Portentos y prodigios del Siglo de Oro

 

Portentos y prodigios del Siglo de Oro. Luciano López Gutiérrez. Editorial Nowtilus. 432 pp. 19,95 €. 

 

 

Capítulo 1 Del poder de la imaginativa en la gestación

 

Los intelectuales de los Siglos de Oro, siguiendo a los filósofos antiguos, pensaban que la imaginativa, o imaginación, era la parte integrante del ánima encargada de acoger los datos que le suministraban los sentidos:

 

Así como en las funciones de nutrición reconocemos que hay órganos para recibir los alimentos, para contenerlos, elaborarlos y para distribuirlos y aplicarlos, así también en el alma, tanto del hombre como de los animales, existe una facultad que consiste en recibir las imágenes impresas en los sentidos, y que por eso se llama imaginativa.

De anima et vita, I, X

Juan Luis Vives

 

Ahora bien, esta facultad no solamente era considerada como una potencia pasiva, que se limitaba a recibir los datos sensoriales, sino que también se le reconocía una faceta creadora, como se puede comprobar con la lectura de la glosa que hace Fernando de Herrera al verso 6 del soneto III de Garcilaso en sus memorables Anotaciones:

 

Son tres las facultades interiores del ánima, que Galeno llama regidoras, dejando el entendimiento, que el médico lo considera poco: la memoria, la razón y la fuerza de imaginar, que es la fantasía, común a todos los animados, pero mucho mayor y más distinta en el hombre […] Y por esta se representan de tal suerte en el ánimo las imágenes de las cosas ausentes que nos parece que las vemos con los ojos y las tenemos presentes, y podemos fingir y formar en el ánimo verdaderas y falsas imágenes a nuestra voluntad y arbitrio.

 

Asimismo, se pensaba que no todos los hombres tenían idéntica habilidad para el manejo de la susodicha capacidad, pues la destreza en el uso de la misma dependía de la proporción que reinara en la mezcla de los fluidos corporales o humores: sangre, cólera, bilis y flema, según señalaba un médico español del siglo xvi, Huarte de San Juan, que incluso ha llamado la atención de Noam Chomsky, el fundador de la Gramática Generativa, al relanzar en esta época la vieja teoría fisiológica clásica, con raíces en Aristóteles, Galeno e Hipócrates, según la cual el temperamento de los individuos dependía de la proporción de los cuatro humores referidos, que se asociaban con los cuatro elementos de Empédocles y con las cuatro cualidades que correspondían a estos: el calor, el frío, la sequedad y la humedad.

 

Pues bien, los hombres en los que imperaba la imaginativa eran especialmente diestros en disciplinas que, a decir del citado Huarte, consisten en figura, correspondencia, armonía y proporción:

 

Las artes y ciencias que se alcanzan con la memoria son las siguientes: gramática, latín y cualquier otra lengua; la teórica de la jurispericia; teología positiva; cosmología y aritmética.

Las que pertenecen al entendimiento son: la teórica de la medicina; la dialéctica; la filosofía natural y moral; la práctica de la jurispericia, que llaman abogacía.

De la buena imaginativa nacen todas las artes y ciencias que consisten en figura, correspondencia, armonía y proporción. Estas son: poesía, elocuencia, música, saber predicar; la práctica de la medicina, matemáticas, astrología; gobernar una República; el arte militar; pintar, trazar, escribir, leer, ser un hombre gracioso, apodador, pulido, agudo in agilibus; y todos los ingenios y maquinamientos que fingen los artífices; y también una gracia de la cual se admira el vulgo, que es dictar a cuatro escribientes juntos materias diversas, y salir todas muy bien ordenadas.

 

(…)

One thought on “Portentos y prodigios del Siglo de Oro

  • el 18 junio, 2012 a las 11:05 pm
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    Magnífica incursión en aspectos poco conocidos del Siglo de Oro. Sumamente interesante y divertido. Imprescindible.

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