El universo fantástico de Liliana Bodoc: amar la ambigüedad, la incertidumbre y la otredad.

ANA BELÉN JARA.

A un año del adiós a la escritora argentina Liliana Bodoc, sus palabras continúan generando eco a través de la fantasía histórica de sus cuentos, sus saga y sus novelas. Tal es así que la Editorial Alfaguara anunció recientemente que reeditará este año Memorias Impuras, una de sus obras más relevantes.

Apostando por el fantasy argentino, en una entrevista que realizamos en el 2016, Liliana nos contó sobre su escritura, su trabajo y sus desafíos. La recordamos a través de su reflexión sobre el género fantástico y el éxito de su famosa Saga de los Confines, considerada una de las series de novelas más importantes entre las publicadas en la Argentina en los últimos años.

-¿Por qué literatura fantástica?

-El registro fantástico amplía el horizonte de lo posible, el horizonte de lo verosímil, nos facilita a los escritores y a los lectores, desde luego, un espacio donde ensayar otras posibilidades, que a simple vista nos aparecen como razonables, porque es un escenario donde yo creo poner a prueba, de equivocarse, de volver a empezar. De ninguna manera creo en lo fantástico como en un escapismo, como en una bobada que en nada hace referencia a la realidad, sino insisto como en un espacio de novedad y de posibilidad.

-¿Qué inspiró La Saga de los confines?

-Decidí escribir la Saga de los Confines tiempo después de haber leído y releído a Tolkien, hablo específicamente de El Señor de los Anillos, lectura que me maravilló, que me apasionó, que me dejó pensando. Que me dejó deseosa, sobre todo, de leer una épica fantástica latinoamericana que contara, en criollo, el evento fundacional de esto que somos, del mestizo que somos, que es obviamente la conquista de América. Entonces miré a mi alrededor, no encontré en ese momento algo del estilo, después conocí a Celso Román, un maravilloso escritor colombiano que tenía algo escrito en este punto, algo más relacionado con la Amazonía. Pero bueno en ese momento fue el cruce del amor y del impacto que me provocó la obra de Tolkien, el deseo de que esto se escribiera desde otra filosofía, por qué no decirlo desde otra mirada ideológica, desde otro rincón de la historia.

-¿Cómo describirías a tu público lector?

-Hay niños, pocos pero hay, niños que están impregnados de una necesidad de realismo, ni hablar de los adultos, claro, a los que muchas veces les parece que leer literatura fantástica es perder el tiempo, es leer sobre “cosas que no existen”, dicen. De manera que yo describiría a mi público lector como un público que tenga tolerancia, y casi diría más que tolerancia que tenga amor por la otredad, por la otredad absoluta ¿no? La otredad que propone el monstruo fantástico, que propone el centauro, la sirena, el duende, el hobbit, el Luli. Entonces yo creo que el público, mi público, y en general el público de literatura fantástica, es un público que ama la ambigüedad, la incertidumbre y la otredad.

-¿A qué crees que se debe el auge actual de este género?

-No nos alcanza para tanta vida, para tanta muerte, para tantos miedos, para tantas dudas, no nos alcanza, somos seres humanos y necesitamos el espacio que nos proporciona la fantasía por ejemplo (…). Me parece que junto a la revalorización de las culturas indígenas, hablo de Latinoamérica eh, a las caídas de unos modelos económicos y políticos y al nacimiento de otros, abrazado por todo esto hay un auge de lo fantástico.

-¿Qué lugar tienen niños y jóvenes en éste éxito?

-Mucho, seguramente, porque son los que con más facilidad adoptan la novedad, son los que con más facilidad sueltan, o casi no tienen nada que soltar todavía y porque, además, (…) en líneas generales tienen una apertura mental, una apertura afectiva… la literatura fantástica se comprende mucho con la inteligencia emocional, esta maravillosa inteligencia que recién ahora empezamos a reconocer como valiosa.

Para Liliana, la literatura fantástica fue y será “un campo a donde ensayar otras posibilidades de vivir, de morir, de guerrear, de comer, de hacer el amor, de alucinar, de divertirse”. Cuando escribió la Saga de los Confines, serie que inició hace 19 años, decidió hacerlo en clave fantástica porque le “permitió cambiar el final de la conquista y soñar otra posibilidad para Latinoamérica, y ya bien sabemos que lo que se sueña, lo que se propone, que lo que se dice, que lo que se escribe, trasforma la realidad”. Se soñó, y a sus lectores, hermanados en la ficción, más allá de la realidad individual y a la realidad social, algo que sin duda recordarán sus fans cada vez que regresen a sus relatos.

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