“Tucson” de Giant Giant Sand. Una ópera (country) rock

 

 

Por Kepa Arbizu.

Hace poco se conmemoraba el XXV aniversario del debut discográfico del grupo Giant Sand, principal, que no única, ocupación de Howe Gelb, uno de los encargados de utilizar la tradición del folk-country para impregnarle de su propia visión y que a pesar de tener algunas constantes claras no ha dudado en mezclarlo con todo tipo de tonalidades, del rock al gospel pasando incluso por el flamenco.

El subtítulo (“A country rock opera”) que acompaña al título de su nuevo trabajo “Tucson”, deja a las claras que estamos ante eso que se denomina un disco conceptual. Suele haber un par de características que aparecen casi siempre en obras con esta catalogación, que no son otras que  una temática o narración común que vertebra las canciones y una extensión relativamente considerable. Dos características que aparecen en este nuevo álbum de los norteamericanos.

Howe Gelb se ha embarcado en un proyecto de gran envergadura. No hay más que fijarse en el mero detalle de que ha tomado la decisión de duplicar la primera parte del nombre del grupo (Giant Giant Sand), un hecho que es debido a la incorporación masiva de músicos y colaboradores a la base de la banda. Al margen de ello hay que hacer referencia también a las 19 canciones, y su casi hora y diez de duración, que lo forman y al libreto-novela que explica cada canción dentro del contexto genérico, todo ello aderezado con ilustraciones del gallego Víctor Coyote.

Lo que “Tucson” propone es una narración no demasiado extraordinaria pero sí poco dada a fusionarse con la música y menos todavía con el country rock. Se trata de un hombre que en momento dado se monta en una bicicleta para huir de su vida, y sus respectivas rutinas, y adentrándose en el desierto decide vivir el presente con todo tipo de aventuras y donde se dará la mano lo onírico y lo real. A primera vista, una historia, con sus consiguiente iconografía,  que le va a las mis maravillas al grupo.

 La “banda sonora” de este universo literario, como es lógico, pide una cierta heterodoxia y diversas incursiones de sonoridades variadas. Aunque el country-folk desértico y profundo será el pilar musical, aparecerá casi siempre impregnado de diversas influencias . Así se puede ver en temas como “Wind Blown Waltz”, donde Gelb interpreta con gran profundidad y todo regado con un ambiente entre nostálgico y de ensoñación. “Lost Love” añadirá un tono mucho más fronterizo incorporando al sonido instrumentos como violines y acordeones. En “Plane of Existence” entra en acción un leve deje blues al servicio de un compás de nana que balancea con dulzura la melodía.

Las guitarras eléctricas tendrán también su espacio en composiciones como la compleja “Forever and a Day”, algo así como la carta de despedida de su antigua vida (“Good luck suckers.. I’m on my way”) donde el tono sureño se mezcla con las trompetas y los aires latinos; en “Undiscovered Country” el cantante se viste de crooner o en “Thing Like That”, por la que asoma la sombra de Johnny Cash. En todas ellas se pueden observar similitudes con bandas que han practica esta mixtura como son Los Lobos o Caléxico. El culmen de este tipo de sonidos llegará con la versión de “Carinito”.

La variedad musical de este disco no tiene fin, como lo constatan las jazzísticas, y auténticos alegatos optimistas o por lo menos al no desfallecimiento,  “Ready or Not” o “Not the End of the World”, en las que en ambas interviene con cálida voz Lonna Kelley. También nos podemos encontrar con la emocionante “Love Come Over You”, que desprende un sentimiento minimalista e íntimo que sumado a la forma de cantar de Gelb puede recordar incluso a Antony and the Johnsons, aunque con una  instrumentación mayor. A “The Sun Belongs to You” le sucede algo parecido pero en este caso en un contexto musical más crudo e incluso con ritmos flamencos, algo que también se deja de ver en la oscura “Hard Morning in a Soft Blur”. No hay que olvidar que aunque pueda sorprender el líder de esta banda ya ha colaborado recientemente con Raimundo Mador en el disco “Alegrías”. La parte más rotunda, aunque paradójicamente  la menos instrumentada, llega con el blues arrastrado y distorsionado, a la forma de Tom Waits, de “Mostly Wrong” y la continuación que encuentra en “New River”, que además sirve de epílogo y como casi siempre que aparece el término “río” contiene una gran carga metafórica, como atestiguan los versos (“The river here is ancient / but the waters are always new”). 

Probablemente no sea “Tucson” el mejor trabajo de Giant Sand (aunque indudablemente estará en posiciones de honor) pero sí con seguridad el más ambicioso. La música del grupo consigue envolver al oyente, cosa que se multiplica de forma exponencial si uno se sumerge en una historia que está complementada a la perfección con los variados estilos y que nos consigue poner en el mismo camino que el del protagonista, escapando de la vida rutinaria y aceptando el continuo viaje, con sus sinsabores, como única manera de sobrevivir.

Escucha  Tucson de Giant Giant Sand en Spotify

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