“Ánima de cañón”, de Miguel Ángel Velasco

Miguel Ángel Velasco (Mallorca, 1963) comenzó su andadura poética con Sobre el silencio y otros llantos (Madrid, 1980), al que seguirían otros libros tempranos. Premio Adonais a los 18 años, sin embargo no sería hasta mediados de los noventa cuando se reincorporase a la publicación, con El sermón del fresno (Pamiela, 1995). Desde entonces ha dado a la imprenta El dibujo de la savia (Lucina, 1998), La vida desatada (Pre-Textos, 2000), La miel salvaje (Visor, 2003), libro galardonado con el Premio Loewe, Fuego de rueda (Visor, 2006), La mirada sin dueño (Renacimiento, 2008) y Minutario del agua (Tres Fronteras, 2008).

A continuación os ofrecemos uno de los poemas que podrás encontrar en la obra Ánima de cañón (Editorial Renacimiento):

«¿Qué será cuando el día se congele
con la detonación de nuestra carga
en el hueco del tiempo?
¿Cuando nos engatille
la del cuerpo mayor,
la fusilera Hécate,
con la espingarda de la luna
en desvelo de caza,
de la que ser su blanco;
o a contraluz de un sol que se comprima
en una carabina, en su mirilla,
y al fondo nuestra liebre, un punto trémulo
del túnel frío que se estreche en nada?
¿Saldrá el alma
soñándose fogueo, en expansión
reversible su posta, hacia una luz
que nos funda en su seno?
¿Se alzará en perdigones, loco polen
de plomo y extrañeza,
al encuentro del cáliz de la noche?
¿O quedará sin más amartillada,
de este lado del tímpano,
soldada a su calibre,
sin dar siquiera un humo leve el ánima?»

Título: Ánima de cañón
Autor: Velasco, Miguel Ángel.-
Fecha: Mayo de 2010
Colección: Calle del Aire, nº 103
Páginas: 96 págs.
Medidas: 17 x 24 cm.
Cubierta: Cartulina Verjurada con solapas
ISBN: 978-84-8472-519-0
PVP: 12 €

Nota editorial

¿Y ha de morir contigo el mundo mago?… se preguntaba la voz común en boca de Machado. Y con su misma carga de estupor y portento sigue resonando el viejo ensalmo, la pregunta viva que inauguraba el prendimiento de la palabra por entre el juego grave de la niñez, hacia ese enmarañado peregrinaje de la vida. Y aquí seguimos, no se sabe cómo, entonando aún rezo y salmodia, por fidelidad al decir de las cosas, por si se dejan hablar a contradanza de su vida de mercancías, y con ellas lo que pueda ir quedando en uno de niño desmandado, señor de su pregunta y de su juego.

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