Nostalgia publicitaria

Por Javier Franco.

Para los que no se han enterado todavía, la televisión pública de este país ya no emite publicidad. Ya, ya sé que la cadena se pasó meses y meses pregonando la buena nueva a bombo y platillo pero, como últimamente veo algún que otro despistado con el tema del televisor, más vale ser precavidos. Que luego no digan que no avisé.

Ya ha pasado un año desde que se produjo el apagón publicitario en TVE y, les guste o no, la cosa no ha cambiado mucho. ¿O es que alguno esperaba que ocurriera como con las cadenas de cable estadounidense -me refiero, claro, a HBO o FOX- que, sin la presión de la publicidad, han hecho de la televisión uno de los grandes aparatos del siglo XXI? Lo peor de todo es que, tarde o temprano, los mandamases de este país tendrán que volver sobre sus propios pasos, abriendo de nuevo el portón publicitario -y de paso, el de los ingresos-. El resto de cadenas ya se han puesto manos a la obra y han decidido que lo que estaban haciendo hasta ahora se convierta por arte de magia en una ley de esas brillantes y relucientes. Hasta 27 minutos por hora podrán darnos la lata los anuncios de Skip o Ariel o lo que le dé la gana al anunciante, que para eso es el que paga. Ya saben, luego no digan que no les avisé.

Pero no nos desviemos del tema, que me entra la vena crítica y, como diría alguno, yo he venido a hablar de mi libro. O de mi programa. El jueves pasado se me ocurrió encender la televisión y echar un vistazo a la programación de esa cadena que dice que no emite publicidad. Y (¡oh, sorpresa!) lo que veo es un programa repleto de anuncios. En su intento por limpiar el polvo de sus archivos, TVE ha decidido colocar en su parrilla un programa que honra a la publicidad emitida por la cadena a lo largo de su historia. Rollos y rollos desempolvados que, cómo no, desprenden ese aroma a No-Do y a camisas de franela.

Y, en efecto, no voy del todo desencaminado. El programa que, bajo el título de Los anuncios de tu vida, hace un repaso por los anuncios más míticos de los últimos cincuenta años, no puede evitar caer en la caspa, tan típica a veces en la televisión pública. Hasta termina apareciendo por allí José María Íñigo, que nunca se pierde una de estas fiestas revival. Los años sesenta, Black is Black de Los Bravos, y Lina Morgan comienzan a pasar por mi cabeza.

Y sigo sin ir encaminado. El primo de Zumosol, el algodón infalible de Tenn y A mi plim yo duermo en… (ustedes ya saben), no pierden la ocasión de hacer su vuelta estelar a la televisión. Y, claro, la nostalgia publicitaria, que comienza a aflorar. Y empiezo a acordarme del mítico “Redecora tu vida”, de “¿Te gusta conducir?” o el más prosaico ”Póntelo. Pónselo”. Hasta Franco termina sumándose a la fiesta felicitándonos las navidades del 74. Y es que, todo (y todos) parecen estar en la publicidad.

Hasta aparatos estrafalarios como la biscooter (?) o un extraño anuncio de Salvador Dalí para los aviones de Iberia. Incluso, echando un vistazo a la historia de la publicidad, nos terminamos dando cuenta de que España en un tiempo no tan lejano estuvo de moda. No me refiero a ese anuncio en el que la estética psicodélica campaba a sus anchas a principios de los setenta -la sonrisa se asoma por los labios mientras lo veo-. Me refiero a la década dorada de los ochenta, esos años en los que España vivía la, ya mitificada, Movida y comenzaba a ganar premios en el festival publicitario de Cannes. ¿Quién no se acuerda del torero de La Casera -el casticismo elevado a la máxima potencia- o del niño que daba a probar a su padre un yogur Danone?

La maquina del recuerdo ya no puede parar… y, al final, no puedo evitarlo, me dejo llevar por la vena nostálgica. ¿Qué se le va a hacer? Cada uno tiene sus debilidades. Y la publicidad es una de ellas. Aunque algunos quieran desterrarla de la televisión (pública).

2 thoughts on “Nostalgia publicitaria

  • el 21 enero, 2011 a las 10:16 pm
    Permalink

    España debería imitar a otros países en este sentido. La publicidad debe ser corta y cara. No más de 3 o cuatro minutos por corte. O una se olvida de lo que estaba mirando… Lo que pasa es que la programación en sí deja mucho que desear, y al tratarse de contenido de baja calidad, el espacio para el anunciante se hace muy barato. Si fuera al revés y hubiese competencia para crear programas de alta calidad que aguantaran un buen espacio de tiempo como merecedores del protagonismo más allá de los cortes publicitarios, creo que ver la tele en España seria más soportable, incluso un placer.

    Respuesta
  • el 24 enero, 2011 a las 8:18 pm
    Permalink

    Buen artículo, yo también vi el programa, que se emite los Jueves después de ‘Cuéntame’. La verdad que es bastante desagradable, más que nada porque estás viendo publicidad al fin y al cabo. Si podéis, fijaos en el combo tan desproporcionado que hacen ‘Jose María Iñigo’ y el pasado de ‘Quequé’, vaya pareja: no pegan ni con cola… insoportable.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *