La vía láctea

La vía láctea. José Vaccaro Ruiz. Neverland Ediciones, 2010. 366 pgs.

La afirmación de que dentro del género negro ya está todo dicho, que se puede aplicar, generalizando, a la novela, cae por su peso cuando se leen las páginas de La Vía Láctea, segunda novela, que no lo parece ─ la pericia narrativa es la de un autor de muy largo recorrido ─ de José Vaccaro Ruiz, abogado y arquitecto, bagaje profesional que lleva al campo de la literatura, enriqueciéndola. Porque la segunda aventura literaria del detective Juan Jover, un tipo marrullero, desencantado de todo y experto conseguidor, introduce en el género negro un tema tan insólito y poco tratado, el del canibalismo, y consigue que la truculencia de su macabra trama sea absolutamente creíble gracias a un perfecto manejo de situaciones y, sobre todo, personajes, para cuyo dibujo Vaccaro demuestra estar muy bien dotado y tener un excelente oído a la hora de hacerlos hablar.

En La Casa, una escondida posesión en la Sierra de Gredos, en la España más profunda que aún pervive en tiempos del euro y el Ave, El Amo, un antiguo terrateniente de Guinea Ecuatorial, y sus amigos afines, un club tenebroso, disfrutan de una aberración gastronómica: la ingesta de bebés. Para tan terrorífica práctica se sirven de una red que compra recién nacidos no deseados para llevarlos a los fogones de ese escondido lugar. Y hasta allí llega Juan Jover, siguiendo la pista de una yonqui muerta, cuyo hijo desapareció, y la de su ayudante que, siguiendo la pista del Amo, se volatizó.

Con un estilo punzante, sirviéndose de un naturalismo extremo ─ El perfume que destilaba su cuerpo era una mezcla de sudor, orines y restos de mugre reconcentrados. La falda gris, la misma de siempre en su opinión, sujeta a la cintura con una cuerda de esparto, apenas dejaba entrever un pie elefantino donde la única superficie libre de porquería era un atisbo de tobillo sobresaliente rodeado de un denso océano de roña cuarteada ─ y de un humor irreverente que sacude, ex profeso, lo políticamente correcto, esta larga novela transita por terrenos pantanosos, reparte a diestro y siniestro a la clase política sin ningún tipo de miramientos, entretiene, horroriza y da que pensar.

Una mirada original y valiosa, sin duda, la de José Vaccaro Ruiz, una voz que tiene mucho que decir dentro del panorama de la novela negra que se cuece en España y que va precedida de un excelente prólogo de Jesús Palacios, un experto en la materia.

Con La Vía Láctea, largo cuento cruel, nueva versión de aquellos relatos de ogros que devoraban niños que poblaban nuestras noches infantiles de insomnios, Vaccaro  demuestra ser absolutamente original además de escritor excelente.

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