Pero también para dejar al descubierto la innegable necesidad que una clase social desfasada siente por proteger su intimidad y no airear cuestiones de ámbito estrictamente privado que podrían convertirse en su tumba social. Como el hecho de que el hijo de una de ellas mantuviera una relación homosexual con un afamado pintor; o que otra prefiriera mantener relaciones libres con los hombres que quisiera sin obligarse al matrimonio (aunque esto fuera visto como ofensivo, para la mujer, por esos propios hombres); abortos; las orientaciones sexuales de unas y otras; y un importante número de cuestiones que ellas creían tener bien protegidas en lo más profundo de su intimidad.

Resulta curioso cómo el autor representa a estas actrices en la recta final de sus vidas con un orgullo y ego exagerados, como cuando estaban en activo; siguen presumiendo de los papeles que llegaron a interpretar en el teatro, o de no haber caído tan bajo como para aparecer en telenovelas, o incluso desprestigian a las nuevas actrices (aunque a ojos de ellas no lo sean) por aceptar ciertos tipos de trabajos. También es interesante como utiliza a dos de las actrices secundarias para marcar papeles de gran importancia en el transcurso de la trama. Ofelia Alarcón, enferma de Alzheimer, representa el espejo en el que ninguna quiere verse reflejada en un mañana quizá muy próximo; Sarita Montes, por su parte, es el canal con el que Marchant busca que Bernales y Huidobro se acerquen a la paz después de tantos años.

Jorge Marchant Lazcano nos sumerge en un mundo que imaginamos libertino y sin corsés, el del teatro y el cine, el de la pintura, el de las artes en general; pero nos ofrece una visión antagónica a esta creencia: desconfianza eterna por querer mantener la privacidad; desconfianza surgida de envidias y trabas; una Desconfianza que nos ofrece una visión de la ancianidad llena de vida y de lucha por defender lo que fue.

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