The Sound – Jeopardy

Por Nuria P. Molina.

En el treinta aniversario del lanzamiento de Jeopardy parece de justicia recuperar uno de los discos que ha marcado con desgarro, con o sin querer,  a la generación de bandas que se aglutinan bajo el paraguas de segunda generación brit-pop, un paso más tenebrosa y también menos iluminada que la primera.

“Jeopardy” es un disco de escucha repetida y caducidad indefinida, cuyo inicio “I can’t escape myself” constituye un grito de largo alcance desde la corrosión de los sentimientos  placenteros hacia uno mismo y lo que nos rodea. La dificultad en las relaciones y la autopercepción, y la angustia generada al individuo por las decisiones políticas y la industria armamentística, serán una constante en las letras de Borland. Para los que no hayáis oído el disco, disfrutaréis cada corte y os asombraréis de la semejanza con lo que vino después, violando las leyes de la naturaleza, olvidándoos por un rato de que las causas siempre van antes. Ya en el último tramo de este trabajo nos encontramos con “Unwritten law”, de nuevo la violencia presente y probablemente una de las atmósferas mejor conseguidas, con una estructura, cadencia y duración rozando la perfección. Tras ella y cerrando, “Desire”, un recuerdo aparentemente vago pero muy real a The Doors.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=dbRUv8gFDOQ[/youtube]

Editado por el sello Koroba, supuso el debut discográfico de The Sound. La banda liderada por el atormentado Adrian Borland  golpeó fuerte en el panorama post-punk inglés y en sus últimos años llegaron a realizar una gira española. Vieron la luz cuatro discos más, de los que hay que destacar “From the lions mouth” (Koroba, 1981), que da continuidad a “Jeopardy”, y “All fall Down” (Warner, 1982), que incluye “Party of the mind”, una canción que aún hoy reuniría todas las condiciones para ser un buen hit. Todos ellos se reeditaron por Renascent Records, compañía que empezó a funcionar con ese fin. El grupo se disolvió en 1988 y Borland siguió su carrera en solitario con dosis masivas de melancolía. De la rabia a la tristeza, el genio finalmente saltó a las vías de la estación de Wimbledon en abril del 99.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *