No te signifiques (17)

Por Jorge Díaz.

En Estados Unidos caen bandadas de pájaros muertos del cielo. Los expertos dicen que no hay que preocuparse, que es natural. Yo no soy experto, creo en lo que me dicen porque para algo saben de esto. Es normal, aclaran. Ya, normal, por eso se venden paraguas y no para-aves, no te jode… Si se va a acabar el mundo que lo digan, ¡basta de ocultar las buenas noticias!

Debo hablar de literatura y de novelas, lo que pasa es que escribo emboscado, amparándome en que es día de reyes, para no reconocer que ha empezado el año pero consciente de que lo que salga de aquí lo publicaré el lunes 10. Qué lejos quedan las fiestas, 2011 está lanzado, la mayor parte de los propósitos de nochevieja ha caducado: ni gimnasio, ni aprender inglés, ni adelgazar, ni ayudar a cruzar la calle a las viejecitas… Sólo once días y ya somos tan perros como el año pasado.

–          Noto cierto desencanto.

–          ¿No has leído mi contraportada? Mi prosa se caracteriza por una sutil melancolía.

–          ¿Eso dice?

–          Más o menos… Tuve que buscar en el diccionario las palabras melancolía y sutil. Sólo sabía qué significaba prosa: que lo que escribes no rima.

Los pájaros americanos llovidos del cielo, que haya cuatro millones de parados y subiendo, que el gobierno demuestre su simpatía hacia el fascismo con la ley antitabaco, que se convierta España en centro, una vez más, de la delación… ¿Cómo no estar sutilmente melancólico? Podría estar hasta abruptamente cabreado con toda facilidad.

Debo hablar de literatura y de novelas, lo que pasa es que los escritores somos de los pocos que aún podemos fumar en nuestro puesto de trabajo, que suele estar al lado del salón, con la cama deshecha a la vista.

–          Te puede delatar un vecino.

–          Sí, a una tía abuela mía le hicieron lo mismo en el 40, la delató un vecino, le cortaron el pelo al cero y le hicieron beberse un vaso de aceite de ricino.

–          No es lo mismo.

–          No, en aquella época los malditos eran los rojos, ahora los fumadores. En otros países la tomaron con los judíos o los kurdos, son modas.

–          ¿Supo quién era el vecino?

–          No, las denuncias eran anónimas, como ahora. Ah, y mi tía abuela ni siquiera era roja, probablemente el vecino se la quería tirar y no lo consiguió. Es lo que provoca la delación anónima…

Cosa de comisarios políticos. A mí no me puede delatar ningún vecino porque no fumo. Lo dejé hace ocho años. Cuando lo dejé, pensaba que no era posible escribir sin fumar. Lo es. En realidad fumar es una estupidez, pero prohibir fumar es una cacicada.

Debo hablar de literatura y de novelas, lo que pasa es que me he acordado de que hay varios locales en Madrid con salas de sadomaso y eso me despista. Me despista porque es legal que los adultos se reúnan, se aten unos a otros y se azoten con látigos, se derramen cera de velas hirviendo en los pezones o lo que les guste hacer y, sin embargo, no hay ningún local en el que puedan sentarse tranquilamente a fumarse un cigarrillo.

–          ¿Quieres que cierren esos locales?

–          Quiero que dejen a los adultos comportarse como tales. Llegará el día que prohíban beber chupitos después de comer y entonces podré decir que lo avisé, que los fascistas se adaptaban a los tiempos y que estaban aquí, sólo que se llamaban de otra manera.

Creo que hay que dejar el tabaco. No sirve para nada, ni siquiera es demasiado difícil dejar de fumar, es un mito. Quieren que parezca difícil para que no lo intentes y seguir cobrando los impuestos que pagas por hacerlo.

Debo hablar de literatura y de novelas, pero también de guiones. Me gustan las películas de mafiosos americanos, las clásicas, las del contrabando de whisky y la ley seca… Estaba prohibido beber alcohol, pero la gente cogía unas melopeas de campeonato. Nacieron imperios del crimen gracias a la prohibición, lo mismo que después con las drogas. Quizá se busque eso: grandes industrias que muevan dinero, que lo laven, que lo blanqueen… Va a ser verdad que éstos gobiernan para el gran capital.

Mejor dejar de fumar voluntariamente. Que no disfruten del placer de que no lo hagamos porque no nos lo permitan ellos.

Y mientras, llueven pájaros muertos del cielo y dicen que es del estrés de los fuegos artificiales. Como para fiarse de los expertos.

One thought on “No te signifiques (17)

  • el 10 enero, 2011 a las 9:46 am
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    Me encanta, querido amigo. Una de tus columnas más acidas sin parecerlo en la forma. La cuestión es que tus «no te signifiques» cada día se significan más. Pero eso no tiene porqué ser malo… Digo yo.
    «Primero vinieron a por los fumadores, pero yo no era fumador…»

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