Indorock: las raíces (indonesias) del rock ‘n’ roll en Europa. Segunda parte

Los hermanos Tielman, en Timor ca. 1947

 

Por Jaime Moreno.

 

El proto-rock indonesio desembarcó en Europa en los años 50, poco después de la independencia de los Países Bajos, tras una larga historia de mestizaje cultural en Oceanía. La ciudad portuaria por la que entraban casi todos los inmigrantes indonesios en la metrópoli era La Haya, y esta sería también la insospechada cuna del indorock.

 

La Haya, aparte de sede del Gobierno, era una extensión de fábricas oxidadas y garitos subterráneos de dudosa reputación. En ellos se concentraba la primera generación de posguerra, tan ociosa y contestataria como hambrienta de cultura popular. Pero quienes más hicieron por extender la primera ola del rock ‘n’ roll en esta parte de Europa no fueron los hijos rebeldes de las clases medias holandesas sino, precisamente, un puñado de músicos de tez morena y exóticos acentos, venidos casi todos de las antiguas colonias.

 

El movimiento indorock contó con decenas de representantes, que publicaron discos con mayor o menor éxito, y que se aprovecharon de la cercanía de Hamburgo. En aquella época, no era difícil cruzar la frontera y obtener un contrato para tocar en vivo durante un par de semanas en esta ciudad portuaria de la República Federal Alemana. En Hamburgo, pues, pasaron temporadas casi todos los conjuntos indorock. Algunos, por ejemplo The Fire Devils, compartieron escenario con los primeros Beatles, que habían llegado desde Liverpool, todavía sin Ringo y aún calzando botas de cowboy. Se dice que el joven John Lennon escuchaba indorock con respeto y admiración, consciente de la veteranía de sus artífices.

 

A mediados de los años sesenta, cuando aún andaba buscando su mejor sonido, Jimi Hendrix también hablaría maravillas del indorock. Andy Tielman tocaba la guitarra con los dientes mucho antes de que lo hiciera el genio americano. Su grupo, Tielman Brothers, es quizá el más representativo del indorock, y el que alcanzó mayores cotas de popularidad en Europa entre 1955 y 1965.

 

La historia de Tielman Brothers comienza bajo el nombre de Timor Rhythm Brothers, en las remotas islas de Oceanía y en la también remota fecha de 1945. Era una banda infantil (cuatro hermanos y una hermana) dedicada a tocar una especie de keroncong, el estilo creado gracias a la importación de guitarras portuguesas y ukeleles hawaianos, pero con guiños al blues y al swing de última generación. Por su originalidad y destreza, estos chavales alcanzarían mucha fama en su país: hicieron giras por Bali y Sumatra e incluso llegaron a tocar delante del primer presidente de la república, el despótico Sukarno.

 

En 1948 sonó en la radio indonesia una grabación de “Guitar Boogie”, el multimillonario éxito de Arthur Smith, que los hermanos Tielman no tardaron en emular, y que sería en efecto su primera incursión en los simples y directos ritmos del rock ‘n’ roll. Así que cuando pasaron la aduana de Holanda, en 1957, mientras la juventud europea se lanzaba a imitar a Elvis con toda la urgencia de la novedad y la moda, los ahora conocidos como Tielman Brothers (a partir de entonces un cuarteto masculino) tenían ya casi una década de experiencia en el asunto.

 

Los hermanos Tielman en la «expo» de Bruselas, 1958

 

Su gran oportunidad llegó en 1958, al recibir una invitación para tocar en directo en la Exposición Universal de Bruselas. Sobre el escenario, estos cuatro músicos de apariencia tropical hiceron gala de su pericia con los instrumentos de cuerda, y dejaron al público boquiabierto con un caótico despliegue de posturas irreverentes: se arrojaron al suelo, escalaron el contrabajo, y tocaron la guitarra con los dientes y por detrás dela cabeza. En fin, no sólo fueron pioneros en la práctica sonora del rock ‘n’ roll, sino que también lo fueron en su representación escénica.

 

A partir de 1958 los Tielman Brothers firmaron contratos discográficos con sellos locales y extranjeros, hicieron giras por toda Europa y abrieron las compuertas del éxito a una ola de bandas de rock llegada desde el otro lado del mundo: The Javalins, Crazy Rockers, The Hurricane Rollers y un largo etcétera que, más allá de lo puramente anecdótico, componen una escena musical completa.

 

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Aunque el indorock es básicamente rockabilly, a menudo indistinguible de los sonidos anglosajones, tiene muchas variantes que evocan sobre todo las músicas del Océano Pacífico. Nombres venidos de Indonesia como Georges De Fretes, maestro del keroncong, serían responsables de la fiebre hawaiana que sacudió centroeuropa hacia 1960. Lo más interesante es que esto sucedió justo antes de que llegaran las primeras noticias del surf-rock instrumental. No he encontrado evidencia de que el indorock influyera directamente en la producción de The Shadows o The Ventures, pero no cabe duda de que el sonido trémolo y limpio de las guitarras Fender era conocido en la Europa continental cuando Nokie Edwards hizo su aparición en escena. Como botón de muestra, el excelente disco Johnny On His Strings / Black Eyes Rock (1960) de Electric Johnny & his Skyrockets:

 

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 La fama del indorock en nuestro país, y su olvido inmediato, es uno de los capítulos más extraños de esta historia de viajes transcontinentales. El grupo en cuestión es The Black Dynamites, que en 1959 editó su primer disco (Ready to Rock, Delahaye Records) y que pronto se vio inmerso en una extensa gira europea: Alemania, Escandinavia, Francia y, por fin, España.

 

Aquí llegaron como adelantados del pop, firmaron con el sello Polydor y confeccionaron el tema “¡Olé, cordobés!” (1965), con el nombre de Los Indonesios. La canción, que parece grabada en una plaza de toros, con bullicio y trompetas incluidos, es mucho mejor de lo que esta premisa o su propio título sugieren. Es, de hecho, un tributo rock ‘n’ roll al folklore pre-moderno, en la línea de la famosa “Apache” (1960), firmada por los muy ingleses The Shadows en honor al Salvaje Oeste americano.

 

También en 1965, Los Indonesios ganaron el Festival de León. Su actuación fue vista por media España en la televisión nacional ―cuando aún se veían estas cosas― lo cual se tradujo en varios contratos discográficos que se extendieron hasta el final de la década. Los Indonesios-The Black Dynamites lanzaron al mercado una serie grabaciones de tema hispánico, algunas más o menos potentes, y otras más o menos casposas: “Gitana”, “Twisting con Los Indonesios”, “Delicado”, “Estrellita”… Su popularidad también atrajo la atención de varias solistas ye-yé, como Concha Velasco y Rocío Durcal, con quienes colaboraron en el estudio y delante de las cámaras.

 

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En la década de 1970, Los Indonesios-The Black Dynamites continuaron expandiendo su propuesta por el mundo, y encontraron aceptación en Casablanca y otras ciudades del norte de África… Y la escena indorock se diluye o estanca a partir de aquí. En fin, el camino recorrido desde Java y Yakarta, desde que llegaran los portugueses con sus guitarras en el siglo XVI y desde que estos jóvenes asiáticos llegaran a Holanda con el secreto del rock ‘n’ roll en los años 50, es largo y más que fascinante. Y hoy, tanto ellos como el resto de los grupos que formaron la improbable escena indorock, una de las más improbables de todas las escenas rockeras, son apenas recordados, no sólo en Europa sino, según parece, en Indonesia también.

Algunas reediciones de indorock pueden encontrarse en el sello Sam Sam Music  

Jaime Moreno Tejada es el autor del libro Rokku: una historia del rock japonés, 1945-2010 (Ediciones Quarentena, 2011).

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