Un andar que no cesa

Un andar que no cesa

Cuadernos de viaje

Ramón Acín

Prólogo de Julio Llamazares

FÓRCOLA

Si la vida es viajar, los viajes son su aliento, un andar y un latir que se alimentan de la capacidad de asombro del viajero, que al fugarse de sí mismo, de lo que conoce y le da seguridad, se adentra en lo distinto, en la incertidumbre, para callejear y perderse sin rumbo y así –una vez desvanecido el cómodo suelo de la costumbre bajo sus pies, y rota la monotonía de lo previsible– encontrarse con lo desconocido y sobre todo encontrase, con nuevos ojos, a sí mismo. Ramón Acín nos ofrece en Un andar que no cesa un conjunto de textos, de carácter fragmentario y netamente autobiográfico, donde más allá del vértigo de la prisa reivindica el carácter terapéutico de todo viaje, bálsamo contra el chauvinismo, la incultura, la nostalgia o la melancolía. En cada uno de estos periplos, «el viajero» se siente y ejerce como tal en muy distintas facetas: con algo de turista curioso, o de simple visitante que da cuenta de lo que ve, pero no renuncia a la aventura; de investigador y ávido lector –que reivindica la lectura de los viajes de papel, desde el sofá de cada cual–; de estudioso que se documenta, explora, certifica; y de narrador y ensayista que termina escribiendo el conjunto de teselas que conforman este acrisolado volumen.

Estos cuadernos de viaje dan fe de sus itinerarios por Sicilia, el VénetoBruselas o Egipto; o proporcionan un relato personal y estremecedor de dos singladuras de carácter bélico, que tienen mucho de conciencia y memoria histórica: uno, a los diversos emplazamientos aragoneses que fueron frente durante la Guerra Civil; otro, a los enclaves principales de la batalla de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. No falta en este libro, lleno de las obsesiones, los gustos y las querencias que motivan a este «viajero accidental», una inmersión literaria por la España vaciada y muchos de sus pueblos deshabitados; así como un pormenorizado rastreo de las huellas del paso de Francisco de Goya por Aragón. El libro se cierra con un hermoso relato sobre sus andanzas por el Somontano de Barbastro y Alquézar. Como diría Marcel Proust, «viajar no es cambiar de paisaje, es cambiar de mirada».

Ramón Acín (Piedrafita de Jaca, Huesca, 1952) es Doctor en Filología por la Universidad de Zaragoza y catedrático de Lengua y Literatura. Escritor y crítico literario, ha desarrollado una amplia labor cultural, liderado programas de promoción de la lectura, participado en seminarios y congresos, dirigido revistas culturales y colecciones literarias, y publicado innumerables artículos sobre literatura española contemporánea.

Entre sus últimos libros destacan: cuentos: Hermanos de sangre (2007); Con el pie en el estribo (2010); Abrir la puerta (2013); y Monte oscuro (2016); ensayos: Aproximación a la narrativa de Javier Tomeo (2000); La línea que come de tu mano (2000) y Cuando es larga la sombra (2009); y novelas: Siempre quedará París (2005); Muerde el silencio (2007); Ya no estoy entre vosotros (2014); La noche antes de irse (2016); y El tamaño del mundo (2017). Ha publicado libros de viajes y etnográficos sobre Aragón, y los dietarios Aunque de nada sirva (1995) y Así me vio (1997). En 2019 ha obtenido el «Premio Imán» concedido por la Asociación Aragonesa de Escritores.

En Fórcola ha publicado Un andar que no cesa. Cuadernos de viaje (2020), con prólogo de Julio Llamazares.

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