Yo siempre regreso a los pezones y al punto siete del Tractatus

Por Juan Laborda Barceló.

Yo siempre regreso a los pezones y al punto siete del Tractatus. Agustín Fernández Mallo, Editorial Alfaguara, 119 pags.

 

“Llegará un día en el que luz vuelva se la piel del mundo…”

 

Cuando un artista deconstruye su obra, bien sea pictórica, escultórica o literaria, existe la posibilidad de que el mensaje que habita  (o pretende habitar en ella) pierda claridad, matices o que se vuelva claramente indescifrable a los ojos del lector, lo cual no tiene porqué ser un valor negativo si esa obra consigue mover el sentimiento o invitar a la reflexión. Existe, sin embargo, otra posibilidad y es que de ese caos informe surja, en un nuevo orden de cosas, un lenguaje nuevo, revelador y emocional.

Todo este debate se ve superado en el texto de Agustín Fernández Mallo por la belleza plástica y formal que destilan sus creaciones. En este caso, nos ofrece fragmentos de prosa, tan bellamente elaborados, que se leen como poesía. Son destellos audaces cargados de melancolía y ruptura. En ellos se abre un nuevo y transgresor marco para los límites de la novela actual. La narratividad no está ordenada en esta historia de separación de una pareja, de viajes, de cambio, pero no es necesario. Su estructura es otra concesión a lo estético.

El título, así como el resto de la obra, nos ofrece una interesante combinación entre lo primigenio y lo elaborado de la filosofía. En ella se hacen referencias tanto al pensamiento de Cioran o Wittgenstein, como a las matemáticas. De forma intuitiva, el autor integra elegantemente elementos científicos y humanistas, generando un todo universal.

Resulta interesante que el texto se alimente a si mismo con reflexiones variadas, cargadas de profundidad que evolucionan desde una cálida tristeza hasta la superación. En ocasiones, incluso, da voz a personajes de lo más estrambóticos, como el monigote del W.C., haciendo de él una especie de voz de la conciencia. La originalidad, sin ser esperpéntica, es un valor en alza en nuestros días (tengamos en cuenta que se trata de una reedición, la primera vez que este texto vio la luz fue en 2001.)

Es una novela curiosa, esteticista, interesante, alejada de las más trilladas líneas editoriales y altamente recomendable. 

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