El exquisito nombre de la poesía


Por Luis Antonio González Pérez.

Dame un nombre
David Pulido Suárez

Colección Nueva Vid. Ediciones Idea (2011)

ISBN: 978-84-9941-560-4

72 páginas

 

No pretendo hacer un análisis teórico, ni una crítica docta sobre la poesía de David Pulido Suárez. Me van a permitir que este texto supure admiración y devoción por la maestría de los versos de este primer y gran poemario, titulado Dame un nombre (Colección Vid nueva, Ediciones Idea 2011), del gran poeta canario.

 

Este libro ha permanecido en “el taller” de Pulido Suárez, en gran parte, desde que lo conocí allá por el 2003. Escuché los versos que dan nombre a este volumen y todos cuantos creíamos ser poetas por aquel entonces, descubrimos, que intentándolo nosotros, él ya lo era en mayúsculas. La exquisitez de David, que sin duda bebe del trabajo y pulcritud poética de Manuel Díaz Martínez, José Ángel Valente o Francisco Brines, sin dejar de lado el buen conocimiento de los clásicos, lo ha hecho trabajar en este libro tanto tiempo como ha creído necesario, para el fin, ser padre orgulloso, y tener un excelente y merecido hijo.

 

No he podido remediar – ni lo he pretendido – la emoción y, por qué negarlo, las lágrimas, al abrir el paquete certificado con el que me llegó a Madrid. Devoré sus páginas, como no está recomendado disfrutar de un poemario. Era totalmente inevitable querer tomarlo entero, reconocerlo, festejarlo, tras tanto esfuerzo e ilusión de nuestro amigo.

 

El autor de esta genial obra no teme en ella trabajar formalmente sus versos en perfectos y cuidados sonetos, como los que componen “el nombre” o “DNI”; o acertar con sentencias como la que encabeza la segunda de las mentadas: ¡Identifíquese! / El hombre mira interrogante a los ojos que lo apuntan. En cualquiera de los casos la poética de Pulido nos obliga a la reflexión, lejos de la narración versada de algunos coetáneos, y nos exige embebernos en un paisaje amoroso corpóreo. Hasta las ensoñaciones toman un cariz carnal y humano: Dime cómo pronunciarte en mi boca, / cómo mecerte en mi lengua, /como bañarte en mis labios …

Su constelación poética está cargada de imágenes potentes, perennes en el oído y en la retina: […] y que el espejo, en el mejor de los casos, / si no me escupe / aullará cuando me vea. […] . La rutina y el desasosiego nos recorre la piel con notas  como: […] Regresaré, / luego, / con la jornada atravesada en la garganta, / sin nada bajo el brazo / y con las manos igualmente doloridas. Pero lejos de una exhalación contra la cotidianeidad vacía de nuestro tiempo, David Pulido Suárez arremete, parece que versando a Antonio Machado con aquello de “caminante no hay camino” , y afirma tajante: […] Nadie / es señalado / por ningún dios / ni siquiera /para morir.

El poeta se juzga, se niega y se aniquila en dos poemas donde cita a José Ángel Valente (páginas 30 y 31) con versos pulcros, de expresión ligera pero hiriente reflexión frente al espejo, que no todos se atreven a mirarse: […] Nada / era todo / lo que había / en tanta / nada. / Nunca / supiste / encontrarte.

La lluvia le permite a Pulido adentrarse en un universo de pesadumbre, silencios, vacíos y potencias. Estos poemas (páginas 35 a la 40) maridan las figuras urbanas ( […] No hay niños en los parques / ni ancianos en los bancos que los miren. […]) con losas que recaen sobre la soledad del poeta ([…] No es fácil asumir / la caridad del recuerdo / bajo esta lluvia y esta noche caída / hace tanto / ni distinguir las sombras de las sombras … […]).

 

[…] Todo / está a punto / para recibirnos. […] Así confiesa el vate al tú poético en la parte que titula “Del amor”. Se trata de una pasión madura, serena, que aguarda, a pesar de que nos nombra la urgencia, la falta de aliento, el temblor. Es una familia de palabras sensoriales, que invitan a la vivencia, al tacto, a la proyección del verso sobre el cuerpo del lector, a la quemazón y las carencias ([…] Desnudo: sí. / Ante la ceniza / el latido propagado. ).

 

Abro “DNI” con la estupefacción frente al título, y me encuentro, sorprendido, que se compone en gran parte de excelentes sonetos, fórmula que magistralmente trabaja David Pulido desde que lo conozco. Encontramos entre estas páginas un autorretrato poético. El autor se reconoce en fotografías y recuerdos del pasado. Se aprisiona en sus años, suspira y vive en memoria, sentenciando lo poco que parece la vida un juego: […] La vida, amigo, no permite ensayo. / No te lo enseñará ningún gurú: / tan sólo tú serás tu propia herencia.

 

Al final del libro, con un gran título para el cierre de este volumen,  aparece un genial poema de David Pulido, Después del poema, que termina diciendo, y lo tomo como punto y final de esta confesión de admiración y reverencia ante un grande de nuestra poesía actual:  […] El poema sólo es poema / cuando se hace / silencio.

 

Luis Antonio González Pérez

Poeta y escritor.

 

junio de 2011

 

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