La noche de los cohetes naranjas de Family


Por Diego Puicercús.

Ya desde la primera estrofa de “La noche inventada”, que abre el único disco que publicó Family, se sientan las bases sobre las que girará todo el álbum. La mezcla de elementos luminosos y vitalistas con imágenes evocadoras y oníricas será una constante a lo largo de los apenas treinta y siete minutos que dura para, al final, dejarnos el regusto agridulce de la nostalgia de una vida que pudo ser y no será. Un soplo en el corazón es San Sebastián, una tarde gris, las olas rompiendo en el Peine de los vientos, un paseo por Urgull, una fina lluvia cayendo sobre La Concha…

En 1983 Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea, junto al periodista musical Ricardo Aldarondo, fundan La Insidia. Empezaron a tocar por los bares de la capital donostiarra y, aunque en los cinco años que duró la aventura no dejaron nada grabado, su ejemplo serviría para que una generación de jóvenes músicos locales decidiera seguir sus pasos. Ya sin Ricardo y transformados en El Joven Lagarto, graban en 1989 Maqueta plateada, una demo de 17 temas en la que ya aparecen en formato básicamente acústico los 14 que luego formarían parte de Un soplo en el corazón. Ese mismo año Las Aventuras de Kirlian (luego Le Mans) publicaron un mini LP homónimo que sería el pistoletazo de salida del sonido donosti inspirándose en lo que un tiempo antes habían mamado en los conciertos de Iñaki y Javier.

Ya como Family graban Octubre 1991 (o Maqueta azul), un trabajo producido por Javi Pez y en el que hacen una relectura electrónica de 9 de los temas que aparecerían en el disco. De esa demo sólo se quedó fuera “Sentimental” y seguramente seguiría en el olvido de no ser por Fangoria que años después harían una versión que nos permite imaginar como habría sonado en sus manos. Gracias a sus esporádicas actuaciones en Madrid entran en contacto con Nacho Canut y Alaska que al año siguiente les invitan a participar en un single para su club de fans (Fan Fatal) con el tema “El signo de la cruz” de Décima Víctima.

Gracias a esta relación, en abril de 1993, entraron en los Estudios Vulcano (propiedad de Canut) para dar forma al que seria su único disco. Publicado a finales de ese año por Elefant Records lograron, por difícil que parezca, que desde el primer momento toda la crítica cayera rendida a sus pies. Esa timidez que hizo que apenas concedieran entrevistas, el título del disco tomado de una película de Louis Malle, la ausencia de imágenes del grupo (sólo distribuyeron una foto para el dossier de prensa), dejar de dar conciertos (que por otro lado habían sido muy escasos) o no volver a grabar nunca más, ayudó a que se creara a su alrededor un halo de misterio que engrandeció aún más su leyenda.

En el disco se pueden ver claramente las influencias de las que son deudores: desde la aparente apatía al cantar de Carlos Berlanga al rasgueo de guitarra de The Smiths; del concepto sonoro de La Mode al bajo dominando todo de New Order… En los dos minutos y pico que dura cada tema consiguen crear algo parecido a miniaturas musicales que, unidas entre ellas, forman un todo homogéneo en el que el amor es el elemento conductor. Los textos aparentemente sencillos están escritos en primera persona (excepto tres) lo que les da un toque confesional que ayuda a que, lejos de parecer cursis (hablando de amor es fácil traspasar la línea y ellos no lo hacen), sus evocadoras metáforas logren sumergirnos en un mundo de sueños en el que a cualquiera le gustaría vivir. Al final, como contrapunto a este optimismo siempre queda un regusto amargo pero ¿acaso no se disfruta paseando por San Sebastián aunque llueva y haga mal tiempo?

Y después el fin. Iñaki desapareció del mapa y Javier se dedicó a poner imágenes a las melodías que creaban esos jóvenes músicos que años atrás les tomaron como modelo y que dentro del indie patrio fue conocido como sonido donosti. En el cajón quedó el proyecto de un segundo disco en el que el hilo argumental era un astronauta perdido en el espacio y que se iba a llamar El sueño del astronauta. Una breve aparición junto a Teresa Iturroiz en un concierto homenaje a Juan de Pablos y la voz de Aramburu bajo el pseudónimo de Lagarto MC en un disco de Parafünk son sus últimas aportaciones activas al otro lado del negocio.

Family ha sido la estrella fugaz más brillante de la historia musical de este país y merecería que algún día ese aplauso de la crítica y de un público marginal se hiciera mayoritario, no porque a ellos les importe si no porque simplemente lo merecen.

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