La mirada del editor en el nuevo siglo

Por Manuel Rico.

No son pocos los foros en los que, de vez en cuando, se escucha la voz del editor. Pero suelen ser o bien foros profesionales, de gremio, o bien foros literarios en los que el editor aparece como una “rara avis” que ha de pronunciarse sobre las posibilidades de edición, sobre su experiencia editora en relación con el género que trata el foro, o como complemento de los debates y conferencias. Son, ciertamente, muchas las jornadas o cursos donde el editor aparece entre poetas o junto a críticos o narradores para expresar su opinión acerca del estado de la edición o sobre el proceso en virtud del cual un manuscrito recibido acaba en librerías. He compartido mesa y mantel con algunos de ellos en encuentros sobre poesía contemporánea, en algún curso de verano sobre narrativa, en debates sobre el peso de la literatura en el cambio de siglo.

Sin embargo, siempre he echado de menos una iniciativa que situara al editor en el centro del debate y que fuera más allá de ese tipo de jornadas y que se proyectara, de una manera regular, hacia la sociedad. Sobre todo, porque el editor, a lo largo de la historia y, de manera muy especial, durante el siglo XX  (y en la década del siglo XXI que acabamos de cerrar) ha sido el elemento imprescindible para que el acto de lectura fuera una realidad. Incluso para enriquecerlo, para incorporar factores sensoriales —el diseño del libro, la caja del texto, la portada, el tamaño, el tipo de letra— al proceso lector, para aportar gozo, para acercar al lector al libro.

Por eso, la creación por Manuel Ortuño, director de Trama Editorial, de la colección Tipos móviles, una serie de libros destinada a convertir a los editores en protagonistas, ha sido una iniciativa certera y no por arriesgada (¿qué no es arriesgado en el mundo de la edición hoy en día?) menos imprescindible. Se trata de una colección cuidada, compuesta por libros escritos, en unos casos, por editores, en otros por periodistas que abordan largas entrevistas a editores y, en los menos, por escritores que cuentan su experiencia editorial, especialmente su relación con “su editor”.

Es fascinante (y enormemente enriquecedor para cualquier escritor) conocer la vida profesional, por ejemplo, de Giulio Einaudi, el gran editor italiano que ha marcado la historia literaria de ese país a lo largo de más de medio siglo. Sus relaciones con Elio Vittorini, Cesare Pavese o Pier Paolo Pasolini, con Natalia Ginsburg o con Italo Calvino, su experiencia con determinados manuscritos, su relación con los partidos políticos, el “laboratorio de ideas” que, en la década de los cincuenta y sesenta fue su editorial, son desgranadas en el libro de Severino Cesari Conversaciones con Giulio Einaudi. Tiene mucho de emotivo el enfoque con que Jean Echenoz aborda la relación con su editor en el libro titulado Jérôme Lindon, mi editor, un auténtico canto de amistad y amor hacia quien posibilitó que su vocación literaria encontrara en Ediciones Le Minuit el mejor cauce posible, o la experiencia de la mítica editora británica Diana Athill, la editora de André Deutsch Ltd, el sello que publicó en Inglaterra a gigantes como John Updike, Norman Mailer, V. S. Naipul o Philip Roth entre otros. Es una colección que, seguro, producirá pocos best-seller, pero que nos proporcionará a todos la oportunidad, el placer (y el morbo, ¿por qué no?) de conocer la intrahistoria de todo proceso de edición. También las obsesiones, las manías, los pequeños detalles y secretos que marcan tanto el hecho editorial como la vida cotidiana de ese mundo extraño, a veces desconocido, que rodea al “hacedor” de libros. También el futuro: con títulos como el de Robert Darnton Las razones del libro. Futuro, presente y pasado, Ortuño nos ofrece oportunidades para reflexionar sobre lo que le aguarda al libro al calor de la experiencia pasada y de los nuevos retos del mundo digital.

El oficio del editor está cambiando. Quedó atrás un siglo en el que el papel fue el paradigma de la cultura escrita e iniciamos la segunda década del siglo XXI con un horizonte incierto, en el que probablemente la lectura en e-book convivirá con ese maravilloso objeto (esa conquista tecnológica casi perfecta) que es el libro en papel. En ese tránsito, para meditar sobre el pasado y sumergirnos en las aguas del futuro, esta colección, Tipos móviles, es un auténtico tesoro.

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