Entrevista a Guillermo Shavelzon

Por Recaredo Veredas.


Guillermo Shavelzon es uno de los grandes agentes literarios de nuestra lengua. Representa sobre todo a autores americanos. Desde consagrados, como Ricardo Piglia o Paul Auster, a jóvenes promesas, como Pola Oloixarac. Shavelzon es un hombre elegante y cano, cuya edad no puede precisarse (oscila entre unos cuarenta y cinco curtidos y unos sesenta esplendorosos). Parece, como debe ser todo agente, discreto y hábil. Ha tenido la gentileza de responder a mis preguntas:

 

¿Son los nuevos escritores latinoamericanos más modernos que los nuevos escritores españoles o simplemente lo parecen?


Yo no me animaría a aceptar esta afirmación. Por un lado no pienso que se pueda hablar de una literatura en general, sino de cada escritor en particular. Por otro lado no hay escritores latinoamericanos, cada país tiene su tradición literaria, su lenguaje, su entorno.

 

¿Mantiene España la centralidad de la literatura escrita en español, tanto desde la perspectiva literaria como editorial?


Centralidad editorial (de mercado), sí, literaria no.

 

¿Se siente raro siendo un hombre en un mundo, como es el de los agentes literarios, dominado por las mujeres?


Nada raro, además esto es así en España, no en el resto del mundo. Me siento muy cómodo.

 

¿Por qué Argentina sigue, década tras década, pese a las sucesivas crisis y el desplome de la clase media, produciendo autores extraordinarios?


Porque tiene una tradición fuerte, de escritores y de traductores. En Argentina se leyeron los clásicos y los contemporáneos de todas las lenguas, cuando en España estuvieron prohibidos varias décadas. Eso lo hicieron los editores españoles republicanos que se exiliaron allí.

 

¿Son rentables los autores literarios pese a sus exiguas ventas? ¿Viven los agentes de la autoayuda y los best sellers?


Los agentes vivimos de una combinación de obras y autores, no sé si todos los escritores son rentables, pero el conjunto de la agencia –y yo lo mido así-, sí lo es.

 

 

 

Usted fue editor antes que agente. ¿Por qué cambió de bando? ¿Entiende las reticencias de los editores ante la intermediación de los agentes?


La reticencia no la entiendo, y en general es muy poca. Algunos pocos editores actúan de esta manera, pocos; la mayoría aprovecha a fondo al agente como un proveedor de contenidos. En todas las actividades hay gente conservadora, en la edición también. No cambié de bando, cambié de actividad, cuando había llegado el momento en que mi trabajo como editor era hacer presupuestos y bajar costes, y ya no podía leer.

 

Parece que se ha detenido el hasta ahora súbito crecimiento del libro digital. ¿Cree que las editoriales serán capaces de asimilar el declive del papel, si este se produce? ¿Y los agentes literarios?


El crecimiento del libro digital recién comienza, yo creo que será importante. Las editoriales que no sean capaces de asimilar los nuevos paradigmas –sin perjuicio de la edición en papel, claro- tienen  un futuro incierto. Las agencias igual. Es como cuando surgió el libro de bolsillo, hubo editores que hablaban del fin del libro, sin embargo cada año en todo el mundo de venden más libros de papel.

 

¿Considera que la literatura escrita en inglés tiene barra libre en España, que es más fácil publicar desde Estados Unidos que desde cualquier otro lugar?


Si, los escritores estadounidenses, al igual que el cine, las series de TV, las hamburguesas, la lengua, las guerras y la prepotencia de lo que eufemísticamente se llama “los mercados”, todo lo que hoy se lleva, tiene más fuerza cuando viene de allí.

 

Un agente literario tiene algo de abogado matrimonialista, que debe solucionar las cuitas legales de su cliente y, además, soportar sus traumas. ¿Cómo evita que las neurosis de sus representados caigan sobre usted?


No sabría responder, creo que en toda actividad hay cuestiones similares.

 

¿Qué criterios sigue al escoger la representación de un autor novel? ¿Influye solo la obra o también aspectos como su edad, su físico o su comportamiento mediático?


Diría que la calidad literaria y/o comercial de la obra es el 95%.

 

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