Los viajes de Gulliver: mucho más que una divertida aventura

Por Anabel Sáiz Ripoll.

 

¿Quién dice qué han de leer los jóvenes o por qué? ¿Acaso se puede vetar la libertad lectora? Muchos de los considerados clásicos juveniles fueron escritos para los adultos, pero, por diversos motivos, han pasado a formar parte de la cultura juvenil. Es el caso de Los Viajes de Gulliver. Su autor, Jonathan Swift (Dublín, 1667), dado su carácter, no pensó en los lectores jóvenes al escribir su acerada obra, sino más bien pretendió fustigar la sociedad en la que vivió y poner en evidencia sus defectos. Swift publicaba bajo seudónimo para poder recrearse más en la crítica. Persona destacada en la literatura y política de su tiempo, de gran capacidad intelectual y pluma afilada, fue sacerdote anglicano y, a partir de 1713, ejerció como Deán de la catedral de St. Patrick, en Dublín. Sus capacidades mentales fueron mermando en sus últimos y se le incapacitó en 1742, pocos años antes de su muerte.

De los Viajes de Gulliver hay múltiples ediciones, más o menos serias y respetuosas con el original, aunque siempre, a la hora de pensar en el lector infantil y juvenil, se tiende a recortar algunos de los contenidos o a adaptarlos. Por eso la edición que nos ofrece Valdemar, en su colección Avatares, es digna de comentario, ya que es una edición íntegra y textual que sigue la edición de la Oxford University Press. La magnífica traducción la ha realizado Francisco Torres Oliver y Alfredo Lara López nos hace una pequeña presentación, no por breve menos interesante. Otro de los atractivos del volumen es que contiene las ilustraciones de Arthur Rackham, algunas coloreadas, lo cual convierte al volumen en una joya literaria al alcance de todos.

Los viajes de Gulliver a varias remotas naciones del mundo, que es su título íntegro, narra los diversos viajes y aventuras del médico Gulliver contados por él mismo en primera persona. Sigue el esquema clásico del libro de viajes y, en principio, presenta un carácter fantástico, aunque, conociendo algo al autor, su intención va más allá, como se ha dicho más arriba.

 

La obra se estructura en cuatro partes organizadas por capítulos. La primera, acaso la más conocida, narra cómo Gulliver naufragó y llegó a Liliput, cuyos habitantes son seres diminutos de seis pulgadas de estatura. Detrás de los liliputienses encontramos otras obras actuales que beben directamente de Gulliver y no solo textos literarios, sino dibujos animados, series y, en fin, toda una iconografía que nos hace pensar en los pequeños habitantes de Liliput. En la segunda parte, Gulliver llega a Bobdingnag que es el país de los gigantes, seres humanos de un tamaño enorme, lo cual permite al autor establecer distintas comparaciones llenas de ironía y doble sentido entre su mundo y el mundo de los gigantes. En la tercera parte, Gulliver recibe asilo en la isla de Lupata, cuyos habitantes, raros y algo excéntricos, siempre están absortos en reflexiones. Son personas muy cultas y hospitalarias.

 

Y ya al final, encontramos a Gulliver en el país de los “hoyhnhnms”, los caballos, en donde viven los “yahoos”, que son los hombres. Se trata de una parábola del mundo al revés en donde los caballos son los seres racionales que dominan y gobiernan sombre los humanos, seres irracionales, llenos de defectos y muy agresivos. ¿Nos dice algo esta especia de fábula? ¿Aún pensamos que su autor solo quería divertirse un rato al escribirla? La Asamblea los caballos decide expulsar a Gulliver porque no les parece bien que un humano reciba ningún trato de favor. Gulliver, por fin, llega a Inglaterra y allí tiene tiempo de reflexionar y escribir esta sátira que es, en suma, una crítica amargada y lúcida de la sociedad humana.

 

Los viajes de Gulliver, llena de contrastes, de despropósitos, de claros y oscuros, sigue siendo un texto válido para los lectores de hoy porque, aparte de permitirles viajar hacia la fantasía, aguza el ingenio y la reflexión. Los viajes de Gulliver, en definitiva, nos permiten extraer unas conclusiones libres e independientes de la sociedad, porque los defectos que tan amargamente critica Swift, por desgracia, siguen presentes hoy en día. Y también por desgracia no es muy frecuente la autonomía en el pensamiento, por lo tanto, bienvenido sea Gulliver y su denuncia social-

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