Entrevista a Jordi Sierra i Fabra por “Sombras en el tiempo”

 

Por Benito Garrido.

Fotografías de Pablo Álvarez.

 

A propósito de su última novela, Sombras en el tiempo (Plaza y Janés Editores, 2011), hemos entrevistado al escritor Jordi Sierra i Fabra.

 

Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) es un escritor que destaca por la variedad de temáticas y registros en su narrativa, ya que aborda todos los géneros.  Es autor de una ingente obra literaria, compuesta por casi cincuenta novelas, ochenta obras sobre historia de la música y biografías musicales, y más de trescientos títulos de narrativa infantil y juvenil, así como varias obras de poesía y ensayo.  Ha vendido diez millones de ejemplares a lo largo de sus cuatro décadas de carrera literaria y ha sido traducido a treinta idiomas.  Tanto en castellano como en catalán, ha conseguido alrededor de una treintena de premios literarios y reconocimientos como el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Ateneo de Sevilla, Villa de Bilbao, Gran Angular, Edebé, Columna Jove, entre otros.  Viajero impenitente, su obra se nutre muchas veces de sus propias vivencias a lo largo y ancho del mundo.  En 2004 creó la Fundación Jordi Sierra i Fabra en España, y la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra para Latinoamérica en Colombia, destinadas a impulsar la lectura y ayudar a jóvenes escritores en sus primeros pasos. Su labor social se vio recompensada en 2010 con el Premio IBBY-Asahi de Promoción de la Lectura, el máximo galardón internacional en la materia.

 

Sombras en el tiempo.  Jordi Sierra i Fabra.  Plaza y Janés Editores, Barcelona 2011.  512 páginas.  19,90 €

 

En 1949, una familia de inmigrantes se instala en Barcelona en busca de una vida mejor. Carmen y sus hijos llegan a la ciudad condal para reunirse con Antonio, el padre de familia, que les espera después de trabajar varios años en la capital. Animados por la promesa de una vida mejor, alejada de las penurias del campo en Murcia, su tierra natal, se enfrentan a la dureza de un mundo desconocido para ellos donde las heridas entre vencedores y vencidos están todavía demasiado abiertas. El deseo de Úrsula por triunfar en los escenarios como cantante, las dificultades de Fuensanta para incorporarse al mundo laboral, los devaneos amorosos del galán Ginés, la lucha de Salvador contra la intolerancia, y la brecha que empezará a crearse entre Carmen y Antonio por los secretos de un matrimonio oscuro, marcarán sus destinos en un país que camina con esfuerzo en pos del futuro. El amor, la lucha, la represión, la supervivencia, el deseo y la esperanza marcarán sus vidas a partir de ese momento.

 

La épica historia de una familia que emigró a la gran ciudad en busca de un sueño. Con las cartillas de racionamiento, la represión ideológica, la amenaza de las cárceles franquistas o la tenaz rebeldía de los maquis como telón de fondo, Sombras en el tiempo es una historia minuciosamente ambientada que atrapará al lector por sus personajes emotivamente trazados, sus tramas bien hiladas y la perfecta recreación de los años más emblemáticos y turbulentos de la posguerra, un tiempo donde la subsistencia del día a día era el único recurso frente a la adversidad.  Una desgarradora historia que se hizo merecedora del X Premio de Novela Ciudad de Torrevieja.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Cuándo surge el gusanillo de la escritura en Jordi Sierra y cómo?
Yo ya nací para escribir. Ya de pequeño leía un libro al día que compraba de segunda mano con los reales que me sacaba de vender pan seco y papel usado. Recuerdo leer a gente como Silver Kane que luego resultó ser González Ledesma, padre putativo y uno de mis mejores amigos. Y es ahí, con ocho años, que me di cuenta de aquello, cuando temeroso por mi tartamudez y tras un accidente importante que me llevó al hospital, escribí un cuento de tres páginas. Descubrí entonces que escribiendo no tartamudeaba, y eso fue lo que definitivamente me empujo a decidir, yo quiero ser escritor.  Al principio mi padre me lo prohibió, quería que estudiara otras cosas.  Esa lucha personal por llegar a ser lo que quería, me llevó a crear la fundación, dar herramientas para escribir a gente que no las tiene.

 

P.- Acostumbrado como nos tienes a escribir literatura juvenil, ¿dónde está precisamente ese escalón que te permite pasar de este tipo de literatura a la novela para adultos?
Para mí solo hay un escalón, de infantil a libros.  Cuando hago infantil no pienso en los niños como tales, pero el lenguaje me lo exige, aunque no baje el nivel.  También he hecho novelas que se han convertido en lectura obligada en institutos. Y si hago género policiaco, o novelas como ésta que tocan temas más de adultos, el lenguaje es diferente, se adapta a la novela, me dejo guiar por ella.  Es algo que me sale de dentro, con una fluidez absoluta, no tengo que cambiar ningún chip mental.  
Como decía Steve Jobs, la gente no sabe lo que quiere, está esperando que tú se lo des. Lo que he conseguido con el tiempo es que mis lectores digan “quiero un libro Sierra i Fabra”: un libro ágil, sin paja, que no dormirá a las piedras, que cuando vayan por la página 30 ya no puedan soltarlo.

 

P.- ¿Qué te impulsó a escribir la historia de esta familia Cerón y en ese periodo de tiempo tan concreto?
En el 2006 escribí la novela Cuatro días de enero, cuyo personaje principal el inspector republicano Miquel Mascarell tuvo tanto éxito, que me vi obligado a escribir dos historias más: Siete días de julio y Cinco días de octubre. Libros que transcurrían en el 48.  Tenía toda la documentación de esta época.  Entonces me surgió la idea de los emigrantes tras la guerra. Era cuestión de aprovechar toda esa documentación. Si a esto le añadimos todas las batallitas que me contaban los padres de mi mujer junto con su familia, como emigrantes de Murcia que eran, resulta que tenía material suficiente para escribir Sombras en el tiempo. Y aquí está.
La gente piensa que una novela coral es difícil, pero a mí me ha salido del tirón. Me gusta escribir, lo llevo en la sangre desde siempre y lo llevo haciendo toda la vida. El año que viene publicaré mis memorias literarias, en mayo.  Contaré todo lo realizado libro por libro.

 

P.- Tocas todos los posibles conflictos que una familia puede vivir: la mentira, los secretos, la homosexualidad, la belleza, los convencionalismos sociales…  Foto completa de una época.
Es una novela. Alguien me dijo: “Jordi, es que les pasa de todo”. Es como decía, una novela, y en ella tienes que condensar una época, lo que se vivía y cómo se vivía. No tomo partido. Es el retrato de un época con todo lo que supone, y punto.

 

P.- “El sol sale para todos”… “Saldrá para todos pero no calienta igual”  Que triste frase la de uno de tus personajes, pero que verdad tan terrible en aquella época de incultura y pobreza.
A veces me viene un afán extraño, y es sacar frases de alguno de mis libros. Encuentro algunas que extrapoladas me digo, “son muy buenas, ¿son mías?”. No puedo controlar lo que me sale cuando escribo, sea romántico o social. Si es una perla, pues cojonudo. Esa frase en concreto era la pura verdad pues en pleno invierno, por mucho que caliente el sol, o tienes un jersey o te hielas.

 

P.- ¿Qué lleva al ser humano a seguir alimentando la intolerancia incluso una vez superada una guerra tan tremenda como la nuestra?
La incultura es la base de todo.  Este país va a seguir yendo mal mientras no nos demos cuenta de eso. Los políticos, según las encuestas dan prioridad al paro, al terrorismo… La educación y la cultura están el catorce o el quince siempre. Seguiremos igual mientras no nos demos cuenta que la cultura es lo que salva a los países.
En Medellín, el presupuesto en cultura roza a veces el sesenta por ciento. Hoy en día, es una ciudad como un bálsamo de aceite, en comparación con otras ciudades marcadas como México DF o Caracas. Sigue habiendo violencia, pero ni de lejos comparado con lo que había antes.
Aquí leemos más que nunca, pero los chavales no entienden lo que leen.  No hay una generación que tenga abierta la mente a la lectura.  Los video juegos te dan agilidad mental, una película te puede emocionar, pero únicamente leyendo se va a engrasar la cabeza.  Y si me salvó la vida a mi que era un don nadie muerto de hambre, cualquiera puede evolucionar.
Todo gira en torno a la cultura. Por qué un chaval pega a otro en el colegio, se odian las razas o al vecino… porque nadie se pone en la piel del otro. Y eso es cultura. Hay que conocer la realidad.

 

P.- ¿Puede, o debe ser la literatura un arma para la crítica social o política?
Ha de serlo como todo arte. Cuando Picasso pinta el Guernica te está diciendo mira la matanza que se ha hecho en España.  
También puedes encontrar manifestaciones que no lo son: imagina el director que rueda “Los albóndigas en el campamento”, pues esto difícilmente podrá ser una crítica, o quizás sí, dependiendo de si esa persona pretende criticar los campamentos en Estados Unidos.
Hay una cosa que me desespera en nuestro país, la censura. Cuando estoy en Barcelona, si puedo cada noche voy al cine, encuentro niños que van a la sala sin saber lo que van a ver.  También pueden jugar a videojuegos matando bichos o buscar porno en internet.  Pero un libro que va a tocarte cualquier tema con seriedad, te lo prohíben en la escuela. Dice un maestro, es que si pongo esto como lectura, me matan. Estamos peor que hace veinte años.  Un libro mío fue censurada su lectura en un colegio porque utilizaba la palabra orgasmo. Y de las asociaciones de padres que vetan los libros porque hablan de divorcios o lesbianas, ya ni te cuento.  Eso está ocurriendo hoy. En EEUU el número uno de los libros prohibidos en bibliotecas es un cuento infantil de dos pingüinos que adoptan un pingüinito.  Son dos pingüinos, claro, ahí está el problema, si fueran macho y hembra no pasaría nada… Estamos censurando el libro como ese vehículo cultural que abre las mentes.  Y luego encuentras otras cosas en la televisión en pleno horario infantil que dices… Que te voy a contar que no hayas visto ya.

 

P.- ¿Qué temas son los que crees que interesan más los jóvenes de hoy en día?
Cualquier joven te dirá que las novelas fantásticas o los libros realistas con sus problemas. Eso es lo que les interesa.  Me han pedido que escriba algo de vampiros, pero es que yo no sigo las modas. Hace muchos años, cuando era niño, todos sabíamos de lo que hablábamos cuando decíamos que nos gustaban los libros de aventuras, pero hoy en día, ¿qué es un libro de aventuras? Es algo complicado, pues es un tema que como tal no existe.  Ni Crepúsculo ni Harry Potter son libros de aventuras.  Ya no encontramos los libros tipo Salgari o Julio Verne.  
El chaval, en el fondo, pide algo que le sorprenda, que le enganche y le divierta, y también que le ayude a pensar.

 

P.- En un autor tan prolífico como usted, ¿teme que alguna vez se le acaben las ideas?
Nunca. Tengo libretas con ideas apuntadas como para escribir cien años. Ideas nunca faltan. Del periódico mismamente puedo sacar un par de ideas a diario. Escucho a la gente. Llevo todo el día la parabólica puesta. Incluso tengo un bloc encima de la mesita de noche donde apunto los sueños o ideas que me vienen a la cabeza cuando estoy en la cama.

 

P.- Supongo que a lo largo de su carrera habrá recibido muchas críticas, tanto buenas como malas.  ¿Le terminan afectando?
Me dan igual, tanto las buenas como las malas. Yo he escrito mucho y he tenido suerte, pues nunca me han acusado de repetirme.  No tengo secretarias ni ayudantes, todo me lo hago solo. Sé que publico mucho y que las editoriales a veces lo sacan todo a la vez. Y quizás eso es lo que critican, pero yo creo que antes deberían leer ese libro y luego opinar.  Que no te gusta, pues que se le va a hacer, no puedes gustar a todo el mundo, y el arte es algo vulnerable que se expone precisamente a cualquier crítica.  Creo que con diez millones de libros vendidos, algo tendré.  Lo que no acepto es la mentira, y alguna vez se me han criticado cosas que no son verdad.

 

P.- ¿Sigue yendo a los colegios para dar charlas literarias a los alumnos?
No, ya no.  Escribir, la fundación, y los viajes que implica, me ocupan mucho tiempo.  En México, Perú o Chile sí que sigo yendo a colegios. Son otros países y otro concepto, quizás más vocación literaria y voluntad de hacer preguntas y saber. Aquí estamos en un país de nuevos ricos, los chavales también son nuevos ricos todos. Vas a un colegio y en lugar de oír “hostia, viene un escritor ¿qué me contará?”, encuentras que dicen “joder, viene un paliza, a ver qué nos va a soltar”. Lo saben todo. Primero, vete y escúchalo y después valora. Ya sé que es una pose, pero es que en otras ciudades como México un teatro para mil ochocientas personas, se llena para oírte. Eso es maravilloso.  Y por otro lado, también soy ya bastante mayor.

 

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