La casa que habitaste, de Jorge de Arco


Jorge de Arco
La casa que habitaste

Por Carmen Albert.

CASA DE LA NOSTALGIA

La casa que habitaste, premio Internacional de Poesía «San Juan de la Cruz» 2009, constituye el quinto poemario de Jorge de Arco (1969). Los poemas de este libro conservan elementos ya acuñados en el imaginario y la gramática de este autor madrileño-gaditano: se consolida el verso endecasílabo, entretejido fundamentalmente con heptasílabos, y algunas veces prolongado o detenido con alejandrinos o versos muy cortos respectivamente; se insiste en la apelación a un interlocutor en segunda persona, que a veces es la amada o incluso él mismo desdoblado; abundan las referencias al agua, bien en forma de aguacero, torrente…; se retoman imágenes ya habituales como el cuerpo, la piel, la sed, la luna, la sangre, la nostalgia. Y es esta nostalgia la mecha que más prende en este nuevo incendio de palabras hecho poesía.

La casa (que habitaste, que habitamos) representa la verdad más profunda y cotidiana, lo que uno es a partir de lo que ha sido. Lo vivido. Pero no es tan fácil recordar. La memoria nos hace sus esclavos. El magnífico poema inicial describe ese ingreso en el recuerdo con una fuerza plástica certera: «A veces la memoria es una casa / por habitar, un ámbito / oscuro, al que se accede / a través de un postigo que carece de llave / pero que se resiste / a ser abierto». En esa casa no hay nadie, sólo un eco de pisadas. Las pisadas que son la remebranza de muchos «alguien» que pasaron por la vida del poeta, aunque ya no están. Y sobre todo las pisadas de una amada que también se fue, pero que ahora regresa. Hay que recuperar la historia para poder reanudarla. Hay que dejar que la lluvia borre la culpa como el polvo borra los muebles. Los escenarios también colaboran en el sentimiento de melancolía: casi siempre noche, madrugada, el momento anterior al alba; y con una luna que suele presidir ese paisaje básicamente delineado, y que si es blanca es una luna blanca y rota, y cuando no, es negra y agria, como la memoria quebrada que persigue el poemario.

En esta nueva entrega, el sentimiento de Jorge de Arco está más remansado que en libros anteriores. Las imágenes que lo proyectan fluyen con mansedumbre y sin estridencias, con asombrosas asociaciones mezcladas con otras que se asientan en la más vetusta tradición, y que a veces suponen homenajes a otros poetas (Miguel Hernández, san Juan de la Cruz…).

Como en un juego de prestidigitación, a veces esas instantáneas se funden y se convierten en otra cosa. Como cuando durante toda la noche al poeta le han llovido fantasmas y cenizas, hasta que el propio poeta se ha convertido en lluvia. De la misma manera que esa casa llena de ecos de pisadas es la memoria que el poeta invade, y él mismo, al recuperar los recuerdos, va poco a poco fundiéndose con ella. Y entonces la casa es el poeta, aunque todavía siga siendo una casa en ruinas. Y ya recuperada la memoria, ella llama a la puerta, y quiere entrar.

Y con unos versos que culminan esta historia nostálgica pero cercana, humildemente humana, el poeta cierra su libro con la misma maestría con la que lo abrió: «Abro y quieres entrar […] / Callas, / porque soy yo el que espera / que emerjas de tus sueños, y me digas / que puedo entrar en lo que soy […]». Y es que él todavía es escombro, casa aún deshabitada a la espera de que ella entre, por la que mientras tanto «pasea, diosa insomne, la lagartija de la soledad».

Jorge de Arco
La casa que habitaste

64 páginas
Rialp, 2009.
ISBN 13: 978-84-321-3746-4

http://www.rialp.com/
http://www.catedramdelibes.com/archivos/000780.html

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