La sabiduría indígena

Por Ignacio G. Barbero.

“Los humanos hacen poco. Creen que saben mucho… Los humanos no pueden hacer un árbol” (Fidelia Fielding, India mohicana, 1904).

 

A lo largo de su historia, el mundo “civilizado” ha puesto su subsistencia en manos de la expansión territorial y la explotación masiva de recursos naturales. Son dos fuerzas que se alimentan mutuamente para potenciar su efectividad y no entienden de excepciones que desafíen el rentable sistema de valores en el que se asientan. Si estas últimas se dan, acaban siendo asimiladas con mayor o menor violencia. Ejemplar a este respecto ha sido la conquista de América, todavía activa, que se ha ido encontrando centenares de pueblos indígenas ajenos a su virulenta dinámica; y sigue haciéndolo. El conflicto actual con numerosas tribus surge porque estas habitan en zonas muy ricas en materias primas y tierras cultivables, manjar delicioso para algunas multinacionales, que ponen todos los medios legales -y no tan legales- a su alcance para hacerse con la propiedad de esos territorios. La respuesta nativa a esta presión es rotunda y clara: «hemos vivido aquí desde hace cientos de años y dependemos de este medio para subsistir. Si los árboles se talaran y las aguas se contaminaran, nos quedaríamos sin casa ni alimento y, en consecuencia, sin presente y sin futuro. No nos moveremos».

La exigencia de respeto suele incomodar, más allá de las empresas implicadas, a todo defensor a ultranza de las bondades de este tipo de progreso económico, que incluye en sus argumentos una condescendencia paternalista con estas tribus poco menos que insultante, dando síntomas de una gran ignorancia de los principios que sustentan sus formas de vida y justificando indirectamente con ello la “debida conquista”. Este desconocimiento que compartimos muchos de nosotros es cómplice y culpable. En consecuencia, me he sentido en el deber de exponer con la mayor fidelidad posible la realidad indígena del continente. Para esto he acudido a las fuentes documentales más significativas:  la de los indios norteamericanos y centroamericanos (no podemos tomar la parte por el todo, pero sí aceptar una comunidad de carácter muy marcada que se observa en esta diversidad de tribus y hacerla extensible, con precavida garantía, al resto de América). Ellos nos muestran que:

 

– “El silencio es la piedra angular del carácter” (Ohiyesa/Dr.Charles A. Eastman, Indio Dakota Sansee, 1902).

Durante la vida, uno se debe mostrar imperturbable ante los propios sufrimientos y penurias , “sin que una hoja se agite en el árbol, ni una onda sobre la superficie del estanque luminoso”. Esta es la conducta ideal, la que es sutil, silenciosa, y expone en el dominio de sí mismo el auténtico valor de la persona. La paciencia con la que uno lo lleva y el sentido de reverencia hacia lo que la Naturaleza trae son marcas indelebles de un buen carácter. Estos factores se muestran de manera cristalina en el progreso y educación de los niños, quienes aprenden no a preguntar “¿por qué?” a todo, sino a callar, escuchar y ser conscientes de lo que les rodea. Así, asimilan rápidamente lo que sus progenitores y maestros les dicen, siendo progresivamente los depositarios de la sabiduría acumulada por la tradición. Conforme van creciendo, esto se refuerza, mas no implica que deban ejercer su derecho a la opinión. Han de esperar y decantar adecuadamente lo recibido: “Guarda tu lengua en la juventud…y en la vejez quizás madure un pensamiento que sea útil para tu pueblo”(Ohiyesa).

 

“Al caminar sobre la Madre Tierra, posamos siempre los pies con cuidado porque sabemos que las caras de de las generaciones futuras nos miran desde abajo” (Oren Lyons, Indio Onondaga, 1990).

El sentimiento de comunidad es el fundamento de toda acción en la tribu. En ella están presentes el pasado, el presente y el futuro. Sus gentes saben de dónde vienen y se preocupan por los que vendrán. Por un lado, los maestros de los jóvenes, que son los abuelos, los padres, los tíos, a saber: las generaciones anteriores, ejemplo de lo que hay que hacer, espejo donde mirarse. Por otro, observamos que en la forma de vida que llevan, en la manera que tienen de relacionarse y plantear sus normas siempre piensan “en la séptima generación futura”, como ellos mismo dicen. Se sienten responsables del porvenir de la comunidad, de su adecuada subsistencia; no quieren que las siguientes generaciones encuentren un mundo peor que el que ellos tienen;  si cabe, que habiten uno mejor. En conclusión, nunca olvidan que son hijos del pasado y padres del futuro.

 

“La primera paz, que es la más importante, es la que surge en el interior de las almas de los hombres cuando comprenden su relación, su identidad con el universo y todos sus Poderes” (Alce negro, Indio Lakota Oglala, 1948).

La naturaleza es madre y ejemplo para los indígenas. A partir de ella, estudiando sus procesos, han establecido su sociedad. Las leyes son ejemplos prácticos inspirados en el comportamiento natural. Como este nunca ha cambiado, las normas de vida milenarias tampoco lo han hecho. Aquí, religión y sociedad se hacen indistinguibles; la madre Natura les ha creado, es divina, merece adoración, y, por otro lado, ha configurado la estructura ética y política de la comunidad.

El resto de la creación siguen también esos preceptos de vida. Los árboles y el resto de los animales nunca cometen un error; siempre viven y vivirán de acuerdo a cómo fueron creados. Además, “todas las criaturas poseen un alma en algún grado, aunque no forzosamente un alma consciente de sí misma. La cascada, el oso gris…cada uno de ellos es una Fuerza encarnada y, como tal, objeto de reverencia” (Ohiyesa, Indio Dakota Santee, 1902). El respeto reverencial que se le debe al resto de seres es en esencia un respeto por la naturaleza misma que a todos acoge; ser consciente de que se forma parte de un todo interrelacionado es clave en la existencia de estos pueblos. Ellos saben, que a pesar de llegar muy arriba o muy lejos en los triunfos personales, los seres humanos son, al fin y al cabo, una porción muy pequeña del universo en equilibrio con las demás. Esta perspectiva les permite ser conscientes del lugar que ocupan en la naturaleza, un lugar humilde pero fundamental, y les otorga paz. Ésta se halla en el interior de todos ellos, a partir de la cual emanan con pura calma y espontaneidad las dimensiones individuales y sociales de su comunidad.

 

¿Por qué nos quitáis por la fuerza lo que podéis conseguir con amor? ¿Qué podéis conseguir con la guerra?” (Wahunsonacock, Confederación de Powathan, 1609).

La religión es parte activa en la vida de los indígenas. Más allá del nombre de sus divinidades, las claves de su religiosidad están en el hecho de que siempre ha sido la misma, se ha ido transmitiendo de generación en generación, y que su enseñanza se resume con suma brevedad: “Agradecer todos los favores recibidos, amarnos los unos a los otros y permanecer unidos”. Entienden, con una bella ingenuidad, que si todos hicieran algo por los demás, se sacrificaran por su bienestar, aunque fuera solo el de una persona, no habría nadie con miseria y necesidad en este mundo. Estas ideas, fruto de un sentimiento radical de comunidad humana, no impiden que se defiendan con fiereza si se sienten agredidos o amenazados. Su pacifismo y “buenismo” radica en el reconocimiento recíproco, en el cual uno ve como igual al otro y, en consecuencia, lo trata con respeto. Si este no se cumple, no hay lugar para términos medios.

Volvamos al principio de esta reflexión. Hemos recorrido el suficiente camino como para comprender en sus raíces las reclamaciones de la población nativa ante la invasión territorial de las multinacionales. Esas tierras son su familia, su casa, su universo y su Dios. Si los gobiernos de los países implicados no actúan con presteza y decisión de cara a defender los intereses indígenas, estarán perdiendo una riqueza humana pura e irrepetible, que ha ido extinguiéndose a los largo de varios siglos a consecuencia de un lógica de conquista y explotación masiva, la propia de nuestro mundo “civilizado”.

7 thoughts on “La sabiduría indígena

  • el 8 mayo, 2012 a las 5:37 pm
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    No me puedo negar a la tentación de citar a Horkheimer «La Tierra enteramente ilustrada resplandece bajo el signo de una triunfal calamidad»

    Felicito al articulista porque ha conseguido hacer, del formato de su artículo, una constelación de conocimientos, y doblemente felicitado por ofrecernos un contenido de «filosofia de conciencia» sin contaminantes populistas

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  • el 9 mayo, 2012 a las 11:30 pm
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    Muy interesante la cita de Horkheimer, y muy apropiada.

    Muchas gracias por las felicitaciones. He trabajado bastante en este escrito, la verdad.

    Un saludo.

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  • el 11 mayo, 2012 a las 12:48 pm
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    Como comentaba ayer con un muy buen amigo mio, creo que en este caso es un error colocar el foco en las multinacionales. Al fin y al cabo, son los estados los que ostentan el poder y, como bien indicas Ignacio, tienen el deber de poner coto a estos abusos.

    Lamentablemente estás culturas pasarán a la historia como tantas otras, la suerte es que haya habido personas que han recopilado y puesto por escrito estos testimonios y esta forma de ver el mundo.

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  • el 14 mayo, 2012 a las 1:16 am
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    Hola, Jorge.

    Estoy de acuerdo en que los Estados tienen responsabilidad en los abusos contras estas poblaciones y han de ponerles freno. Creo, además, que menciono este hecho cuando hablo de los «medios legales -y no tan legales-» que utilizan las multinacionales para obtener la propiedad de las tierras indígenas. En ese momento es cuando intervienen los gobiernos, desterrando a esas gentes o garantizando su bienestar. Siendo salvadores o verdugos.

    Ahora bien, y tras estudiar mucho este tema, considero que su papel está muy condicionado y determinado por los intereses privados de las empresas que desean explotar esas tierras; en muchos casos, los políticos trabajan para ellas, con lo que básicamente no son distinguibles de los directivos de las mismas. Entraríamos aquí en una cuestión crucial: la imposibilidad cada vez mayor de controlar los intereses económicos privados de las transnacionales, que están en todas partes y en ninguna y hacen que los Estados sean meras marionetas cómplices de sus desmanes.

    Y, por último, mi intención principal era muy sencilla: dar cuenta de cierta sabiduría común a ese mundo indígena americano que progresivamente ha sido desterrado, anulado y menospreciado. Sin embargo, por muchos estudios o ensayos – como éste- que se escriban al respecto, sólo serán palabras en un libro o en una web, meros fantasmas; no habrá realidades culturales que reclamen esos valores, que les den vida, que es lo verdaderamente importante. Lamentable es una adjetivo que se queda corto para describir este hecho.

    Un saludo.

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  • el 18 agosto, 2012 a las 3:17 am
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    Esa foto es de una aborigen Venezolana, porque hasta nustros indigenas son bonitos , ja.

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    • el 9 mayo, 2020 a las 3:52 pm
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      Hola Ignacio,

      Te escribo 8 años y 2 días después de escribir tu artículo, hoy, la vida quiso que llegara a mis manos. Me parece muy bueno, interesante y puro, enhorabuena por tu estudio.

      Tengo muy claro que el mundo civilizado ha olvidado aquello que nos hace vivir, que es la Naturaleza. Hoy con la pandemia que estamos viviendo deberíamos reflexionar todos más profundamente y ver que es lo que hay que corregir en nuestro rumbo. Es cuando uno observa la sabiduría ancestral y encuentra las huellas indelebles del rumbo sostenible para la humanidad. Abrazo Javier Bello

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  • el 10 agosto, 2015 a las 3:54 am
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    Felicitaciones por tratar estos temas que son muy importante, soy docente en la ciudad de Sicuani-Canchis Cusco PERU y pertenezco a varias asociaciones de EDUCACION INTERCULTURAL BILINGUE,con la finalidad de valorar y recuperar nuestra identidad cultural que lo estábamos perdiendo. Tenemoa una gran mision empezando desde nosotros, los padres de familia y en especial nuestros alumnos que sepan valorar quienes eran nuestros antepasados y que no sientan verguenza de su cultura(idima danzas, comidas y etec).Estamos teniendo logros muy grandes si es posible pero con los hechos.
    Me gustaria saber mas de ustedes y seguir comunicandono.
    gracias
    CLOTILDE ARAOZ ENRIQUE
    SICUANI- CANCHIS CUSCO PERU

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