No te signifiques (15)

Por Jorge Díaz.

“El militar que se negare a obedecer o no cumpliere las órdenes legítimas de sus superiores relativas al servicio que le corresponde será castigado con la pena de tres meses y un día a dos años de prisión.”

Básicamente, que te militaricen consiste en eso. Se acabaron las tonterías, nada de ir a quejarse del jefe al bar. Aquí obedeces o te tenemos cuatro días limpiando letrinas.

¿Y si militarizaran a escritores y guionistas? A mí no me parece mal.

Igual que los controladores, todos con un coronel detrás apuntando con una pistola, obligando a hacer metáforas, exigiendo eliminar pleonasmos, no consintiendo ni un error de concordancia, depurando el estilo…

–          Usted verá si quiere darle ese giro a la trama, a mí me parece una chapuza.

–          ¿Quién es usted para corregirme?

–          Quién es usted para corregirme, mi coronel. Acabe siempre las frases diciendo mi coronel o le arresto.

–          Bien, pues quién es usted para corregirme, mi coronel.

–          Yo no soy nadie, soldado, yo sólo estoy aquí para obligarle a terminar el guión, pero si me permite que se lo señale, ese giro no es creíble.

–          ¿No? ¿Por qué no, mi coronel?

–          Porque no es lógico que ella rechace al protagonista cuando ha estado todo el primer acto suspirando por él.

–          Es lo paradójico del comportamiento humano, mi coronel.

–          Ése es su problema, que usted lo reduce todo a una solución improvisada. ¿Tanto le cuesta trabajar al personaje desde el principio para llegar a ese rechazo?

–          Explíquemelo.

–          Se le ha vuelto a olvidar decir mi coronel.

–          Perdón, explíquemelo, mi coronel.

–          Plantar para recoger después. Podemos escribir antes una escena…

–          ¿Podemos? ¡El guión es mío!

–          No sea tiquismiquis. Decía que podemos escribir antes una escena en la que nos enteramos de que ella tuvo un novio al que nunca olvidó. Y puede haber recibido una llamada suya antes de que nuestro protagonista llegue a su casa.

–          Eso convertiría mi guión en un culebrón…

–          Eso funciona, por favor, abra los ojos. ¿Usted qué quiere, que nuestra historia funcione o que acumule polvo en un cajón? Desengáñese, todo se reduce a eso…

–          Es que mi público está esperando…

–          ¿Llama su público a los cuatrocientos quince despistados que compraron su novela? ¡Por el amor de dios!

–          Está bien… ¿Dónde metería usted esa escena?

No todos podríamos tener coroneles con nosotros, claro. Habría clases, como en todo. Un capitán general para Antonio Gala, generales de división para Muñoz Molina, Almudena Grandes, Javier Marías y algún otro, coroneles para los que venden bien, como Julia Navarro y Javier Sierra, o para guionistas famosos como Amenábar y Almodóvar, y descendiendo, comandantes, capitanes, tenientes… Para los guionistas normales propongo suboficiales. Yo me conformo con un cabo, siempre que sea espabilado. A Pérez Reverte le bastaría un caballero legionario y a los escritores de novela negra un sargento de la guardia civil.

–          Señor coronel, ¿cómo ve usted la escena cuatro?

–          ¿La del encuentro de ella con la amiga? Innecesaria. No avanza, no nos dice nada nuevo, yo la quitaría.

–          Pero es la escena que nos explica lo que piensa la amiga sobre su ex novio.

–          ¿Y a quién le interesa lo que piensa la amiga? Seguro que escogen a una actriz fea para interpretarla. Ya le digo, yo la quitaría.

–          No estoy de acuerdo, mi coronel.

–          Pues va a tener que estarlo porque de lo contrario se enfrentará a una acusación de sedición, usted verá. Y otra cosa, ¿con quién tenemos que hablar para que no haya actores feos? Nadie quiere ver feos en la tele.

–          ¿Usted cree, mi coronel?

–          Excepto en Gran Bretaña. Allí parece que los buscan así, cuanto más feos, mejor. Debe de ser cosa de la raza que no ha sido generosa con ellos…

Qué bonitos serían los discursos de la recogida de los Goya.

–          Tengo que agradecer este Goya a mi familia, que ha estado acompañándome en los buenos y los malos momentos. A la ministra Chacón, que me asignó al coronel Povedilla, y al coronel, que sin él no habría sido posible esta película. Va por usted, mi coronel.

Ya lo dice el refrán, el roce hace el cariño. A saber dónde podría acabar esto. ¿Por qué unir sólo controladores y militares? Propongo sacerdotes con músicos, notarios con pintores, policías con titiriteros, diplomáticos con actores de método, abogados del estado con saltimbanquis…

Sinergias, España necesita sinergias y los controladores nos han abierto los ojos. Aprovechémoslo.

One thought on “No te signifiques (15)

  • el 13 diciembre, 2010 a las 9:44 am
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    Eso es lo que tenían que hacer. Militarizarlos a todos. Y servicio obligatorio a la patria durante 3 años. Guiones y novelas a beneficio de los prsupuestos del Estado. Se iban a enterar esa panda de vagos y maleantes. Tanto pedir y tanto pedir. Lástima del año del hambre. Una posguerra les daba yo…

    (Eres bueno, mamón. Muy bueno…)

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