Manuela Vázquez Montalbán

Por Raúl Fernández de la Rosa. 

Dice García Márquez que siempre trata de ponerse a prueba. Que nunca se conforma, que jamás desearía volver a dar lo mismo al lector, pues sería un engaño. Carme Riera, con su última novela, ʻNatura quasi mortaʼ, se ha desafiado a sí misma, introduciéndose en el género negro. Último gran triunfador, en cuanto a ventas se refiere, de la literatura. Piénsese en el malogrado Larsson.

La escritora reconoció, en La Vanguardia, que tuvo que realizar un trabajo de lectura e investigación, pues no era su género favorito. También dijo, en la misma entrevista, que Stieg le gusto mucho menos –en referencia a las diversas lecturas. Llosa, sin embargo, reconoció que la saga tiene fallos, pero muchísimos más aciertos, pero bueno, ese es otro tema – y ya se sabe, algunos llegan a las manos. La mallorquina realizó un trabajo de campo -a pesar de que el libro no tiene pretensiones de non-fiction-, pues el punto de partida es una desaparición real, un Erasmus –que no de Rotterdam- francés en la realidad, rumano en la ficción – hoy sigue desaparecido.

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