La escritura como herramienta de crecimiento personal

Por Johari Gautier Carmona.

Más allá del papel y de la simple técnica, de las historias más extravagantes y de los Best-sellers, existe una escritura terapéutica y sanadora. Una escritura que ayuda a la toma de decisiones, la concienciación y la construcción del destino que uno se plantea. Esa escritura es la que el editor y escritor Manuel Pimentel describe en su última obra: “El libro de la escritura vital” (Almuzara, 2010). En este ensayo didáctico e inspirador, elaborado sobre la base de conceptos teóricos pero también de vivencias, el autor demuestra que la escritura representa una fuente de enseñanzas, de motivación y espiritualidad para afrontar los grandes retos de la vida. Con esta obra descubrimos que “vivir es escribir tu propia novela”.

Paralelismo entre la novela y la vida misma

Las crisis representan oportunidades de crecimiento y de adaptación. “Muchos maestros han escrito sus grandes obras tras padecer periodos atormentados, que les resultaron, finalmente, manantial de inspiración”. Así lo explica Manuel Pimentel en una obra nacida justamente en esos momentos de la vida en los que uno se cuestiona profundamente y debe tomar decisiones difíciles. En aquel periodo de adversidad que conoció el escritor, la escritura se presentó como un instrumento de superación y de fortalecimiento. “Mientras más lo pensaba, más me sorprendía el paralelismo entre la novela y la vida”, nos explica Manuel Pimentel.

La escritura es el arte de crear nuevos mundos con la palabra, hilvanar historias fantasiosas o realistas. Puede considerarse un modo de vida o, por lo menos, una forma especial de relacionarse con ella. Incluye diversas técnicas, conceptos y fórmulas que, aunque pueda parecer exagerado, se aplican perfectamente a nuestra vida y nos ayudan a enfrentarnos a nuestros mayores retos, sueños o deseos. Somos lenguaje. Expresamos nuestras experiencias a través de él. Somos seres relatadores y construimos nuestra identidad con los relatos que escuchamos en nuestro entorno y otros que creamos. De este modo es cómo se funda nuestra personalidad. Así pues, si perseguimos en esta dirección, es fácil concluir que nuestra vida se asemeja a una novela en la cual podemos (aunque no totalmente) cambiar la trama, los argumentos y los personajes. Los actos de hoy tienen efectos en el futuro y, de la misma manera, el futuro que soñamos configura nuestro presente.

De simple lector a escritor vital

Considerar que la vida es como una novela nos incita a pensar que podemos ser también los héroes de nuestra trama y conquistar los sueños que tenemos desde muy joven. Todos podemos pasar de un estado de pasividad y observación a otro estado de conciencia en el que vamos labrando el futuro deseado. Este concepto de conciencia, que Manuel Pimentel describe como el estado de “escritor vital”, sólo se consigue interiorizando las consecuencias de los actos cotidianos y su impacto en la obra completa. Aunque uno no dispone de todos los elementos para influir en la trama diaria, puede en muchas ocasiones cambiarla y orientarla hacia las metas que se propone. Para ello es necesario observar su entorno, observarse a sí mismo y aplicar ciertas técnicas que el autor nos enumera en su libro.

Tal y como lo recalca Manuel Pimentel, la escritura no es una ciencia exacta y absoluta. Cada escritor tiene su manual, sus costumbres y manías y, además, es imposible tener el control total sobre el mundo exterior. Por eso, el autor insiste en que el estado de escritor vital pasa inevitablemente por aceptarse a sí mismo, luchar siempre por sus sueños y aprender de los errores. La escritura vital supone un cambio de paradigma, algo de positivismo y de esfuerzo, para escribir los mejores capítulos de una novela que depende de cada uno de nosotros. El mundo de la literatura está lleno de casos y conceptos inspiradores que incitan a la realización y al sueño. El gusto por la excelencia y el aprendizaje continuo son algunos de los conceptos que Manuel Pimentel evoca en su ensayo.

Una nueva relación con el entorno

Además de darnos elementos para mejorar nuestra escritura vital, Manuel Pimentel nos invita a relacionarnos de otra manera con el entorno. Las relaciones con los otros “escritores”, tradicionalmente competitivas, deben inscribirse en un marco de crecimiento. “La comparación con los demás es útil si sirve para nuestra mejora”, argumenta el autor. El principal interés reside en superarse a sí mismo. Por otro lado, la relación entre un editor y un escritor han de establecerse sobre un sentimiento de confianza y respeto mutuo. Ambos deben considerar su aventura como un camino compartido en el que también se puede crecer. “Una editorial realiza un trabajo creativo e intelectual, imprescindible para que el libro llegue a nacer. Crea colecciones, selecciona autores, talentos, pule los diamantes en bruto, apoya psicológica y profesionalmente a los que comienzan, les ayuda a mejorar su obra”, comenta el escritor.

En definitiva, se trata de un ensayo repleto de sabiduría y de espiritualidad que nos ofrece una nueva mirada de la escritura. Es obvio que todo puede mejorarse y, usando las herramientas del escritor, la vida también puede perfeccionarse en el día a día para escribir las líneas de una novela única y memorable.

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