Entrevista a Ana María Shua

Ana María Shua: “Todos hacen cola para comprar entradas en el circo de la novela. Los microrrelatistas nos conformamos con trabajar a la gorra.”

 




 
 

Páginas de Espuma publica su último libro de microrrelatos, Fenómenos de circo

 


 

 

La sonrisa de Ana María Shua (Buenos Aires, 1951) es como su trayectoria: generosa. Sus textos, el trasunto de la mirada de ilusionista que arroja sobre la realidad. Funambulista de los géneros, Shua ha rebasado durante sus más de 30 años de aportación literaria las etiquetas y ha demostrado que sus credenciales como “reina de la minificción” no agotan ninguna posibilidad. La destreza de sus movimientos también sobre las cuerdas de la novela, la poesía o la narración tradicional dan fe de ello. Si bien, su predilección por el microrrelato ha dado como resultado una nueva obra de textos condensados, Fenómenos de circo (Páginas de Espuma), en donde la autora mantiene sus ojos atentos dentro de una carpa de 360 grados. En ella, una galería de artistas, monstruos y freaks, nos invitan a entrar en un circo imperfecto que contiene reminiscencias de la realidad, con todos sus números, pantomimas y trucos.

 

 

P: Domadores que fingen ser tigres, barbudas que acaban por afeitarse, palomas mutiladas, dragones revoloteando como gallinas, focas camufladas entre el público… ¿Decadencia, extravagancia o distinción?

 

R: Ninguna de las tres opciones. Se trata, simplemente, de una visión rigurosa y desapasionada de este mundo. La realidad es algo muy raro, inesperado y difícil de definir. La imaginación tiene límites pero la realidad es infinita… así que es ¡realismo puro!

 

 

 

 

P: Más de un millar de microrrelatos a sus espaldas y es la primera vez que emplea un mismo tema para toda una obra. ¿Qué tiene el circo de especial?

 

R: Cierto. Es la primera vez que encuentro un tema que me resulta lo bastante rico como para desarrollar todo un libro de micorrelatos…. Supongo que la riqueza procede de esa mezcla de horror, admiración, envidia y malos deseos que sacude al espectador.

 

 

 

P: Pero ese circo que retrata poco tiene que ver con el circo feliz de la infancia. ¿no lo echa de menos?

 

R: Según qué infancia. A mí nunca me gustó mucho el circo. El espectáculo me aburría un poco, aún de niña. Y lo primero que me evoca la palabra circo en relación con mi infancia es olor fuerte y un poco deprimente a orines de fiera encerrada.

 

 

 

P: Remite sin embargo a la vida… a la existencia como un recinto cubierto en el que una gradería de espectadores nos aplaude o abuchea. ¿Es algo más la existencia?


 

R: Por suerte la vida es tan compleja y variada que se la puede comparar con cualquier cosa.

Recuerdo un viejo chiste en que un personaje acepta increíbles sufrimientos y privaciones a lo largo de décadas para llegar al ansiado momento en que puede encontrarse personalmente con el más sabio gurú de todos los tiempos para hacerle la pregunta que lo tortura: “¿qué es la vida?”. “La vida, -dice el gurú-, es como un río…”. “¿Como un río?” -pregunta, asombrado nuestro personaje-. Y el gurú lo mira desconcertado: “¿Ah, qué, entonces no era?”. Nadie puede darte el sentido de la vida…

 

 

P: Muchos de sus artistas buscan desesperadamente la originalidad en sus números… hay quien incluso se traga un paraguas o un poste de luz para lograr el aplauso del público ¿Tanto necesitamos el elogio?


 

R: Así es. Sería imposible establecer un registro completo de todo lo que un ser humano está dispuesto a hacer por un aplauso.

 

P: Y en ese mundo se mueve también el escritor… que “azota con su látigo las palabras hasta obligarlas a saltar por los aros de fuego” ante un público que a veces es de piedra. ¿Es tan arduo el oficio de la literatura?

 

R: Claro, seguro que es arduo. Y no le echemos toda la culpa al público, que tiene derecho a estar harto de ver siempre las mismas pruebas.

 

 

 

P: ¿Es peor aún el del cuentista o el autor de microrrelatos?


 

R: Lo es, pero no por razones de oficio, sino de público. Todos hacen cola para comprar entradas en el circo de la novela. El circo de los microrrelatistas se conforma con trabajar a la gorra. Pero no hay que quejarse, peor les va a los poetas, que pagan porque les dejen hacer saltos mortales.

 

P: En la obra, una gran artista voladora se queda sin trabajo en el circo de minicuento porque parece más apta para una novela de realismo mágico… ¿Se ha privilegiado en exceso a la novela?


 

R: Es cierto, la mayor parte de los lectores prefiere la novela, que por supuesto también a mí me interesa muchísimo, como escritora y como lectora. Es un género de nuestro tiempo, imposible de imaginar sin la imprenta. Y es más fácil de leer que el cuento, la poesía o el microrrelato, porque una vez que se conoce el mundo de una novela, una vez que se han aprehendido sus códigos, es fácil entrar y salir, leer distraídamente. El microrrelato (como el cuento, como la poesía) es más exigente, requiere una atención mucho más concentrada, no podemos perdernos ni una miguita de sentido.

 

 

 

P: ¿Cree que la novela será también el género predilecto en el futuro?


 

R: Sí, es muy posible que siga siendo el género preferido. Creo que lo fue desde su nacimiento, desde la época de las novelas de caballería. En realidad, la novela es más antigua que el cuento de autor.

 

 

 

P: Y sin embargo… ¿larga vida al microrrelato?


 

R: Muy larga. Nació con la literatura oral. ¿Qué se contaban los hombres unos a otros, en los albores del lenguaje, sino microrrelatos? Nació con la humanidad y con la humanidad morirá, más allá de picos de popularidad o desgracia.

 

 

 

P: ¿Cree que lo que se hace en plataformas como twitter es literatura… microrrelatos?


 

R: Twitter, facebook…son medios. Herramientas que se pueden usar para muchas cosas. Un martillo se puede usar para golpear sobre un cincel y crear una escultura, se puede usar sobre la cabeza de una persona y matarla, se puede usar para clavar un clavo en la pared. Quien así lo desee puede escribir microrrelatos en twitter, en facebook, en una hoja de papel, en la arena de la playa, o donde se le dé la gana.

 

 

 

P: ¿Casa el microrrelato con las prisas de la postmodernidad?


 

R: No muy bien, y por eso se prefiere la novela. Como decía, el micrrelato requiere paciencia, muchísima atención y un grado de concentración que no siempre podemos tener. Casa mucho mejor la novela de quinientas páginas para arriba, y quien no me crea puede ir a mirar en las listas de best-sellers.

 

 

 

P: ¿Qué tiene el microrrelato que no tienen los otros géneros?


 

R: La máxima concentración posible de significado en la mínima cantidad de significante.

 

 

 

P: ¿Y la literatura, para autores y lectores, para el ser humano en general?

 

R: Los seres humanos sabemos que vamos a morir y tratamos de olvidarnos para poder vivir. La literatura está allí para recordarnos que: a) ninguna historia humana termina bien; b) no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios.

 

 

 

P: ¿Qué ha significado “Fenómenos de circo” en su trayectoria?

 

R: Quizás, sea mi despedida del género. Con más de mil micros publicados, no sé si tengo algo más para decir o si ya agoté mis posibilidades y no me queda más que repetirme…

 

Entrevista de María J. Mateo

 

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