Entrevista a Juan Antonio Mora

ENTREVISTA A JUAN ANTONIO MORA
Por Alberto García-Teresa.

Hablamos con el poeta Juan Antonio Mora (Andujar, Jaén, 1950) quien ha publicado, entre otros, los libros de poesía El poeta no duerme (1985), Poemas rotos (1987), Fantasías de mendigo (1990), La ciudad es un desierto (1992), Te perderás en el aire (1993), Pabellón de incurables (1993), Desnudo como el agua (1994), Mi corazón es un verde olivo (1995) o Abril en el espejo (1998). Dirige la veterana revista de poesía La hamaca de lona.

1.- Siempre has defendido en tus propios versos una poesía humana y cercana. ¿Qué relación consideras que tiene la poesía con la sociedad? ¿Cuál puede ser su papel hoy en día?

Sí, es verdad. El poema “Escribir poesía”, de mi libro La ciudad es un desierto, se cierra con estos versos: «No quiero una poesía vacía / oscura / y carente de afecto». Soy un poeta del Sur que busca la luz; la luz interior, la luz verdadera, la claridad (decía Claudio Rodríguez que «siempre la claridad viene del cielo, es un don…»). Yo huyo de los lenguajes herméticos, señales secretas. Busco señales de amor solidarias (sin temores de futuro). Busco luminarias distintas y enriquecedoras. En mis lecturas busco poetas verdaderos de corazón abierto y generosos. La poesía es un vínculo, una relación fundamental, un referente para entender y comprender el Mundo, un testimonio de fe de lo que acontece. Ahora me viene a la cabeza esos versos de José Agustín Goytisolo de su poema “Testimonio”, «quiero dejar escrito lo que pasa…». En este sentido, apuntaba Celsio Emilio Ferreiro «investiga la verdad de tu tiempo y encontrarás tu poesía».

La poesía puede contribuir positivamente a la formación de un hombre mejor y a una sociedad mejor, destapando las mentiras de un mundo burgués y alienado y aportando ideas clarificadoras. Pienso que la poesía nos clarifica las cosas importantes de la vida. René Char lo dejó escrito: «La poesía es el Mundo en su mejor lugar».

El papel de la poesía, hoy, es esencial. No creo eso de «la poesía ha caído en desgracia». La poesía le permite al hombre dialogar con su propio corazón y con los otros y lograr con las palabras, con un lenguaje limpio y sencillo, una comunicación profunda con los demás.

La poesía como conocimiento, como camino de alcanzar la verdad, la búsqueda personal. El poema tiene que llevarnos al sótano de nuestra conciencia (crítica). La primera fuente del saber son los libros. Más tarde, la calle, la experiencia. Los ricos, los caciques, los banqueros, los poderosos no podrán despojarnos de la sabiduría. La poesía es un milagro y algo perdurable en el tiempo. La poesía es la vida. La poesía ha de agitar las conciencias (despertarlas) y el poeta tiene que protestar con la verdad y reflejar las preocupaciones de los ciudadanos («el poeta es un ciudadano», decía León Felipe) y aflorar las contradicciones profundas del sistema capitalista. El capitalismo es el enemigo nº 1 de la poesía.

En esta sociedad burguesa, alienada, individualista, deshumanizada, la poesía es un alivio, un consuelo, un canto a la esperanza. El capitalismo no hace feliz a las personas; la poesía sí.

La claridad, la crítica, es el empeño lúcido del poeta en su misión testimonial.

2.- ¿Qué intentas con ella, tanto en la que escribes, como en la que lees y publicas? Recuerdo que comentaste en alguna ocasión que tú hubo una temporada que llevabas poemas en los bolsillos. Creo que refleja muy bien tu necesidad de poesía.

Busco la verdad. Me busco a mí mismo a través de lo que escribo. Mi poesía me revela lo que soy y lo que he sido. Todo es una búsqueda incesante. Uno escribe por necesidad, por la necesidad de «descargar» lo que llevas dentro de ti; en tu interior, en tu alma.

La poesía se manifiesta de tres formas: Una como comunicación, otra segunda como conocimiento y la tercera como revelación. Las tres son importantes y van entrelazadas entre sí.

Ya he hablado de las dos primeras, de la importancia que tiene la escritura, como método de búsqueda, de indagación personal, de búsquedas de respuestas: ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué pensamos de nosotros mismos, de nuestro ambiente, de nuestro entorno, de nuestro país, de nuestra realidad personal y social?

Este proceso de escritura, o de toma de conciencia, pasa, a mi modo de ver, por diferentes planteamientos. Primero, la búsqueda del Yo (revolución individual). A continuación, planteamientos solidarios y colectivos (la cotidianidad como realidad, una actitud rebelde y disconforme).

Pero hablaba de la poesía como revelación. Tenemos que reconocernos a nosotros mismos a través de lo que escribimos; ser coherentes y precisos, a pesar de nuestras dudas.

Es verdad lo que dices. Siempre en mis bolsillos, de chaquetas o pantalones, llevaba poemas recién escritos para darlos a leer a mis amigos o a mi enamorada. Era una forma de comunicarme con ellos y que comprendieran mi verdadero yo. A veces, encontraba risas de incomprensión y esto me dolía. Bueno, como digo en un poema, «hubo un tiempo que todo me hería, los sueños, el pasado, los gestos, las palabras, los males sordos del viento, la noche oscura y su misterio».

Ser poeta implica una forma nueva de ser, de hablar y de ser en la vida; una pasión verdadera. Como hace años escribí «y, de repente, vino la poesía, como un torrente de alegría y me salvó del caos y la mentira».

La poesía es la base de mi existencia, de mi vida. No sería nada sin ella (y sin mis compañeros poetas…). La poesía es la luz, toda la luz.

Me interesan los poetas que me ayudan a entender este mundo, a comprender lo que pasa; los que ensayan la ternura y la verdad, aunque duela; los que me ayudan a disipar mis dudas, a salir de las sombras, a cuidar de los niños y los ancianos, a luchar contra la injusticia, a derrotar la estupidez. Como decía el Che Guevara, «hay que endurecerse, pero sin perder la ternura».

Paso de publicar; que publiquen otros.

3.- Se habla constantemente que los actuales lectores y compradores de libros de poesía son en realidad poetas. ¿Cuál es tu visión al respecto? ¿Qué se puede hacer para salir de esa supuesta endogamia?

Sí, hay mucha verdad en esto. Hoy muchos de los poetas que escriben y publican son filólogos, profesores de Lengua y Literatura, catedráticos de universidad, y tienen la necesidad de estar al día y son potenciales compradores y lectores de poesía. Además, los poetas de un cierto nivel se conocen entre ellos y tiene curiosidad por leer a los demás compañeros.

Yo lo que pienso es que habría que acercar la poesía al pueblo, a la gente sencilla, a la clase trabajadora, a la inmensa mayoría, hablando en los poemas de los problemas sociales de los ciudadanos. La poesía no debe ser elitista, pero lo es; hermética, compleja de entender. La clase dominante impone por intereses ideológicos una poesía burguesa, complaciente con el poder, alejada de los problemas reales (políticos) de la sociedad.

Apuntaba con realismo Bertolt Brecht que «lo democrático es lograr transformar un pequeño círculo de conocedores en un gran círculo de conocedores».

Los poetas del futuro deberían utilizar un lenguaje testimonial más sencillo, directo, prescindiendo de todo interés estetizante o ajustes formales. Un lenguaje que tienda a un despojamiento de metáforas e imágenes y a un estilo con síntesis expresiva. Pero me temo que esto en la praxis es imposible.

La poesía tiene mala prensa y no vende, no da dineros, no genera plusvalías, no interesa al sistema. ¿Qué habria que hacer? Habría que reeducar, crear una escuela viva y popular (una contraescuela), donde la educación no quiera estar alejada de la realidad y pueda tener un contenido humano y social.

La literatura hoy está vinculada al consumo, al entretenimiento. Está para fascinar, embelesar, estremecer, conmover. Pero la poesía es otra cosa; juega en otra liga. La poesía es la vida.

4.- ¿Qué función cumplen hoy en día las revistas de poesía, publicaciones como La hamaca de lona, que tú diriges y que cumple 13 años?


La función de las revistas de poesía, desde mi punto de vista, es clara: divulgar la palabra poética, divulgar la poesía actual, amenazada (hoy mas que nunca) por un mundo consumista y globalizado.

Para mí, una revista literaria ha de ser abierta, plural, experimental y en consonancia con la evolución económica, social y política del país. Es una propuesta de lectura; en definitiva, una propuesta cultural.

Con respecto a La hamaca de lona, se trata de una revista semestral que sale a la luz en primavera y en otoño. Sus señas de identidad son varias. Es una revista heterodoxa, en significado etimológico: busco otra opinión, que se salga de la vía ortodoxa oficilalista. Por otro lado, es independiente de partidos políticos, asociaciones culturales, sindicatos, etc. Yo pongo el dinero y no recupero ni un euro; no me interesa el dinero.

Además, se caracteriza por su espíritu de cohabitación, su concepción no excluyente. Decía José Bergamín que «la poesía no es una actividad unívoca». Por lo tanto, no soy sectario. Intento que cohabiten diferentes y varias poéticas, diferentes voces, combinando poetas noveles con poetas consagrados. Trato de convertir cada número en una pequeña antología de poesía contemporánea, con páginas donde sólo hay poemas y no marée el grafismo, y prime la calidad literaria. Intento tener olfato y criterio para detectarla.

Finalmente, es antidogmática. Creo que en la poesía no hay certezas, no hay dogmas, sólo dudas y hay que disiparlas.

Ahora mismo el nº 26 está en imprenta y esto significa que La hamaca de lona cumple 13 años.

5.- Cuando dices «en la poesía no hay certezas, no hay dogmas, sólo dudas y hay que disiparlas», ¿entonces la poesía es para ti un camino, una encrucijada o un punto de llegada?

Sí, Alberto, creo que la verdadera poesía plantea dudas, hace reflexionar. Creo firmemente en la poesía como «forma de conocimiento», como un camino que nos lleva a la verdad, a la sabiduría. Creo que existe una interrelación entre poesía y filosofía. Ambas se nutren recíprocamente. Hay poetas que se inspiran en filósofos y filósofos que se inspiran en poetas. Pienso que la verdadera poesía es una luz clarificadora que nos ilumina las cosas importantes de la vida: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la amistad entre los hombres, la solidaridad, las ideas, los sentidos, la naturaleza, el paisaje, la tierra y el compromiso.

Decía Ricardo Molina (excelente poeta cordobés del grupo Cántico), «otra sabiduría no quise». Sí, la poesía es un camino a la realización personal, a la utopía, a la salvación. Sí, la poesía nos salva de la mentira, del caos, de la nada, del miedo, de la soledad y también de la confusión.

Sentenciaba Juan Ramón Jiménez: «No corras, ve despacio, que a donde tienes que ir es a ti solo».

6.- Volviendo a la revista, tu labor al frente de La hamaca de lona te ha permitido poseer una perspectiva espléndida para valorar todo el campo poético español contemporáneo. ¿Cómo lo ves?


Bueno, lo veo bien. Goza de buena salud. Hay excelentes poetas con poéticas distintas. La hamaca de lona siempre ha estado abierta a las encontradas corrientes poéticas de hoy, de nuestro tiempo. Siempre he respetado a todos los poetas. No he querido encerrarme en una sola vía o corriente. A decir verdad me interesan más los poetas que sus poéticas. Siempre he ido buscando una poesía del encuentro, humana, preocupada por los problemas del hombre.

Repito, me interesan más los poetas(con su voz personal, su mundo, su palabra) que sus poéticas.

Decía Vicente Aleixandre que «el poeta canta para todos» y Blas de Otero (a quien conocí personalmente aquí en Madrid) «sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente».

7.- ¿Y qué caminos futuros le ves? ¿Hacia dónde puede ir?

Tú sabes que soy un tío optimista en la vida y mi actitud siempre es positiva, pero, en lo que respecta a los poetas jóvenes, no sé qué decirte. La mayoría quieren dar un pelotazo y subir pronto arriba, vivir de la poesía y esto no me gusta. No creo que la poesía sea una profesión; la profesión es la vida.

El futuro es ecléctico e impredecible. Hay ambigüedad, indefinición. La vocación de poeta se escribe con «V», no con «B».

8.- Para finalizar, ¿cuáles son tus poetas más admirados? ¿Podrías recomendarnos algún poeta que consideres que no está lo suficientemente valorado?

Recuerdo que hace más de 35 años que leí un articulo publicado en ABC, firmado por Carlos Murciano, donde venía a decir, aproximadamente, que el éxito del trío Lorca-Machado-Hernández se debía más a las circunstancias históricas de sus muertes que a su propia valía literaria. Esto es totalmente injusto y una opinión parcial de un poeta «oficialista» que estuvo muy apoyado por el régimen franquista.

Mis poetas más admirados son éstos tres y Juan Ramón Jiménez. Añadiría a León Felipe, Leopoldo de Luis y Cesar Vallejo. De los poetas actuales, para mí el número uno es Juan Carlos Mestre. También admiro a Antonio Gamoneda, Jorge Reichmann, Quique Falcón, Antonio Orihuela, Isla Correyero, Isabel Ordaz, María Ángeles Maeso, Alexandra Domínguez, Ángel Guinda, etc. Hay muy buenos poetas en este país.

De los poetas que no están valorados suficientemente, hoy y ayer, me acuerdo de mi amigo el poeta extremeño Manuel Pacheco, de Eladio Orta, de Miguel Ángel Curiel y de Alejandro Céspedes.


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