Se nos fue Ernesto Sábato

Por Luciana Carlopio.

Esta madrugada lluviosa murió en su casa, esa del largo zaguán con el jardín que tanto amaba, Ernesto Sábato. Posiblemente uno de los últimos grandes escritores vivos que nos quedaban en Argentina.

El País y El Mundo se hacen eco de la noticia: es que se nos fue el genial escritor de El túnel, se apagó la voz del hombre que escribió Nunca más, que dirigió la Conadep, organismo que por primera vez descorrió los crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura argentina, y que en 1984 tuvo el honor de recibir el premio Miguel de Cervantes, máxima distinción para las letras hispanas.

Mañana iba a ser homenajeado en la Feria del Libro, debido a que el próximo 24 de junio habría cumplido ni más ni menos que 100 años. Pero no pudo ser. Una neumonitis lo tironeó hacia ese otro túnel que estará él mismo transitando como un héroe, luchando quizá contra esos molinos inmensos que, mientras todavía estemos de este lado, serán Nada.

Hoy llora la literatura. Aunque también el fútbol (Sábato no sólo era hincha de Estudiantes de la Plata, sino que había jugado como back derecho, en las Inferiores del club platense), la música (el tema cuatro del disco `Fabulosos Calavera´ de Los Fabulosos Cadillacs, Sábato) y sus vecinos de Santos Lugares (uno de ellos, fotógrafo y amigo, lo recuerda como el típico porteño que se paraba con la pierna cruzada mientras conversaba en la puerta de su casa).

Su cuerpo será velado esta tarde en el Club Atlético Defensores de Santos Lugares, como todo un futbolero, como cualquier hombre, como él mismo lo había querido.

Ernesto Sábato se va el último día de abril. Y yo abro al azar este libro, que no hace mucho rescaté de una oferta en una de las librerías porteñas del centro, y leo:

Estoy alejándome de la vida.
De esta vida.
La miro con emoción como si ya estuviera lejos de mí.
O, más bien, como sentado en esas mesas de café que están en las veredas desde donde uno puede ver pasar la gente, y oírlos hablar.
A veces nítidamente veo el caminar de hombres y mujeres. De pronto me sonríen.
Pero otras veces, confusamente, como detrás de una nube, o de mis lágrimas.
Soy injusto, siempre hay alguien conmigo.
Pero la vida se aleja.

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Fragmento extraído de España en los diarios de mi vejez (Seix Barral, Biblioteca Ernesto Sábato, Buenos Aires, 2004).

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