El jardín de medianoche


El jardín de medianoche de Philippa Pearce. Traducción por Amalia Bermejo y Félix Marcos Bermejo. Madrid, Siruela, col. Las tres edades, 2011.  Cartoné. 244 pp., 140 x 215 mm., 18 euros. A partir de 12 años.
 
Por Rebeca Martín

El hermano de Tom tiene sarampión, y por eso sus padres deciden evitar que se contagie enviándole durante el verano a vivir con sus tíos. Allí Tom se aburre: sus tíos forman un matrimonio muy convencional y no siquiera viven en una casa con jardín, sino en una mansión transformada en pequeñas viviendas de alquiler.

 

Una de las múltiples noches que el chico pasa desvelado, pensando en su hermano y en sus padres, decide dar un paso por la mansión. Entonces las cosas comienzan a cambiar: el reloj de cuco da trece campanadas y ante sus ojos aparece una puerta casi escondida. Al atravesarla, Tom penetra en el jardín más maravilloso que ha visto nunca, rebosante de color, de distintas especies vegetales y de… ¿una familia de la época victoriana?

 

El pequeño protagonista encuentra en ese maravilloso jardín un lugar al que escapar todas las noches. Pronto comienza a entablar amistad con una de sus moradoras, Hatty, y descubre junto a ella que puede viajar al pasado tantas veces como la noche y el reloj que da las trece horas se lo permitan. Un rato en el jardín es toda una eternidad en los sueños de Tom.

 

Philippa Pearce, autora británica que falleció en el año 2006, es la autora de esta novela que ha sido reeditada en diversas ocasiones, siempre volviendo al panorama literario con la misma fuerza que en el año 1959 la hizo merecedora de la Carnegie Medal. No en vano la historia ha sido, además, adaptada a la televisión e incluso tiene su propia versión cinematográfica dirigida por Williard Carroll.

 

Los textos que describen el jardín son tremendamente descriptivos y facilitan que el lector se traslade a los parterres y escuche el viento entre las ramas de los árboles. El jardín de medianoche se convierte en un espacio literario tan bello que no es de extrañar que en él, como cuenta la novela, el tiempo se ralentice y ni la soledad de Hatty ni siquiera la enfermedad del hermano de Tom impidan que los dos protagonistas disfruten de su recién nacida amistad. 

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