Balada triste de trompeta

Por Alejandro Contreras.

 

En plena guerra civil, los payasos siguen adelante con su función a pesar de que el ruido de los bombardeos atemoriza a los pequeños que asisten a su representación. Un grupo de milicianos irrumpe en el circo obligando a parar el espectáculo y a que cojan un arma para luchar con ellos en contra del Bando Nacional. Aún vistiendo sus ridículos disfraces, la gente del circo va cayendo en el ataque a excepción del payaso tonto del circo (Santiago Segura) que resulta ser un eficaz combatiente. Es así, que tras la derrota deciden perdonarle la vida y condenarle a cadena perpetua.

 

Javier, el hijo del payaso triste, se queda sólo en el mundo y hará todo lo posible para tratar de ayudar a su padre. Aprovechando que su padre con el resto de presos está trabajando en la construcción del Valle de los Caídos, idea un plan para salvarle que acaba con fatales consecuencias. Aún así, está decidido a convertirse en un payaso triste como su padre.

 

Sus deseos se hacen realidad cuando ya de adulto Javier (Carlos Areces) consigue ser la pareja artística de Sergio (Antonio de la Torre), el payado tonto de un circo del que él es su mayor reclamo. Sergio resulta ser una persona bastante desagradable, al que ningún integrante del circo se atreve a contradecir, y al que se le va la mano con bastante soltura con su Natalia (Carolina Bang), su novia y una gran impresionante trapecista. La atracción de Javier por la chica de su compañero se irá acrecentando en las continuas escapadas que ella le va proponiendo, creándose un peligroso triángulo amoroso entre ellos tres.

 

Alex de la Iglesia dirige y firma el guión de esta irregular película. Si bien tiene un arranque muy prometedor con la historia del padre del protagonista, a continuación nos metimos en una montaña rusa con un guión que va hilvanando como puede las escenas (en algunos casos “idas de olla”) de su guionista. Al igual que pasaba con Los Abrazos Rotos (2009) de Pedro Almodóvar, Alex de la Iglesia recupera en esta película muchos de los elementos de su cine, aunque más que un Grandes Éxitos parece un popurrí malo.

 

Mucha violencia en una historia bastante radical que aprovecha para re-escribir algunos pasajes de la historia de este país con dudoso gusto además para lidiar batallas personales. Aunque hay ratos que recuerda a Tarantino, y a su Malditos Bastardos (2009), también hay pasajes que parecen sacado de McGiver (TV) (esa transformación en obispo travesti de Carlos Areces) o de las últimas películas de Batman (con un par de payasos que compiten por ser los Jokers patrios).

 

Aunque el resultado es un poco agridulce es indudable que la película tiene algunas escenas antológicas (con los mejores títulos de crédito al inicio que he visto en mucho tiempo, las ensoñaciones con el Raphael payaso o la batalla final en la cruz del Valle de los Caídos), y que tiene un par de protagonistas que están de cine con dos personajes que son todo un regalo.

 

Carlos Areces se erige como un gran intérprete totalmente entregado a la película, y para muestras sus desnudos sin ninguna falta de pudor, y un Antonio de la Torre que vuelve a brillar como no lo había hecho en anteriores trabajos. Muchas colaboraciones de amiguetes, y no sólo de Santiago Segura que en su corto papel deja muy buen sabor, y que además cuenta con grandes secundarios de nuestro cine (Manuel Galiana, Terele Pávez, Luis Varela o Manuel Tejada).

 

Antes de verla pensaba que podría ser la salvación de un año algo mediocre de cine español, sobre todo por la buena prensa que los premios a la dirección y al guión que consiguió en la última edición del Festival de Venecia. Después de verla creo que más que ayudar lo que consigue es peor sabor de boca para un año bastante flojo. Prefiero el Alex de la Iglesia más comedido de películas como Los Crímenes de Oxford (2008) que este disparate tan desbocado y sin sentido al estilo de su serie PLUTÓN B.R.B. Nero (TV).

 

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