The Corner o la lucha por la vida

Por José A. Cartán.

Hablar de HBO a estas alturas sería caer en la misma redundancia de siempre. Una cadena que ha dado a luz obras del calibre de Los Soprano, Carnivale o Deadwood, además de ser la causante de que en estos momentos estemos siendo testigos de la segunda época dorada de la televisión, no puede más que tener su asiento reservado en el Olimpo cinematográfico (y no televisivo) para lo que resta de eternidad. Es muy extraño que alguna producción que lleve su firma no sea, cuanto menos, sobresaliente. Da igual que se introduzcan en el mundo de la mafia, en un circo ambulante o nos descubran un western que no tenga nada que envidiar a cualquier film de Ford. El resultado es tan digno, existe tal meticulosidad por los detalles, cuidados hasta el extremo, y el tempo de la narración está tan bien hilvanado que uno no puede dejar de maravillarse.

 

The Corner es una de las pocas miniseries que ha hecho HBO a lo largo de su historia, si exceptuamos Hermanos de Sangre o Generation Kill, entre otras pocas más. Sin embargo, la serie creada por David Simon, responsable de The Wire o Treme, es una de aquellas creaciones que suele quedar rezagada en las listas o, lo que aún es peor, olvidada. El caso de este inexplicable hecho hace que dejarse llevar por el entramado de calles que aparecen en The Corner sea incluso más satisfactorio para el público que si éste conociese de antemano la reputación de dicha serie. Simon se adentra con una dureza inusitada en un terreno repleto de fango y consigue que el espectador se convierta en principal partícipe de la lucha por la supervivencia.

 

La serie, basada en la obra literaria The Corner: A Year in the Life of an Inner-City Neighborhood, nos relata durante un año el intento por subsistir de un grupo de personajes presos de la droga, sin futuro alguno y con la constante sombra de la muerte acechándoles en cada esquina. La serie comienza y termina todos sus capítulos realizando brevísimas entrevistas a los personajes principales de la historia, realzando de esta forma el componente no ficcional de la trama. Tal y como hemos dicho, y a lo largo de los seis capítulos de los que consta la serie, el espectador será uno de los personajes que caminen por el laberinto de la drogadicción, siendo él mismo testigo de la euforia que sufren los personajes tras un “pico” o su histeria, provocada por el “mono” que continuamente les persigue.

 

Es difícil hablar de protagonistas en The Corner, ya que ante nuestros ojos se nos presenta una galería inmensa de personajes, definidos de manera concisa y precisa, en un retrato coral perfectamente coordinado. No obstante, será una familia de clase media consumida por la adicción a las drogas la que se erija como ligero protagonista de este relato. Siempre y cuando consideremos que la serie de Simon deba tener necesariamente una voz individual; lo cual no creo en absoluto, ya que la importancia de la historia radica en el conjunto que conforman todos los hombres y mujeres que pululan por las calles de Baltimore. El retablo tan desmaravillado que compone cada uno de ellos es indispensable para comprender la realidad conjunta en la que se mueven diariamente, y este tríptico no podría ser descrito de manera tan perfecta si el relato se centrara única y exclusivamente en la mera particularidad de un sujeto.

 

Durante las seis horas que dura el descenso a los infiernos por las calles de Baltimore, seremos testigos de las idas y venidas de un grupo de personajes que buscan la dosis necesaria para aguantar un día más. Poco importa que sea heroína, cocaína o cualquier otro tipo de droga. Lo único que se busca es la mágica explosión en las venas, ese estallido inefable para seguir un día más al pie del cañón. Así como el intento de la pareja protagonista de conseguir un trabajo y salir de la pobreza más absoluta, junto a un hijo adolescente que prefiere estar traficando en las esquinas de los suburbios antes que ir a clase ya que es, según afirma él, “lo único que sabe hacer”. Los episodios alternarán la cruenta realidad del presente con los recuerdos de estos tres protagonistas, en los que será el pretérito bienestar y la prosperidad de la que eran partícipes en el pasado las que aparezcan durante unos instantes a modo de flashback, creando un descarnado contraste de desesperanza y frustración.

 

En The Corner es inconcebible alcanzar la felicidad, ese sentimiento no tiene cabida en las calles de Baltimore. Allí solo hay una horda de seres humanos completamente desintegrados que buscan una esperanza inexistente entre calada y chute. Allí solo se oye el intercambio de billetes por frascos de cocaína, por la mañana, y el estrépito que producen los disparos y los cuerpos al caer en el asfalto, de madrugada. Los derroteros que toma la serie desde su inicio son los más desagradables, los más difíciles de asimilar. Aquellos cauces se componen de imágenes reales y en su más honda profundidad existen personajes que respiran, lloran y, sobre todo, sangran. Aquello que se hace denominar vida y que, tarde o temprano, siempre termina alcanzándonos.

 

* The Corner se emitió entre Abril y Mayo de 2000 en la cadena norteamericana HBO.

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