Teatro en el cine, la alianza Vaticano-Tercer Reich en «Amén», de Costa Gavras

Por Horacio Otheguy Riveira

«El vicario», de Rolf Hochhuth se estrenó en 1962, «Amén», la película de Costa Gavras en 2002: gran distancia mechada de dificultades a causa de la gran censura nacional-católica en muchos países. Su argumento dio en la diana, en el corazón de los colaboracionistas: el Tercer Reich se expande por el mundo, con necesidad de tener bien atada la diplomacia del Vaticano. De pronto, dos hombres muy distintos luchan desde dentro para desarticular la pavorosa trama que desfila sutil e implacable en una película que resulta fiel al teatro original en sus brillantes diálogos y rotundos personajes, con una dinámica audiovisual intensa, en la que exhibe, reiteradamente, el paso de trenes, rumbo a la solución final, mientras seguimos de cerca la ansiedad de estos hombres recorriendo despachos, iglesias, entre personalidades influyentes que les dan la espalda…

Dos hombres muy distintos que se unen al enfrentarse a la autoridad por la que han jurado fidelidad absoluta.

Kurt Gerstein (personaje real), químico, militar de alto rango y miembro de las SS que se encarga de suministrar el gas Ziklon B a los campos de la muerte. Pero eso no le impide denunciar los crímenes nazis a los aliados, al Papa e incluso a los miembros de la Iglesia alemana, de la que es fiel devoto, jugándose de este modo su vida y la de su familia. Este alemán en crisis ha de afianzar su capacidad de rebelión al unirse a Ricardo (personaje de ficción basado en hechos reales), un joven jesuita que representa a todos los sacerdotes que supieron oponerse a la barbarie, pagando muchas veces con su propia vida.

Obra de teatro y película denuncian la indiferencia de todos aquellos que sabían lo que estaba pasando y decidieron callarse por intereses creados en una imperiosa necesidad de supervivencia o de compromiso ideológico con la causa del Reich; queda muy claro que dentro del Vaticano había cardenales pronazis que colaboraron para salvar criminales de guerra. De hecho, la pieza original se ha representado muy poco, ya que en muchos países fue prohibida, tanto por dictaduras militares (Argentina, Brasil, España) como por seudodemocracias comprometidas.

Arriba, una escena con los protagonistas en un jardín del Vaticano. Abajo, Costa Gavras dando indicaciones durante el rodaje.

Costa Gavras en Buenos Aires.

Extractos de la entrevista publicada en el Diario La Nación el 25 de octubre de 2002:

«El escándalo contra el papa Pío XII ya había tenido lugar; no valía la pena volver a empezar. Me interesé por la gente que había resistido y por la resistencia misma. Porque el tema principal de la película es el silencio, la indiferencia de las autoridades constituidas, políticas e intelectuales, y la resistencia de personajes más modestos. Se dice que en esa época el papa no habló, eso es seguro. Si se lo piensa bien, el Vaticano no es la Iglesia; es un Estado, con todos los atributos de un Estado, la diplomacia, etc. Lo que me interesó fue la actitud de dos personajes, cristianos verdaderos, un católico y un protestante, quienes en condiciones prácticas y difíciles resistieron. Tratan de avisar al mundo, de informar a sus jerarquías… Hacen todo lo que pueden, pero nadie reacciona y ellos llegan a sacrificarse por su filosofía cristiana. Eso es lo que me interesaba y para mí la película es una metáfora sobre nuestros silencios y nuestras indiferencias de hoy».

Más adelante recuerda que cuando empezaron las razias, los conventos y monasterios de Roma fueron abiertos con la orden de recibir a toda clase de fugitivos, fueran judíos, comunistas o gitanos y agrega.

«Al mismo tiempo, salía un tren con 1200 judíos deportados; ahí el Vaticano calló. Entonces era el doble juego de, por un lado, proteger y, por otro, callar. La Iglesia dijo que había refugiado a 70.000, pero eso es imposible porque no había tantos conventos ni tantos judíos en Roma. Después de ese primer tren hubo otros, con cuatro o cinco mil más, pero fue con el tiempo. Pero quiero agregar algo: después de la guerra, los mismos conventos se abrieron también para nazis, merced a la intervención de varios cardenales conocidos, notoriamente el cardenal Coudal, que en la última escena del film ayuda a un jerarca SS a partir hacia Argentina.»

[Ver también en CULTURAMAS: «La desaparición de Josef Mengele»; La auténtica Odessa. Biblioteca Uki Goñi (nazis en Argentina).]

 

Un hombre de teatro con rigurosa vocación testimonial, que también volcó en otras obras literarias. En toda su trayectoria este impulso resultó esencial. Prácticamente desconocida su obra en los escenarios españoles, Amén, la versión cinematográfica de El Vicario es una excelente muestra de su talento.

Premios 

Premio Gerhart Hauptmann (1962) por El vicario.

Premio Berliner Kunstpreis (1963) por El vicario

Premio Joven Generación (1963)

Premio Melcher (1965)

Premio en Arte en Basilea (1976)

Premio Geschwister-Scholl (1980) por su novela, Un amor en Alemania

Premio Stadt Munchen und des Verbandes Bayerischer Verlager (1980)

Premio Lessing (1981).

Premio Jacob-Burckhardt del Basler Goethe Stiftung (1991)

Premio de Literatura Elisabeth-Langgässer (1991)

Premio Jacob Grimm (2001)

Premio Cicerón (2002)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *