Entrevista a Felipe Almendros: «R.I.P. (Rest in peace)»

 

Por Benito Garrido.

 

A propósito de su última novela gráfica R.I.P. (Rest in peace) (Reservoir Books Mondadori, 2011), hemos entrevistado al dibujante y escritor catalán Felipe Almendros.

 

Felipe Almendros nació en Barcelona hace ahora 35 años, y fue criado en el barrio de Llefià de la localidad de Badalona.  Es uno de esos artistas que entran en el mundo de la creación sin premeditación, pero que se van haciendo poco a poco un importante hueco dentro del mundillo, hasta convertirse en lo que es hoy, uno de los valores más firmes del comic español.  Ya intentando licenciarse como ilustrador comenzó a trabajar por encargo haciendo retratos y dibujos.  Tras viajar a México, donde realiza su primera exposición pictórica, retorna a Barcelona para continuar experimentando con el dibujo, la pintura, incluso el video.  Así nace su primera historia gráfica, Pony Boy (Glenat), titulada así en honor al personaje homónimo del film Rebeldes de Coppola.  Después vendría Save Our Souls (Apa Apa), y la actual R.I.P. que nos ocupa.

 

R.I.P.  Felipe Almendros.  Reservoir Books Mondadori, Barcelona 2011.  Novela gráfica.  192 páginas.  18,00 €

 

El trabajo de Almendros es un como un punto y aparte en el mundo de la novela gráfica que actualmente se está haciendo en nuestro país: original, inquietante y radical.  Aunque podríamos haberlo marcado con un solo adjetivo, diferente.  En RIP nos cuenta de manera descarnada y peculiar su lucha personal por superar una serie de terribles acontecimientos, que le podrían haber afectado a cualquiera, pero que le tocó vivir a él mismo.  Así, el autor se vuelve en protagonista inevitable de una historia que es un ejercicio de superación…  O más bien de salvación.

 

En este comic se nos presenta a un personaje, alter ego del autor, que huérfano de madre tiene que enfrentarse a la muerte accidental de su padre.  El protagonista ya viene lastrado por una oscura depresión y una profunda agorafobia que también tiene que superar.  Siempre se ha dicho que las desgracias nunca vienen solas, y así, Felipe tendrá que asistir a su hermana enferma de cáncer en  la transfusión de médula que necesita.  Toda estas circunstancias conforman un paisaje desolador que Felipe nos muestra en este rompedor comic de una manera limpia, como si de un torrente de sentimientos y miedos encontrados se tratara.  Un arduo trabajo que no busca provocar lástima sino más bien un honesto ejercicio de búsqueda personal que permita progresar.  La trama evoluciona de manera sorprendente, en giros inesperados, y se va desenvolviendo lenta hasta llegar a un final realmente alucinante.

 

Almendros huye de la viñeta clásica del comic para jugar con los espacios que determinan una página en blanco.  Así, los dibujos parecen evolucionar sin orden, pero nada más lejos, lo que pasa es que es el lector quien debe guiarse dentro de la lógica de la historia.  Una presentación sencilla para textos y dibujos, que contrasta con la profundidad anímica que se transmite.  El color también es clave en aquellos momentos donde el mundo onírico toma posiciones, como única vía de escape a las circunstancias.  Al margen de influencias externas que determinen su labor, el autor nos muestra en estas páginas la realidad descarnada que le tocó vivir, su visión más íntima y personal.  Y es que, nadie mejor que uno mismo para hablar de sus propios problemas.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Cómo surgió la idea de hacer este comic/novela gráfica tan personal?
La idea se fue fraguando los días que pasé en el hospital con mi hermana.  Estuvo ingresada un año y pico en el hospital por culpa de la leucemia que padeció y yo iba cada día para estar con ella y hacerle compañía.  En esos días siempre bromeábamos sobre la vida que habíamos tenido en familia y, sobre todo, como había sido nuestra convivencia con mi padre cuando él aún estaba en casa viviendo con nosotros.  Supongo que la noticia de su muerte nos hizo remover un poco el pasado y darnos cuenta de lo que supuso para nosotros su figura.  En mi familia siempre hemos aplicado el humor para todo, y más en los malos momentos, así que en medio de esas conversaciones de hospital y, entre risas, fui montando mentalmente todo el libro, o por lo menos, aquello que me parecía que necesitaba soltar de alguna manera.  Eran imágenes a modo de película que después desgrané en formato comic, porque como ilustrador, me era más fácil explicarlo de manera coherente o legible.  Como un diario ilustrado o algo así.

 

P.- ¿Cómo fue lo de meterte en el mundo del comic y por qué?
El primer comic (Pony boy) lo hice como un experimento.  Nunca había sido muy lector de comics, pero siempre he estado rodeado de ese ambiente comiquero por el hecho de haber estudiado ilustración.  Además siempre había pecado de no acabar ninguno de los proyectos que empezaba, así que fue como el reto de ver si era capaz de hacer algo así.  La verdad que fue toda una experiencia hacerlo, pero usé  demasiados tópicos tanto en la historia como en el grafismo, pero me sirvió mucho para darme cuenta de lo que quería explicar en los siguientes libros.  Tanto en Save Our Soul, como en este último (R.I.P.).

 

P.- Tu historia plantea un debate interno, una gran lucha emocional… Desahogarse.  Abrirse así, tan desgarrado ¿puede realmente ser terapéutico?
Un poco terapéutico sí que es, la verdad, pero no tanto como parece en el libro.  Lo que sin duda ayuda es el tiempo que pasas pensando en la historia, creando los personajes, imaginando los diálogos, o simplemente, las horas que pasas dibujándolo todo.  Creo que la terapia es la distracción que te supone el hecho de hacerlo y no estar todo el día pensando en tu depresión o un tu lado más oscuro.  Es como mantenerte ocupado coloreando mandalas.

 

P.- En este viaje interior que es RIP, tratas de mostrar todos los “yos” que tiene Felipe Almendros.  ¿Crees haberlo conseguido?
Eso es difícil de saber, incluso para mí.
Están los “yos” que en ese momento estaban más latentes en mi vida, en ese momento y en esa situación.  Está el yo protagonista, que es el yo que la gente puede ver, el yo más farmacológico que usa la medicación como panacea para sobrevivir y perder el miedo a la vida y a las relaciones personales, el yo más negro y negativo que no me deja en paz y que siempre es muy autocrítico, y el yo más infantil que sigue encerrado en casa al lado de mi madre y que se niega a crecer y afrontar la vida con la mentalidad de un adulto.
Pero cada día se generan “yos” nuevos que te acompañan y te hacen vivir de manera diferente.

 

P.- El protagonista emprende un viaje en el que parece que solo va buscando problemas… que luego se van superando.  ¿Es una apología de la lucha diaria?  
Es como vivo la vida.  Para mí la vida es como una jornada de trabajo interminable.  Todo me parece un esfuerzo enorme.  Siempre he tenido muchos problemas para relacionarme con los demás o afrontar situaciones que para los que me rodean no les supone ningún esfuerzo.  Creo que lo vivo todo con demasiado miedo.  Sé que el mundo es así y lucho por entrar en el engranaje, pero reconozco que sufro bastante.  En R.I.P hay muchos personajes de mi entorno que me aconsejan y me animan a continuar el camino.  Es la manera que elegí para evidenciar mi autismo.

 

P.- R.I.P. ha sido como un libro de autoayuda para ti al escribirlo.  Pero también encuentro un enfoque onírico importante.
El enfoque onírico me parecía muy necesario, ya que el 90% de la historia pasa dentro de mi conciencia.  También me pareció que ese enfoque me permitía ser más libre a la hora de mostrar las situaciones que imaginaba, tanto de grafismo como de narrativa.  Era mucho más divertido partir de la premisa de que todo valía en ese mundo imaginario y, de paso, me podía ahorrar el tener que hacer fondos muy trabajados.  Bastaba con poner una línea de horizonte o nada.
Me emocionaba mientras avanzaba en la historia y no tenía mucho tiempo de hacer decorados, me centraba más en los diálogos o situaciones que me venían a la cabeza. Era como escribir dibujando o algo así.

 

P.- Composición sin viñetas, con espacios muy blancos y escasos puntos de color.  Tiene mucha fuerza.  ¿Qué pretendes con este mecanismo?
El mecanismo era casi improvisado, porque avanzaba con rapidez dibujando lo justo para que la historia se entendiera.  Aún así, me gustaba que cada página tuviera una composición interesante, y tanto la falta de viñetas como el exceso de fondo blanco, me iba genial para mover los elementos por el espacio a mi antojo sin estar marcado por las pautas de las viñetas.  No quiero decir que las viñetas no me gusten, pero en este caso me venía bien no usarlas, porque así todo parecía mas inmediato, como en un book de bocetos en el que uno va dibujando cosas que nadie va a ver nunca.  O que piensas que no verán.

 

P.- Tu libro también tiene mucha fuerza narrativa.  ¿Se podría haber escrito una novela quizás? ¿Por qué no?
Tardé mucho en imaginar todo lo que quería contar, pero cuando lo ordené mentalmente, pensé en escribirlo a modo de diario o novela, sin pensar en que alguien lo leería, pero siempre que pienso una historia la imagino más como imágenes, como una película que avanza, así que añadirle dibujos fue algo casi visceral.

 

P.- Los dibujos son “feos” pero tienen una potencia realmente inquietante.  ¿Has utilizado este tipo de dibujo a propósito para este libro?
Creo que los dibujos son feos porque en esa época estaba un poco atormentado.  Había superado la agorafobia y me veía con fuerzas de dibujar, pero sin duda había un poso depresivo bastante evidente, así que tampoco me entretenía mucho en pensar si estaba bien o mal dibujado, solo me centraba en que los personajes fueran reconocibles y se entendiera quien hablaba en cada momento.  Cuando veía como iba quedando el grafismo, me daba cuenta de que me gustaba mucho, porque parecían hechos por un psicópata o algo así.  O sea que en algún momento decidí potenciar esa esquizofrenia que supuraba en cada dibujo.

 

P.- ¿Por qué el nombre de tu padre en la portada como si fuese el autor?
No es que me gusten demasiado los finales sorpresa, pero me parecía que era una bonita manera de cerrar el libro.  La idea de que el final se explicará en la portada era algo que me parecía muy divertido.  Es algo que añadí cuando supe que se iba a publicar, así que cambié algunas cosas para que encajara en la historia y lo incluí como un juego que hacía más participe al lector.

 

P.- Has hecho ilustración, comic… ¿Qué encontraste en el comic que no te aportaran otros medios para contar?
De pequeño me pasaba el día escuchando cuentos en cassette que me compraba mi madre en el mercadillo de mi barrio, y también dibujaba mucho, cualquier cosa y a cualquier hora.  Supongo que sigo jugando a mezclar esas dos cosas.

 

P.- ¿Cómo llegas de editoriales pequeñas a una gran editorial como es Mondadori?
Hace tiempo le llevé un Save Our Soul a Mónica Carmona y un buen día recibí un email de ella interesada en mi trabajo.  Me preguntó si tenía algo nuevo y le dije que sí.  Le llevé el R.I.P medio acabado y ya está.

 

P.- A mí tus historias me dan un punto cercano al comic indie, sobre todo al americano.  ¿Cómo lo ves tú?
Yo no sabría diferenciar un comic americano de uno francés, por decirte algo.  Pero es verdad que me dicen eso.  Yo lo veo más como un comic indie de Llefià, de mi barrio.

 

P.- ¿Qué influencias del comic, del cine o de la literatura te han marcado a ti hasta llegar aquí?  ¿Qué comic/película/novela te hubiese gustado hacer/rodar/escribir?
Sinceramente creo que mi influencia viene más del cine, porque apenas leo libros o comics.  En cambio el cine y la televisión siempre han estado a mi lado.  Yo supongo que son cosas que te vienen de cuando eres pequeño y te pasas el día pegado a la tele, viendo un millón de dibujos animados, series y películas.  Sin darte cuenta vas entrando en esa narrativa y en esa pauta del genero.  Siempre te imaginas como serían tus historias y tus personajes, y cuando eres adulto te animas a hacerlo en el formato que sea.  Mis películas favoritas son demasiadas, pero me gustan las de Herzog, Lynch, Harmony Korine, Jim Jarmusch, Vincent Gallo… Aunque de igual manera puedo ver cien veces más por televisión Regreso al Futuro o cualquier otra.  También soy muy fan de los documentales, de hecho en R.I.P. hay un montón de horas de National Geographic, Discovery Channel y cosas así.  La agorafobia me hizo pasar largas horas pegado a la tele, así que muchos diálogos tiene que ver con cosas de esos documentales sobre naturaleza, ciencia y cosas así.

 

P.- ¿Crees que la ilustración que se hace hoy en día puede ser un paso previo para llegar a hacer comics?
En mi caso la ilustración me sirvió mucho.  Es genial aprender a dibujar, usar todas las técnicas, puntos de fuga, perspectivas, volumen, semiótica del color y todo eso que te enseñan en la escuela.  Creo que para romper las reglas es importante conocerlas.

 

P.- ¿Tienes nuevos proyectos a la vista? ¿podemos conocerlos?
Ahora mismo no tengo nada en mente.  A veces me imagino cuentos y relatos con personajes muy curiosos, pero todavía no han cogido forma, no tienen un universo definido.  Lo que me tiene muy entretenido es la pintura, hacía mucho que no pintaba y la verdad que es muy divertido.  Ojalá pudiera hacer una exposición con todo lo que estoy haciendo.

 

Muchas gracias Felipe por tu tiempo y tus respuestas.  Y enhorabuena por RIP.  Es la hostia.
Muchas gracias a ti Benito, y gracias también, por el interés. Me alegro muchísimo de que te haya gustado tanto. Me parece que: “Es la hostia” es de lo mejor y más sincero que me han dicho.

 

 

One thought on “Entrevista a Felipe Almendros: «R.I.P. (Rest in peace)»

  • el 12 enero, 2012 a las 9:12 am
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    Felipe, yo también considero que es la hostia!

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