Alma

Por Miguel Baquero.
 
Alma. Javier Moreno. Editorial Lengua de Trapo, año 2011. 142 páginas.
 

Alma es el título de la cuarta novela de Javier Moreno (Murcia, 1972). Así de sencillo: Alma, esa vieja (y hoy un tanto desvirtuada y hasta ridiculizada) palabra con la que se designa el intangible de cada uno, esas extraños elementos indefinibles que conforman nuestra naturaleza. En la novela de Javier Moreno, “Alma” sería el título de una carpeta de ordenador donde uno de los personajes iría archivando, previamente escaneadas, la imagen de aquellas cosas que de alguna forma que le han impresionado. Sería no más que eso: un sencillo almacén de objetos (o lo que es lo mismo: imágenes, sensaciones sobre esos objetos) sin pretender buscarles ni una razón, ni una explicación, ni una organización, ni un sentido. Más o menos, en resumen, como acontece la vida y como se van llenando, desordenadamente, los interiores de cada quien.

 

De parecida forma a este planteamiento, está escrita la novela Alma. Como un contenedor, en el mejor de los sentidos, donde las cosas van entrando casi según llegan y se van acumulando sin plan previo ni proyecto a la vista. Como una película de celuloide expuesta a la luz donde se van registrando los sucesos, sin juzgar sobre ellos ni establecer categorías ni actuar más que como simple registro.

 

En este sentido, lo más destacable de Alma es, sin duda, su apuesta por esta forma de novelar. Una forma en la que se prescinde del argumento, que realmente es un elemento de la novela, pero no esencial,  como aquí se demuestra: puede haber perfectamente novelas sin argumento, sin trama, sin el esquema tipo planteamiento-nudo-desenlace. Sin historia en progresión: aunque al fondo de Alma se aprecian, efectivamente, las figuras de unos personajes, esos personajes tienen, al fin, la misma entidad que otra ideas y ocurrencias del narrador, a veces geniales, a veces inanes… como, en fin, ocurre a todo el mundo cada día con los materiales que almacenamos en ese contenedor, fichero o trastero en que consiste nuestra vieja alma.

 

Por su concepción, por su realización, por lo arriesgado (y conseguido) de su apuesta, Alma me parece la novela más moderna de los últimos tiempos, de lo último que este crítico ha leído, al menos.  A veces pensamos que la modernidad de una novela consiste en introducir mucha jerga de las calles, o muchos artilugios y dispositivos de la más flamante generación, o en hablar de costumbres que no hace mucho han surgido, o sencillamente en emplear un lenguaje malsonante y hacer gala de una estética pseudo punk.  Lo moderno, sin embargo, es rechazar los esquemas repetitivos, tradicionales más que clásicos, y situarse a la cabeza en la búsqueda de nuevas formas de narrar.

 

 

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