El Hermitage en el Prado

Peine con escena de batalla, siglos V-VI a.C

Por Rubén Cervantes Garrido

El Hermitage en el Prado
Museo del Prado
C/Ruiz de Alarcón, 23. Madrid
Del 8 de noviembre al 25 de marzo de 2012

 

Llega por fin al Museo del Prado el esperado desembarco de obras maestras del State Hermitage Museum de San Petersburgo. La exposición El Hermitage en el Prado abre sus puertas este martes 8 de noviembre y se prolongará hasta finales del marzo próximo. La muestra forma parte del año Dual España-Rusia y viene a ser una réplica a la inversa del viaje que emprendieron importantes obras de la pinacoteca madrileña a San Petersburgo a principios de este año.

 

Canova, La Magdalena penitente, 1808-09

Además de mostrarnos el potencial del Hermitage a través de numerosas obras de algunos de los más grandes artistas de la Historia del Arte, el Prado pretende acercar al espectador la historia de este gran museo. Con este fin, al comienzo de la exposición se nos presentan los retratos de los tres principales responsables de la creación de una colección que con el tiempo se ha convertido en una de las más importantes del mundo: Pedro I el Grande (r. 1682-1725), creador de primer museo de San Petersburgo, la llamada “Cámara de maravillas”; Catalina la Grande (r. 1762-96), responsable de dar comienzo a la gran colección de pintura de la que ahora presume el museo; y Nicolás I (r. 1825-55), quien construyó y abrió al público el Nuevo Hermitage y que concluyó el complejo de edificios que hoy forman el museo.

 

La gran diferencia entre el Museo del Prado y el Hermitage es que el primero se centra en la pintura europea desde el siglo XV hasta Goya mientras que el segundo pretende ser un museo enciclopédico, abarcando un amplísimo arco cronológico y geográfico, a la manera del British Museum, el Louvre o el Motropolitan de Nueva York. De este modo, en la exposición encontraremos piezas que uno no acostumbra ver en el Prado, tales como una horquilla de la dinastía Ming, un sable iraní del siglo XIX con su correspondiente vaina profusamente decorada o un bellísimo peine de entre los siglos V y IV a.C. procedente de la cuenca del río Dniéper. Lo que, sin embargo, sí une a los dos museos es el hecho de que, en cierto modo, ambos son los mayores depositarios de la identidad cultural de sus respectivos países. Son reflejo de la historia nacional, basados ambos en las colecciones de reyes y emperadores.

 

En cuanto a la selección de pinturas del Hermitage que ahora podremos contemplar en Madrid, lo cierto es que el Prado se sentirá muy cómodo acogiendo las obras de los grandes maestros. Algunas de ellas, como el San Sebastián de Tiziano o El almuerzo de un jovencísimo Velázquez, encajarán a la perfección en las salas del Prado, ya que estarán arropadas por las importantísimas colecciones que la pinacoteca posee de ambos artistas. En otros casos, las obras venidas desde San Petersburgo completarán parcialmente algunas de las pocas lagunas del museo. Será interesante también poder contemplar durante este tiempo obras de grandes figuras de las vanguardias del XIX y del XX, desde el impresionismo de Monet a la mística abstracción de Malevich y su Cuadrado negro.

 

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