Sonorama 2010: Crónica de un éxito anunciado

Primera de las dos crónicas que tenemos preparadas sobre el Sonorama de este año. Aquí tenéis la de Diego Puicercús.

Una de las claves fundamentales de éxito del Sonorama la dio Brett Anderson en la rueda de prensa previa a su actuación al decir que “no conocía este pequeño festival, pero me han dicho que está organizado por gente que ama la música”. Está claro que no es eso lo único que se necesita para sacar un proyecto de este calibre adelante, pero si un punto de partida imprescindible si el objetivo principal no es tanto ganar dinero como afianzarse e ir creciendo poco a poco. En trece años la asociación organizadora Art de Troya no sólo ha logrado eso si no que además se han consolidado como una de las propuestas más fiables del verano español y el único que este año ha crecido en número de asistentes.

Es evidente que este no es un festival al que uno puede acercarse pensando que va a descubrir a la nueva joya de la corona, pero si el lugar adecuado para ver en directo juntos a los grupos que más han destacado en el último año dentro de la escena independiente. Ese es su atractivo ya que, en apenas tres días, se puede calibrar el estado de la música que se hace en este país más allá de las radiofórmulas y de paso (a falta de playa) disfrutar de la comida y los caldos de la zona. Y ya que los artistas son su principal valor lo mejor es hacer un somero repaso de las sensaciones que pasada una semana quedan de esta edición de 2010.

La estrella indudable de la primera jornada fue Loquillo. Con 30 años de carrera a sus espaldas y un puñado de himnos para varias generaciones es lógico que sólo por su presencia (y seguramente también por ser gratuito) se acercase mucha gente ajena al festival y que no conocía al resto de los artistas. Los que fueron en esas circunstancias descubrían por ejemplo que hay unos chicos de Valladolid llamados Arizona Baby que con unas guitarras acústicas se han convertido en la gran sorpresa de la temporada; o que Shuarma sigue su camino tras Elefantes manteniendo ese sonido suyo tan particular; o que hay unos aragoneses llamados Tachenko que a poco que les acompañe la suerte pueden convertirse en una de las grandes bandas del país; o que Vinila Von Bismark es ya el icono mediático del indie de la nueva década…

El plato fuerte del sábado eran Los Planetas y, como viene sucediendo últimamente, no decepcionaron. Atrás parece que quedan otros tiempos en los que asistir a uno de sus conciertos era echar una moneda al aire en la podía salir cualquier cosa, por lo que ver ahora la entrega de los granadinos es una auténtica delicia. La sorpresa agradable vino de la mano de L.A. que cada día suenan mejor y las decepciones de Love of Lesbian y Standstill. No es que fueran unos malos conciertos pero les falto la intensidad de otras ocasiones y el problema de los grandes escenarios es que lo aprecia más gente que puede quedarse con una imagen de las bandas que este caso no es real. Del resto destacaría a Nixon, The New Raemon y Klaus & Kinski en las actuaciones matutinas y por la tarde a Napoleón Solo, Nudozurdo, The Sound y The Pains Of Being Pure At Heart.

De la última jornada hay que hacer mención especial a sesión matinal en la que se pudo disfrutar (a pesar de la marea humana) de las actuaciones de Supersubmarina que se van consolidando poco a poco y de los ex Surfin’ Bichos Joaquín Pascual y Fernando Alfaro que al final hicieron un breve set juntos. Ya por la tarde entre los artistas foráneos Brett Anderson cumplió (y además estrenó varios temas que nunca había tocado en directo) y The Raveonettes con sus descargas eléctricas convencieron a los que sus discos no les acaban de llenar. Algo parecido sucedió con Lori Meyers que, aunque a muchos de sus seguidores no les ha gustado el giro que han dado en su último trabajo, dieron un concierto vibrante en el que los arreglos más directos hicieron que todas las canciones sonaran homogéneas. Además cumplieron y gustaron Maga, Sidonie y Delorean que, en una difícil actuación por cuestiones técnicas, cerraron el festival con un apagón.

Ahora sólo queda esperar que la edición 14 del Sonorama pueda levantar el telón a mediados de agosto del próximo año. A pesar de haber superado su record de asistencia con 30.000 visitantes, la marcha de uno de sus principales patrocinadores y la ausencia de ayudas de las administraciones hacen pensar que toca apretarse el cinturón y tratar de mantener lo hasta ahora logrado. Si al final no llegan esos ingresos extra lo importante será que la esencia del festival se mantenga y que acercarse en verano a Aranda de Duero siga siendo una garantía para escuchar buena música en directo.

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