"Transgression" no sólo viola un espacio privado, bordea la línea entre el bien y el mal. Hablan María Grazia Cucinotta, Fabio Fulco y Enric Alberich, su director.

 

 

Por Luis Muñoz Díez

Fotos de Joaquín Fernández

 

 

Transgression (2011), de Enric Alberich, es una película con una buena factura que cuenta con un reparto internacional de calidad. El actor canadiense Michael Ironside y María Grazia Cucinotta, dan vida a un matrimonio acomodado que no tiene, aparentemente, mayor problema que el hijo de él no acepta a su voluptuosa madrastra. Una noche, la casa es asaltada por una banda que dirige Ivaylo, un delincuente del Este, interpretado por Fabio Fulco, acompañado de su sádica novia, Tanya, Carlos, interpretado por Carlos Bardem, y un el inexperto Helio, interpretado por Yon González. La banda pretende realizar un secuestro express, pero el matrimonio es difícil de doblegar.

 

Después de la proyección, esperábamos para hablar con el director y los actores, y puedo asegurarles que la aparición de María Grazia Cucinotta, chica Bond y protagonista de El cartero de Pablo Neruda (1994), causó un verdadero revuelo entre fotógrafos y periodistas. Fuera de la pantalla, la actriz es aún más bella y espectacular. La custodiaban, entre el aspergeo de los flashes, el actor Fabio Fulco y el director Enric Alberich.

 

 

Antes de entrevistar al director, Enric Alberich, pregunté a los actores por sus personajes. María Grazia Cucinotta es Elena en la película, y por ella le pregunto: ¿Está Elena enamorada de su marido?

Al principio está enamorada de él, de la casa, del poder y poco a poco va descubriendo la verdad y aceptando que se ha creído la mentira de que ha llegado allí por amor. Se da cuenta que se ha vendido por el poder, que ha matado el amor, y esto es algo que le ocurre a muchísima gente que vive esa vida, y una vez dentro de esa dinámica se dan cuenta de que las cosas importantes que querían no las pueden conseguir, pero ya no pueden dar marcha atrás. Entonces viven una vida fingida, viven una vida muerta. Son personas sin vida y a mí me dan muchísimo miedo, porque están dispuestas a todo, no llevan una vida, llevan una existencia.

 

 

 

¿Qué te interesó de Elena, tu personaje? Pregunto a María Gracia, le traducen y me contesta en italiano, mirándome con unos ojos negros que cautivan pero intimidan.

Elegí este papel porque me daba la oportunidad de hacer un personaje de varias caras y también porque la película refleja una realidad que tenemos ahora. Todos vemos a estas clases altas a los que envidiamos porque son ricos. Viven en una casa magnífica, llevan una vida aparentemente maravillosa, pero luego entras y descubres que tienen otra vida. Otra cosa que me interesó es que es un thriller, pero se basa en un miedo cercano. El miedo que tenemos todos nosotros a que alguien entre en nuestra casa, que es ese lugar tranquilo, y se convierta en un infierno, y eso es lo que le pasa a esta pareja.

 

 

Elena es la única que reanuncia al dinero, ¿es una especie de redención?

Sí, renuncia al dinero, pero es una táctica, porque en ese momento lo que se está jugando es la vida y para no perder la vida renuncia al dinero, pero su idea es continuar con esa existencia fingida. Sabe que su vida sino no tiene sentido, sabe que perdió el último tren para poder volver atrás y que ya es demasiado tarde.  Ese dinero que le da al chico es dinero que va a perder pero que lo va a volver a tener, porque ella se queda allí y sigue viviendo ese juego de complicidad con su pareja.

 

 

 

 

¿Se puede definir la película?

Transgression (2011) es una película en la que todo se va transformado. Se va dando la vuelta y nada es lo que parece en un principio. Es una metamorfosis de la realidad, pero también es una metáfora del el purgatorio. Un sitio en el que todo el mundo quiere volver atrás, pero no te queda más remedio que abrir la puerta y entrar en el infierno.

Así describe María Grazia Cucinotta su papel de Elena y define la película.

 

 

 

Fabio Fulco es un actor italiano, nacido San Guiussepe Vesuviano, en 1970, que se dio a conocer en Té para Mussolini, dirigida por Franco Zeffirelli en 1999. Le pregunto por su personaje: ¿Quién es Ivalyo, ese hombre del Este que entra en una casa para hacer un secuestro express que se complica?

Me gustó mucho el personaje de Ivaylo porque es un personaje con un pasado muy bien construido, que viene de Bosnia, y yo lo he elaborado pensando que viene del horror y  ha podido ver matar a su padre, a su madre, a su hermano y él mismo ha matado a mucha gente. He estado en Bosnia y me han contado historias terribles de la guerra, de gente que ha matado a sus propios hermanos.  Ivaylo quiere cambiar su vida y lo quiere hacer en una sola noche y está dispuesto a todo. Está endurecido pero no está loco, y pocas veces te dan la oportunidad de interpretar un personaje tan preciso. Ha perdido  el límite del bien y del mal. Me gustó mucho del guión porque todos los personajes, tanto los cuatro que cometen transgresión como el matrimonio, son todos diferentes, y todos tienen unas razones y están a ras del suelo. Yo provengo de un sitio que está a pocos kilómetros de Nápoles, como tengo los ojos azules y el pelo rubio me proponen hacer de príncipe bajando del caballo, pero estoy muy lejos de eso. Mis amigos, los que no están muertos, están en la cárcel. He visto muchas cosas en la vida que son terribles y me han servido en este  personaje que lo he construido partiendo de que todos los suyos están muertos y no tiene nada. Quiere cambiar su vida en una noche, tener una familia y unos hijos que no tengan que ver el horror que él ha visto. Puede llegar a matar al matrimonio si es necesario, pero es su última vez. Ivaylo está endurecido, pero en él convive también un hombre que sabe llorar, como hace al final, porque ve que pierde, que todo es un fracaso y que pierde a su novia.

 

 

Fabio Fulco describe su personaje de una forma precisa y ya sólo me faltaba saber la opinión de Enric Alaberich, ensayista, crítico, autor de una obra muy personal Visión d´un estrany (1991) y de trabajos muy populares para televisión como Mar Rojo (2005),  Un día una Nuit (2006), y por ser el director hablo con él el ultimo.

 

 

 

Con Trangression (2011) das un giro a tu carrera, iniciada con una película de autor y muy personal como Visions d´un strany (1991).

Yo tengo una trayectoria muy cinéfila, había hecho una primera película muy intimista, muy sincera, quizá demasiado sincera, demasiado honesta y apenas fue nadie a verla, y la idea es abrirme a un gran público sin dejar de ser fiel a mí mismo.

 

 

 

¿Estás satisfecho con la dimensión dramática que tiene la película?

Sí, sí que lo estoy. En esta película hay una representación de la sociedad, hay un matrimonio rico y corrupto, unos atracadores que no tienen nada. Hay una violencia física, pero también hay una violencia que actúa en la lucha por el poder. No es una película política ni de tesis, pero hay unos personajes bien dibujados y no se aparta demasiado del tipo de cine que más me gusta. Hay obras muy personales de cine de autor que pasan por festivales les alaba la crítica y luego el público no las ve. El que sea cine de autor no te asegura que una película tenga calidad, pasa en la cocina, no todos los platos “deconstruidos” son buenos ni todas las lentejas con chorizo son iguales, y es importante discernir entre las dos cosas. Habría que buscar una obra en que el director no tenga que renunciar a una estética, pero que no se haga a espaldas del público. Hace poco más de un mes, en unas declaraciones, un director catalán decía que despreciaba a su público y luego veo que sus palabras no han tenido respuesta, que no sé dice nada, y yo me revelo contra eso.

 

 

 

Cuéntame qué es Transgression (2011) y cómo se cuece.

Partiendo de que Transgression (2011) es una película modesta, porque  no pretende ser discursiva, y de que la idea era hacer una película de género, en base a unos sucesos que están ocurriendo ahora en España, como son los secuestros express y la corrupción urbanística, pero intentando llegar mas allá y hacer un thriller psicológico en el que los personajes tuvieran una profundidad, una alternativa propia más allá del género, de las etiquetas.

 

 

 

 

El decorado es limitado, se desarrolla en una casa, un jardín pequeño y no salen ni diez personajes en la hora y media, y no aparecen nunca todos juntos.

Siempre me ha gustado mucho el trabajo de los sentimientos, trabajar con los actores, con los personajes… La idea era establecer unos personajes que no que fueran absolutamente arquetipos, pero jugando con la tradición del género, presentando una mujer más o menos fatal, un hombre rico y corrupto, unos atracadores malísimos, un héroe que luego la salva… y a partir de ahí hacer un juego de duplicidades. Por ejemplo, cuando presentamos a Elena pasamos de lo más grande, con una panorámica de la ciudad, y nos vamos acercamos a la casa. En la casa la descubrimos y en esas primeras imágenes la vemos siempre a través de espejos en una imagen dual, una imagen virtual, y vemos que tiene una serie de conflictos internos.

 

 

 

¿Es un thriller con dimensión dramática?

Sí, al desarrollarse en un espacio tan reducido, en una casa con un pequeño jardín y sólo tres pisos, no te da para demasiadas persecuciones. Tenía que crear una atmósfera muy prolongada, no daba para mucha acción y había que crear unos personajes con una identidad. Cuando me pasaron la historia y leí las cinco páginas la idea me atrajo, y dado que la historia iba a narrar unos hechos reales, antes de hacer el primer tratamiento, dibujé muy bien los personajes, les busqué un pasado que luego no está en el guión,  pero si que está porque los actores lo conocen y saben cada uno dónde está, cómo está y por qué está.

 

 

¿Es un reto el que esté rodado en un sólo escenario? Es claustrofóbico…

Sí, está todo elegido, es eso que me dices, ya puestos vamos a marcarnos el reto de no salir de aquí. Lo que quería hacer era un tratamiento continuado de violencia, que no fuera directa. Huyendo de los estereotipos que caen en artificios en que uno lanza una pistola, salta el otro, da una vuelta de campana, la cogen, disparan y lo mata. Aquí, lo que puede chocar al espectador es ver que un atracador se tropiece y caiga. Es un poco de patosidad, un poco irónica, pero la vida es así, no es una película, aunque haya momentos más cinematográficos en los que busco la estética.

 

Sí, es más violento y más efectivo ver cómo Tanya, la asaltante,  para que hable el dueño de la casa le presiona a base de clavarle un cutter, y resulta más violento que un tiro seco y aséptico.

Sí, se busca mantener esa mirada violenta, pero muy directa, para que sientas que esto te puede pasar en la realidad, que esto no es una ficción llena de efectos especiales, y eso da una sensación de proximidad.

 

Me decías antes que son unos supervivientes, pero él no quiere soltar el dinero.

No -y se ríe-.

 

En la sala, en medio de tanta tensión, cuando dice en un momento en que la situación puede dar un vuelco “que se vayan pero que dejen el dinero”, ha producido en la sala risa nerviosa.

Sí -vuelve a reír-, es una licencia. Estos atracos suelen ser express, y el personaje de Matthew está trabajado con esa obsesión, y en la caja hay secretos más allá del dinero, y había que justificar ese apego tan importante.

 

¿En la caja está el miedo?

En la caja está el miedo y ese miedo se produce porque es la clave del origen de ese dinero, y entonces no es lo más importante el dinero. En la caja están los contratos y los papeles, y si se llevan el dinero él no pude denunciar porque le pueden preguntar de donde sale ese dinero y que significan esos documentos, y si lo dice iría a la cárcel, porque es dinero sucio y él un corrupto.

 

Aclárame una duda, está claro que Elena está con él por el dinero, y luego le odia y parece que lo necesitará para odiarle.

Sí, hay esa mezcla de amor y odio, y se ve en una situación límite. Yo no me quedo a ninguno, todos tienen un lado oscuro, son un poco corruptos, yo no estoy con nadie, ni con los atracadores ni con los atracados.

 

¿No quieres a tus personajes?

No, no puedo quererlos, porque todos obran mal y son muy poco éticos, pero al mismo tiempo cuando están amenazados, como ser humano, me tienen que dar pena. Yo puedo detestar a una persona y no estar de acuerdo con sus ideas pero si veo a esa persona con un cañón en la sien yo no querré que le maten. Una persona que me cae mal y no la aguanto si me entero de que tiene cáncer yo no me alegro, a mi me da pena. Como ser humano me considero compasivo. Por eso me aproximo a su drama cuando aparece un dinero que él no sabía y mira con extrañeza, con pena, y piensa “esta mujer me estaba engañando”, y dices estoy con él en ese cambio de sentimiento, en ese registro, y así con todos los personajes. Incluso el personaje de Ivaydo, que es un personaje que es malo y es un loco, al final me da un poco de pena, no deja de ser un fracasado.

 

Al final, el único que queda como malo malo es el abogado.

Sí.

 

Con este “sí”, amable y tajante, cierro la entrevista. Añado unas palabras esperanzadoras a las de Enric,  me siento en su bando con su condición y su empeño, y solidario con su lucha, y desearía de corazón que no se quedasen sólo en eso. Pienso que hay muchas historias que contar, y no sólo en el cine español, sino el cine europeo, frente al cine americano se tiene que abrir un espacio. En Francia, Alemania, Inglaterra se hacen películas sobre cosas que pasan en ese momento, y yo pienso que este espacio se puede aprovechar en el cine español. Estas historias tienen que tener su público y llegar a ese público sin que se necesite un lanzamiento supermillonario, yo estoy en esa lucha, en esa condición.

 

 

María Grazia Cucinotta, Enric Alberich y Fabio Fulco.
Luis Muñoz Díez con el director Enric Alberich

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Transgression (2011) se estrenó el pasado 21 de octubre de 2011.

 

 

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