Selección de poemas de G.A. Bécquer

Rimas [fragmento]

¡Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!
Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aun turbando en la noche el firme empeño
vive en la idea la visión tenaz…
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

*

De lo poco de vida que me resta
diera con gusto los mejores años,
por saber lo que a otros de mí has hablado.
Y esta vida mortal y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.

*

Llegó la noche y no encontré un asilo,
¡y tuve sed…!, mis lágrimas bebí;
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre… ¡El mundo estaba
desierto… para mí!

*

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado,
¡hoy creo en Dios!

*

Cruza callada y son sus movimientos
silenciosa armonía;
suenan sus pasos y al sonar recuerda,
del himno alado la cadencia rítmica.
Los ojos entreabre, aquellos ojos
tan claros como el día,
y la tierra y el cielo, cuanto abarcan,
arden con nueva luz en sus pupilas.
Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva;
llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita.
Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma engendradora de deseos,
la expresión, fuente eterna de poesía.
¿Que es estúpida? ¡Bah! Mientras callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá lo que yo creo que calla
más que lo que cualquiera otra me diga.

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