“Sexo / Muerte”, de Dorion Sagan y Tyler Volk

 

Por Facundo Calbó Leyes.

 

Si el más grande toro que nos pone la vida enfrente es que al nacer hemos de morir, suerte que tenemos sexo. Ante la muerte ni siquiera los que mejor faena hagan serán perdonados. Es un astado que se deja torear, mas siempre nos lleva a perecer. Gusta de darnos tiempo; demasiado, pues nos apega a la vida, y aun así poco, pues nos enseña a pedir más. Bravo es el novillo del que hablo- la muerte- porque a todos nos hace iguales, nos hace duraderos, nos hace escombros…Suerte que, al menos, todos tenemos sexo.

 

Teniendo en cuenta que estos dos temas son los de mayor relevancia para el hombre y que ninguno de los dos se puede dar si no se da el otro, no es de extrañar que la editorial Kairós los haya recogido en un único volumen. “Sexo/Muerte” es un libro doble, con dos portadas, dos autores y dos solapas. De un mérito añadido por ser capaz de igualar, en lo que a la edición respecta, el atractivo del tema y del título.  Si del derecho lees “Sexo” del revés queda “Muerte” y viceversa; cara y cruz.

 

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Dorion Sagan es autor de “Sexo” y sí, es el hijo del aclamado científico Carl Sagan, reconocido mundialmente por la serie Cosmos. Su madre es la recientemente fallecida Lynn Margulis que, si bien no tuvo la popularidad de aquel, es todavía una reconocida bióloga evolucionista. Con este punto de partida no es de extrañar que Dorion Sagan heredara el espíritu de sus padres convirtiéndose, a la postre, en ensayista y escritor de ciencia ficción.

 

De los contras que se pueden alegar en cuanto a la forma de “Sexo”, decir que arriesga demasiado en un lenguaje distendido y jovial,  perdiendo a ratos la credibilidad que se merece un ensayo sobre esta cuestión. No parece decente que a Britney Spears se la compare con un paramecio, no tanto por una falta de elegancia sino de originalidad. Resultados más desafortunados son frases como: << para la mujer o la hembra humanoide que nos precedieron, representaba el equivalente genético a ir de compras que, en este caso, no giraba en torno a ropas, perfumes, equipajes, cosméticos, electrónica o juguetes para los niños, sino más bien, hombres. >>. Por lo mismo se antojan innecesarios los chistes sobre masoquistas y suegras entremezclados en el argumento, casos que ni merecen citarse aquí. Paradójicamente, y a pesar de su sentido del humor, se vuelve un libro demasiado frío, químico y fósil para lo candente del tema. Esto es efecto de que Dorion no piensa el sexo, sino que lo explica a partir de la reproducción. Conocedor de esta advertencia afirma: << Los relatos científicos sobre sexo no son tan hermosos como Scarlett Johansson… >>. Amén.

 

Sin embargo, el desliz de estilo no disminuye su calidad en lo que a divulgación científica refiere. Tres son las secciones que tiene el libro, y he de decir que cuando saltas de una a otra hallas aumentos de calidad que lo van haciendo más exquisito. La primera de las tres, tal vez de menor profundidad, está repleta de chascarrillos científicos y de menciones a trabajos de actualidad : El sexo de las bacterias y su papel fundamental en la evolución, niños que nacen con cola y nos hacen pensar que satanás (de existir) también tenga una, bonobos teniendo besos con lengua y sexo en postura de misionero, que el miembro del ser humano es mayor que el del gorila y el del chimpancé pero éste último produce tres veces más células espermáticas por eyaculación que el hombre, que gracias a que las mujeres no tienen estro los hombres se volvieron más fieles,  etc.

 

En la segunda sección del libro se abandona el aspecto de laboratorio para hacer un recorrido por grandes nombres como los de S. Masoch, Bataille,  Casanova o Sade. Gana aquí un lado más histórico y anecdótico que envuelve al libro con un tinte de relato. Baste citar a Sagan hablando de Sade para dar con la tónica general del apartado: << Sus escritos parecen insistir en que la naturaleza es amoral, que carece de todo tipo de brújula moral, algo que su visión del placer nos presenta extrapolado. >>

 

Definitivamente, será en la tercera sección donde se de con el esplendor que merece Sagan o un ensayo sobre el sexo. Aquí se exponen teorías mucho más atractivas, como la de la Reina Roja. Sobre ésta decir, básicamente, que al poseer los animales la necesidad de evolucionar para sobrevivir, el sexo entre macho y hembra juega un papel esencial, porque la reproducción monoparental es menos eficaz a la hora de prevenir enfermedades que la reproducción biparental. El entrecruzamiento permite una mayor mezcla y por lo tanto una mayor posibilidad de superación. En cualquier caso, y en palabras del autor: << ni aun las más osadas misántropas podrían, dado el estado actual de la ciencia […] acceder hoy en día a los medios necesarios para soslayar completamente, si deseasen reproducirse, al macho. >>

 

Por todo esto me reafirmo: suerte que tenemos sexo. Si lo dije es porque sin la reproducción no habría vida, y sin duda alguna Dorion Sagan hace hincapié en esta idea, la traza como fundamental en su libro y no es casualidad siendo él un científico de la evolución. A veces se nos queda corta dada la amplitud del tema, pero los microscopios nunca ven a lo grande. En cualquier caso una lectura muy recomendada.

 

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“Muerte” comienza con una alusión personal del autor Tyler Volk a una experiencia cercana a la muerte que, a la vez que nos mete a los lectores en vereda, narra por qué un científico natural va a tratar sobre ella. De él en España no se conoce mucho, pero se aconsejan algunos videos muy llamativos en YouTube sobre el CO2.

 

Este es un libro más serio que el de Dorion Sagan, al menos en lo que concierne al estilo. Con todo sigue pareciéndome vago en el mismo sentido, como si de una clase de universidad se tratara (que no es casualidad siendo él profesor) en donde un exceso de claridad lo vuelve un tanto simplón. Quiero decir que la muerte es un tema capaz de generar fobias, lloros y ansiedades, de hacer que los hombres construyan catedrales, guerras u óperas; la muerte es tantas cosas que sabe mal verla reducida así: << La ciencia demuestra que, tanto en la vida como en la muerte, nos hallamos unidos a todo los seres en un orden más elevado. >>; y desde ahí, relacionar la muerte del ser humano con la de células que viven y mueren, << la muerte se presenta cuando cesa la dinámica molecular interna. >>, anula ya el diálogo de manera directa, no hay transición.

 

Por todo esto, “Muerte” mantiene muchas de las características de “Sexo”. Al fin y al cabo, ambos son ensayos científicos que no pretenden sino atraer al lector medio. Y estoy convencido de que cualquier amante de la ciencia hallará en ellos muchas respuestas que lo seducirán.

 

Pero, al igual que Sagan, también Volk sabe mantener su libro en un vilo creciente, dejando la duda de que quizás sus respuestas lleguen más lejos. Reflexiona sobre preguntas tan básicas como: ¿qué pasaría si una bacteria pudiera reproducirse sin la barrera de la muerte? y, por lo mismo, ¿qué pasaría si el hombre pudiera reproducirse de dicha manera? La respuesta al caso bacteriano nos deja atónitos: << bastarían setenta años para que la masa bacteriana acabase alcanzando, en una suerte de avalancha de dimensiones cósmicas, el tamaño de la Tierra >>. En definitiva, se trata de que muriendo es como la vida adquiere lo que necesita o, mejor dicho, que es la muerte la que permite vivir a otros seres vivos.

 

Aunque los ejemplos sean dramáticamente originales sucede que cualquier occidental medio apela a consignas parecidas para hablar de la muerte. Se dice que << la muerte es natural a la vida >>, << que somos polvos de estrella >>, << que seremos comida para otros >>. Me sucede que Volk actualiza con ejemplos lo que ya todos pensamos y me pregunto si no hay nada más, si no se podría ir más lejos.

 

La muerte de un árbol, la muerte de sus células, es a ojos de Volk un caso magistral para el hombre. Vuelve a mí la misma sensación: ¿no es la muerte del hombre mucho más que la muerte de un árbol? Un árbol, nos cuenta, da más a la inmensa mole del universo que un ser humano. ¿Qué debemos pensar?

 

Es entonces cuando vuelves al comienzo del libro y lees la dedicatoria: a la memoria de Joseph Volk, Rhoda Amon, Orren Champer, John Richards, y a todos aquellos vivos que les amaban; de alguna manera vuelves a confiar en que Tyler Volk sí tiene más que decir. Lo cierto es que sí lo tiene. Consigue declarar una teoría que de verdad te conecta al libro, que de verdad se acerca a la muerte, que de verdad se acerca a la memoria, que sí nos toca. Por ello, de verdad, no dejes de leer.

 

 

“SEXO/MUERTE”

Dorion Sagan / Tyler Volk

Ed. Kairós, 2012

312 pp. , 17.31 euros €

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