El lugar de la filosofía

 
 
Por Ignacio G. Barbero.
 
 

La injusticia propia del confinamiento de animales en jaulas radica en que éstos son forzados a habitar un lugar que no es el suyo propio, reduciendo su espacio vital hasta límites insoportables y cambiando, con ello, su dinámica natural. El sufrimiento consecuente es tan enorme que el estrés acostumbra a aparecer y desencadena un comportamiento impredecible, el cual acaba por resultar hiriente para el propio ser vivo. En un hábitat donde no existe la referencia externa, no es posible la contemplación de los acontecimientos cambiantes del entorno, que ayudan al encadenamiento de acciones significativas y, por tanto, al aprendizaje. El aislamiento favorece, a la larga, una progresiva pérdida de perspectiva respecto de lo real y una obsesiva autonomía.

 

De este modo encontramos la filosofía hoy. Despreciada por una coyuntura político-social que no la quiere ni la demanda y arrastrada a un minúsculo reducto de influencia que llegará a ser nada en menos tiempo del pensado, su lugar natural, que es cualquiera donde un ser humano se halle, ha sido vaciado de sentido y de contenido reflexivo. Ahora lo ocupan, a partes iguales, la “educativa” televisión y los libros de autoayuda. Pero mi intención aquí no es hacer una genealogía de los nuevos relatos sobre el hombre, sino atender a la actitud de nuestra disciplina ante esta dolorosa coyuntura.

 

Como el animal encerrado, la filosofía no puede acercarse a la vida que le entorna;  se dedica a debatir sobre razonamientos que ya han sido razonados, convirtiéndose en un pensar que no sale del propio pensar. Academia pura y dura que se comenta a sí misma, como un bucle sin término. Si mantiene este único comportamiento, la filosofía devalúa su condición y ampara involuntariamente el abuso que de ella hacen el sistema y sus instituciones. En consecuencia, su intensidad crítica se depaupera, quedando relegado su discurso a un espacio marginal y anecdótico, cuya relevancia allende las tapas de los libros de la disciplina es, a casi todos los efectos, nula.

 

Visto este estado de cosas, considero que es muy necesario un despertar, violento y revolucionario, que rescate el olvidado “pathos” del principal instrumento filosófico, la razón: “La pasión suprema de la razón es desear el choque, aun cuando el choque se torne de uno u otro modo en su pérdida. Esta suprema pasión del pensamiento consiste en querer descubrir algo que ni siquiera pueda pensar” (“Migajas filosóficas”-Cap.III-,S. Kierkegaard). A través de este conflicto con lo real, de esta agresión, podemos revitalizar la esencia crítica de la filosofía, que no entiende de límites impuestos, sean del tipo que sean. La meditación sobre lo real y lo humano tiene que volver a ponerse en pie de guerra.

 

Para que esto suceda, la condescendencia propia de nuestra especialidad tiene que abandonarse. Hay que analizar profundamente las fuerzas implicadas, criticando desde la raíz el método actual de filosofar y las evidencias que éste nos ha proporcionado. Que una cosa se haya vuelto transparente a nuestro entendimiento no implica que ya no pueda ofrecer resistencia. El choque que la razón desea no sólo ha de volcarse hacia el mundo, sino que también ha de golpear a la razón misma y, por tanto, a la filosofía. Quizás encontremos, con estas agresiones, que somos partícipes de la cárcel en la que nos hallamos inmersos y entendamos que no podemos hacerle el juego al presente continuo de un sistema que desplaza y humilla la reflexión necesaria de la filosofía.

 

Las siguientes palabras de Nietzsche son más necesarias que nunca: “Me parece cada más cierto que el filósofo, al ser necesariamente  el hombre de mañana o de pasado mañana, siempre se ha encontrado en contradicción con el presente; siempre ha tenido por enemigo el ideal de su época. Todos esos extraordinarios pioneros de la humanidad que se llaman filósofos (…) no acabaron por descubrir la grandeza de su tarea, la de ser la mala conciencia de su época” (“Más allá del bien y del mal”, 212).

 

 

2 thoughts on “El lugar de la filosofía

  • el 17 octubre, 2011 a las 9:26 am
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    No puedo estar más deacuerdo con que somos animales enjaulados. Creo que hay que salir de donde estamos, que es donde los que no nos quieren nos han colocado. Pero creo que si lo que hacemos ahora es » analizar profundamente las fuerzas implicadas, criticando desde la raíz el método actual de filosofar y las evidencias que éste nos ha proporcionado», volveremos a mirarnos el ombligo (como se hace hasta ahora en las universidades). No creo que sea la manera de salir. O por lo menos no la única. Creo que la lucha tiene que ser con otros medios.
    Me gusta la violencia, me gusta la revolución y, sinceramente creo que hay que levantarse en armas. Nuestras armas siempre han sido las palabras, que salen de la razón, ( aunque adoro más las que salen de la aparente sinrazón) así qué es lo que debemos usar. En eso estamos deacuerdo, pero creo que debemos de salir de mirarnos el ombligo.
    Gritemos al mundo, ayudemos a que todo gire, pero no nos autoconsolemos y nos autocritiquemos, porque sólo con eso no se crearán las nuevas salidas.
    Volvamos también a la literatura, como ya hiciera Unamuno, o al arte en general,a esos campos que tanto llegan a la sociedad y que pueden consolarla y a través de lo que convences para que la razón decida ponerse a funcionar de modo que la filosofía no se quede aparcada en ensayos ilegibles, aburridos y que solo interesan a unos pocos.
    Me gusta ver que el pensamiento sigue vivo.
    Saludos.

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  • el 8 marzo, 2017 a las 7:10 pm
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    Hätte ich ein ipad, und hätte ich Kinder, dann wäre das Buch bestimmt auf der Eifitunlksae. So wäre es nur was für Neffe und Nichte, aber da gibts keinen ipad in Familie. Eigentlich schade…

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