"Disfrutar de la música" (Akal): la obra total

Disfrutar de la música. Kristine Forney y Joseph Machlis. Akal, 2011, 768 pp. (más dos cederrones), 90 €.

 
 

Por Carlos Javier González Serrano.

 
 

Akal nos seduce para estas Navidades con la publicación de lo que bien podríamos tildar de «obra total» sobre el arte de la música, presentada en un magnífico volumen de tapa dura, ilustrado de modo muy atractivo y acompañado de dos discos que harán las delicias de cualquier lector. Su formato, a caballo entre lo familiar del libro de consulta y lo erudito del tomo enciclopédico, convertirá a este ejemplar en una obra de inapreciable valor en cualquier hogar o centro de estudios, adaptándose a la vez a todo tipo de público, desde el lego en historia de la música, hasta el docente y estudiante de conservatorio que precisen de una fuente fidedigna de referencia.

 
 

Hemos aprendido a expresar los más delicados matices del sentimiento penetrando más profundamente en los misterios de la armonía.

Robert Schumann, cita recogida en el Capítulo XV de Disfrutar de la música

 
 

En palabras de los autores, «su contenido plantea un recorrido por la historia de la música basado en un repertorio variado, que no solo representa a los maestros clásicos –compositores vivos incluidos–, sino que también da cabida a la música popular y a los estilos no occidentales. Asimismo, a lo largo del libro encontrará el lector diversas «Perspectivas culturales», que amplían temas tratadas en el cuerpo central del texto, al tiempo que permiten considerar la música desde una perspectiva interdisciplinar más amplia». Un recorrido histórico que en ningún caso se ciñe a la mera historia de la música, a modo de almanaque casi testamentario (vicio en el que caen numerosas obras de carácter historiográfico), sino que esclarece, de mano de un gran repertorio de imágenes y explicaciones, el hilo histórico que da sentido a cada uno de los momentos musicalmente más álgidos de la línea del tiempo, empleando para ello un lenguaje accesible a todo tipo de público que en ningún caso olvida el rigor propio que requiere la materia.

 
 

El volumen incluye un componente esencial que hace de ella una opción más que recomendable, y que cambiará de seguro la experiencia de la lectura: nos referimos a las guías de audición (con descripciones detalladas de cada pieza), que analizan cien obras de todos los periodos y estilos, ayudando con ello a mejorar el ejercicio –siempre activo– de la escucha musical. Los cederrones recogidos en el libro albergan más de quinientos minutos de música en formato MP3: desde Monteverdi, Bach, Haendel, Mozart o Haydn, hasta Prokofiev, John Cage o el compositor de bandas sonoras John Williams.

 
 

Dadme el mejor instrumento de Europa pero oyentes que no quieran comprender y que no sientan conmigo lo que estoy tocando, y todo mi placer desaparece.

W.A. Mozart, cita recogida en el Capítulo XIII de Disfrutar de la música

 
 

Esta «obra total» que os presentamos me empuja a afirmar, una vez más, que no es suficiente con tener en cuenta el carácter matemático –algebraico– de la música (como en algún momento declararon Platón y ya antes los pitagóricos), sino que en su escucha también se da una suerte de “reacción corporal”: lo decisivo no es lo que se percibe, sino lo que se siente. Y este libro representa, sin duda, una compañero experimentado muy acertado para aprender a sentir la música, para transitar los vericuetos emocionales de que somos partícipes al disfrutar –como ya el título nos anuncia– de una pieza musical. El propio Kant, filósofo alemán de la Ilustración, define la música en su Antropología en sentido pragmático en términos de un juego de sensaciones que vivifica, pero en el que, a la vez, se da cierto orden («Unsinn, worin Methode ist»): «En lo que concierne al sentido vital, no sólo le mueve de un modo indescriptiblemente vivo y variado, sino que también lo robustece la música, esto es, un juego regular de sensaciones (sin ningún concepto). […] Una comunicación de los sentimientos hecha a distancia y en el espacio en derredor a todos los que se encuentran en él, y un goce social que no se aminora porque en él tomen parte muchos».

 
 

Con el objetivo de fijar y repasar los conocimientos adquiridos a lo largo de la lectura de Disfrutar de la música, se incluyen al final del libro numerosas propuestas de audición en capítulos bien delimitados dedicados a los «Materiales de la música». Además, el volumen recoge un apéndice sobre notación musical que explica los símbolos empleados para señalar la altura y el ritmo de las piezas estudiadas. Por si fuera poco, en las guías de audición no solo encontramos la información básica sobre el compositor en cuestión y la obra, sino también una enjundiosa pauta temporal que nos permite descubrir sus principales características estilísticas y formales, todo ello ilustrado con variados ejemplos musicales, lo que convierte a este libro en una irrenunciable guía para acercarnos a una de las manifestaciones más importantes de la humanidad a lo largo de toda su historia: la música.

 
 

¡Ah, la música… una música que trasciende todo lo que aquí hacemos!

A. Dumbledore (Director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería), cita recogida en el Capítulo I de Disfrutar de la música

 
 

Para los que nos dedicamos de una u otra manera a la música, este título que nos sugiere Akal invita a reconocer, de mano del filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860), la superioridad de este arte en virtud de su naturaleza prístina; cuando escuchamos una melodía nos es revelada, de una manera misteriosa, la expresión sentimental de nuestra más subterránea intimidad («pues para la música –aseguraba el pensador alemán– solo existen las pasiones, los movimientos de la voluntad y, al igual que Dios, solo ve los corazones»). El resto de artes, en comparación con la música, solo muestran sombras –no esencias.

 
 

Al margen de tales debates más o menos técnicos, este volumen supone una oportunidad única y privilegiada para acercarnos al universo de la música, y se convierte en un clásico no solo por sus índices de venta en numerosos países, así como por su ya dilatada persistencia en el siempre tan abrumador mundo editorial, sino por las enseñanzas que ofrece a los que, ante todo, disfrutamos de ella…

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