El rincón de la generación 8 bits

Por José Manuel Tornero

Desde los tiempos de Mario Bros y Alex Kid ha llovido mucho en el mundo de los videojuegos. Si algo caracterizaba a una generación que se tenía que conformar con píxeles del tamaño de un puño y juegos excesivamente cortos, era una habilidad especial para pasarse del tirón juegos como Contra, Bomberman o Wonder Boy. Debido a las limitadas capacidades de almacenaje, era necesario programar juegos que supusieran un verdadero desafío para los jugadores más avezados.

Por desgracia (o no), y con el paso del tiempo, estas limitaciones se han visto superadas y se ha ampliado el espectro de gente que dedica parte de su tiempo de ocio al mundo de los videojuegos. Esto ha hecho que las grandes compañías hayan hecho cada vez más accesibles los juegos para así poder satisfacer a un público (denominado casual) mucho mayor. Si bien los resultados hablan por sí mismos, hay un reducto de incondicionales que ya empiezan a peinar canas (o disimulan entradas) que no se conforma con retos al alcance de cualquiera.

Títulos como los de antes
Aunque no son demasiados, todavía algunas compañías nos ofrecen con cuentagotas títulos que bien podrían competir en dificultad con aquellos «juegos imposibles». Y es que no hablamos sólo de un juego que te ofrezca la posibilidad de un nivel absurdamente difícil, sino títulos que de por sí constituyen un reto a la habilidad del jugador en cualquier dificultad de una forma noble. Así, nos encontramos con grandes producciones de la talla de Ninja Gaiden, Bayonetta o Demon’s Soul. Aunque donde verdaderamente reina el imperio del «más fuerte» es  en las plataformas de juegos descargables donde encontramos retos del nivel de Wipeout, Braid o Megaman así como reediciones de títulos como Ultimate Ghost & Goblins, Broken Sword o Monkey Island .

No es ni mucho menos nuestra intención la de reclamar que todos los videojuegos sean tan frustrantes como algunos de los mencionados, pero lo que sí es una obviedad es que con la apertura del mercado a todos los ámbitos de la sociedad, se ha dejado de lado a ese jugador que vive del «ensayo y error» y que es capaz de calcular los frames antes de realizar un ataque mortal o esquivar un obstáculo insalvable.

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