«Por lo menos, uno canta y se queda a gusto».

CHARLA CON JAIRO, UN MUCHACHITO BOMBO INFIERNO.
Y ALGUNA CUCHARADA DE
SANTOS DE VERACRUZ.

Por Luciana Carlopio.

Fotografía de Cristal Morillo.

Como la publicación de esta nota es posterior al concierto que dieron en Buenos Aires este 9 de noviembre en Niceto, no importa en lo más mínimo que cumpla el pedido de Jairo: “di que somos atractivos”. No hubiera hecho falta. Porque Muchachito Bombo Infierno tiene un público que sabe de qué va la cosa. “Llevamos cuatro años intentando venir, y diciendo que veníamos, ya se nos caía un poco la cara de vergüenza. Entonces decíamos vamos a ir a Argentina. Pero claro, mucha gente por Internet decía `pero cuándo, ¿no?´”.

Un día antes de que, finalmente, pudieran responder esa pregunta sin ponerse morados, se dio esta charla. Llovía, mediodía y un risotto en la sartén que Santos –su pintaor de lujo– preparaba.

Enseguida uno se siente cómodo con ellos. Algo de barrio, pero de un barrio periférico, que los hace desprendidos y familieros. Un poco jodones también: “¿Qué haces aquí, Luciana?”, “Estoy hablando ahora por un desodorante” (desodorante que Jairo usaba de micrófono). Y así, con un clima distendido, se pone en marcha esta suerte de prontuario informativo.

*

-¿De dónde surge el nombre Muchachito Bombo Infierno?

-Yo me llamaba Muchachito dentro de otro proyecto del que formé parte muchos años, entonces cuando salí después de diez años pues continué con el nombre pa que la gente que lo hubiera seguido un poco lo reconociera. De ahí muchachito, que viene de un sketch que hacíamos de mexicano, en una canción que se llama “El charro mexicano”, que la conocimos allí por Veneno y Pata negra. Como yo toco de una forma más punky, más punk, y en vez de hacer el golpe en la guitarra lo hago en el bombo, entonces de ahí viene el muchachito bombo. Y el infierno es un poco más del remate de todo el caos que generábamos cuando llegábamos a todos los sitios… El infierno éramos nosotros mismos.

Fotografía de Cristal Morillo.

*

-¿Y cuántos están en ese infierno ahora?

– Pues en la carretera normalmente unas dieciocho personas; nosotros tres formamos parte de ese gran equipo y es un equipo donde los músicos y los técnicos forman parte del proyecto. Y bueno, llevamos juntos seis años y llevamos ahí, en Barcelona, tres discos y hemos hecho un garaje preparado como un estudio, donde grabamos nuestros discos y ahora, el disco de otra gente. También hacemos los videoclips allí.

*

-Resumí estos tres discos para el que no los haya escuchado.

-El primero pues hay un resumen de quince años de canciones que estaba, que estuve tocando. Y el segundo es un experimento cien por cien, que se hizo moviéndose por la península, por España, en varios estudios. Y el tercero ya es como buscar una guarida más social donde estar más tranquilos, mirar menos los presupuestos y más estar con los amigos. Y bueno, son discos con una metáfora, de todo en clave de metáforas, hablando sobre las cosas que nos rodean, que nos importan, que nos queremos, que no queremos y…

-Se quieren igual, veo…

-Sí, hay muchos que nos conocemos desde pequeños y otros que hemos ido conociendo por el camino, ¿sabes? Y cuando haces un grupo sin querer haces una familia. No te das cuenta pero pasas tanto rato juntos que te tienes que querer, ¿no? Que si lo haces sólo por dinero al primer momento que falla el dinero, que pasa muchas veces, pues ya se ha acabado el grupo.

Fotografía de Cristal Morillo.

Entonces Jairo grita un “Santos” y el cocinero pintaor, Santos de Veracruz, me explica:

-Pues lo que hacemos en directo son unos cuadros de un formato de dos metros por dos metros. Pinto con acrílico, que previamente preparo yo, y con pincel. Entonces, claro, como Jairo me llamó para que hiciera la gráfica de los discos, pues yo lo que trato es de algún modo traducir a directo lo que he hecho en el disco. Digamos que yo tengo mi caligrafía, dibujo historietas y llevo una paleta, previamente seleccionada, que va en función al disco. No reflexiono nada y son todos como bocetos a gran escala. El cuadro empieza a la par del concierto y acaba igual. Y bueno, yo me lo paso en grande allí con estos locos detrás, bailando e intentando construir el cuadro a compás. Y desde que empezamos a hacer esto pues ahí vamos en la banda, es como hacer rock and roll.

-¿Y siempre pintás a Jairo?

-No, no. Para nosotros es quizá la onda más arrabalera, más de rumbero arreglao, se parece mucho al señor del tango también.

*

Un paréntesis: “Yo dibujaba también y dejé de dibujar para hacer más música y él dejó la música para hacer más dibujos”, me cuenta Jairo, mientras se enciende un pucho, no sin antes preguntarme “¿quieres uno?” y repreguntar ante mi negativa: “¿te molesta?”. Continuamos. Santos, que no deja que se le pase el arroz, agrega: “Para mí es la leche, vamos. Porque, claro, yo tendría que estar en mi casa, en el taller dibujando, ¿no?, que es donde se dibuja, donde se pinta. Y poder estar haciendo el trabajo con ellos, pues eso sí que es verdad que es un poco rock and roll. Es estupendo.”

*

-¿Y con el tango encuentran algún tipo de similitud conceptual?

Hombre, pues, en cuestión de tonos, sí. Después el tango es una cultura… Ayer fuimos a ver tango a San Telmo, estuvimos viendo allí a la gente bailar tango.

-¿Bailaron?

-No (y los rumberos se ríen). No, porque tenemos mucho respeto con el tango, con la música antigua siempre se le tiene más respeto, ¿no? Es más fácil meterse a bailar mal un rock and roll que ponerse a bailar mal un tango.

-¿Es exponerse demasiado, no?

-Sí, allá en España tenemos la cultura del flamenco que es un poco… Bueno, nosotros nos hacemos la similitud, ¿no?, de respeto, de no meter la pata, ¿no? Una cosa es los mayores, ¿no? El respeto a los mayores.

*

-Me comentabas el tema de las tonalidades pero, ¿otra similitud?

-Sí. Yo crecí en el arrabal de Santa Coloma y después estuvimos tocando en el arrabal de Barcelona y lo que es la palabra arrabalero, ¿no? Los cuadros de Santos tienen mucho que ver con el tango sin quererlo. La imagen que está pintando Santos podría ser muy tanguera, ¿no? Y después la noche, el romanticismo, el acercamiento…

Fotografía de Cristal Morillo.

*

-¿Metieron un tema de esos para recordar en España?

-Hay una canción que nos hace mucha gracia porque tocan las orquestas y a nosotros nos sabe mucho a risa porque nunca nos hubiéramos imaginado. Es una canción que es muy romántica y que le escribí a una novia que tuve, que estaba tremendamente enamorado de esa mujer. Y nada y bueno desapareció esta mujer. Entonces pues yo hice una canción para ponerme una tirita a mí, que se llama “Siempre que quiera”, pero toda la gente la llama “Ojalá no te hubiera conocido nunca”, que es como el estribillo. Y esa es la canción que más ha llegado allí en España y por Internet, la gente nos ha escuchado por Latinoamérica y tal, pues también ha llegado mucho esa canción. Yo creo que somos un poco masoquistas; siempre nos gusta la canción que hace más daño, ¿no? La que es más feliz es la que menos importa, buscamos lo más rasgado.

*

-¿Molesta que se conozcan mucho a raíz de esa canción o les divierte o les da igual?

-No, normalmente la gente nos conoce porque somos bastante raros. O sea somos, es un grupo muy raro a la hora de hacer el directo y de tocar muchísimo rato, en no llevar una lista muy establecida, de improvisar mucho. Yo creo que la gente nos conoce más por el directo que por esa canción. Lo que pasa es que sí que es obvio que cuando la gente ha escuchado la discografía esa canción la ha destacado más. Estamos deseando estar tristes para hacer canciones, vaya.

*

-¿Qué opinan de bajarse música? Yo bajo música, de ustedes he bajado algo.

-¡Santos, vámonos de aquí! ¡Vamos nos de aquí! (me defiendo: “Bueno, pero no podía conseguir los discos”). ¡No sabe qué cara tiene el chaval! No, mira, en verdad a nosotros nos da absolutamente igual, aunque no lo parezca y aunque nosotros nos paguemos los discos. Porque para nosotros venimos de una infraestructura muy pequeña y muy familiar, como un pequeño establecimiento.

Fotografía de Cristal Morillo.

*

-Acá diríamos una PYME…

-¿Una PYME? (Y le aclaro: Pequeñas y Medianas Empresas). Pues lo nuestro es una PYME. Realmente nos facilita que se nos pueda escuchar en América, en Sudamérica, en Japón, en un montón de lados. Que si tuviéramos que depender de una distribución lo tendríamos mucho más difícil, ¿no? Lo que pasa es que allá en España mucha gente se bajó el disco, conoció el proyecto y se lo compró para ayudar al proyecto. Entonces ya nosotros vivimos otro tiempo. De todas formas, nosotros somos de la generación del vinilo, por lo tanto nos gusta hacer discos que sean curiosos de ver, cuestión de gráficos también y sobretodo contando con Santos que es una parte muy importante del proyecto porque darle a la gente eso que luzca. Pero no estamos en contra de eso de la bajada de música de Internet. Creemos que hay otras cosas que hacen mucho más daño a la música.

-¿Cómo cuáles?

-Pues el cierre de salas o la persecución cívica.

-¿Pasa mucho en Barcelona?

-Muchísimo, demasiado. Bueno, en cuestión de unos años ha bajado mucho la cantidad de conciertos en bares, en salas pequeñas, en la calle. Entonces claro, si todo tiene que ser en una sala, pues todo cuesta un dinero, ¿vale? Y la calle y los bares son el primer paso que tenemos la gente para hacer música. No te vas a un estudio los dos primeros años de estar tocando porque no te lo vas a poder pagar. No te vas a una sala porque no te la van a contratar, y tampoco te la vas a poder pagar. Te vas al bar o te vas a la calle. Yo vivía de eso, y ahora me vienen unos chavales y me dicen “eh, tú eres el muchachito de los bares, ¿dónde me puedo ir a tocar?”, y le digo “pues mira, de los que yo tocaba no queda ya ningún sitio, cerraron todos los bares”. Pero yo tocaba cada miércoles en un lado, cada jueves en otro, cada viernes en otro…Entonces así iba sobreviviendo, ¿no? Pero yo creo que eso hace más daño que las bajadas de Internet.

Fotografía de Cristal Morillo.

Cosa que ocurre en estos tiempos modernos que transitamos. Y Jairo, que en su último disco `Idas y vueltas´ (2009) menciona, en una queja bien tanguera, “Qué curiosos son los tiempos modernos, que a quien vende armas, le dan un nobel de la paz”, me aclara que “Todo es súper contradictorio: los tiempos modernos, que en teoría gozamos de una libertad que nos dicen todos los mayores que tenemos la suerte de vivir y sí que es verdad, porque tanto aquí como allí se han pasado años de penuria con dictaduras, ¿no? Pero por otro lado, hay una falsa moral muy grande, que no permite hacer las cosas. Entonces me parecía muy ridículo lo del Nobel de la Paz. No tengo mucha esperanza en la política mundial ni de mi país ni de ningún otro. No creo mucho que la solución esté en los políticos. Ni tampoco creo que se le pueda quitar el poder a éstos. Es así y es así. Por lo menos uno canta y se queda a gusto. Y quizás es la letra más explícita que he hecho nunca. Era mucho más larga, pasa que ya era muy barroca; había muchas cosas que eran contradictorias, entonces metí lo de los aeropuertos y lo de los alimentos transgénicos, como para ponerle un punto de humor”.

Fotografía de Cristal Morillo.

*

-¿Algo más para rematar?

-Pues si esto va a salir antes del concierto, di que somos muy atractivos y ya está.

-Ahora que justo se les viene Paul McCartney, el monstruo, ¿no?

-Sí, ese tío es muuuu grande y los carteles suyos son muuuu grandes también.

*

Por supuesto que Muchachito Bombo Infierno no necesitó que reprodujera ese guiño, ni mucho menos se intimidó por un poco de gigante legendario.

Alrededor de tres horas rumbeando a Buenos Aires, un martes por la noche sin que dejase de escucharse un otra, otra, otra…Inspira otra vuelta y otra y otra… ¡Y otra!

*

One thought on “«Por lo menos, uno canta y se queda a gusto».

  • el 22 diciembre, 2011 a las 6:47 am
    Permalink

    gran banda, pero me la perdiiii ….viva santoss

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *