Árboles en el camino

Árboles en el camino de Régine Raymond-Gracía. Ilustraciones de Vanina Starkoff. OQO Editora, 2012. Cartoné, 36 pp., 25X23 cm. , 12.90€ .

 

Por José R. Cortés Criado.

 

 

Todos sabemos que cualquier niño pequeño puede perderse en cuanto suelta la mano protectora de un mayor y si está en territorio hostil suele pasarlo mal; en este cuento, el pequeño Karim se despista de su madre en el mercado y por más que mira en derredor, no logra verla, se angustia, llora pero la madre naturaleza protege al pequeño.

 

El niño se dirigió al árbol de la palabra, este le susurró que caminase hasta el abobad, en su camino llegó a un palmeral, también descansó bajo un mango, comió uno de sus frutos, vio animales, se protegió del sol y por fin llegó al baobab, donde mamá Khadija descansaba a menudo, pero no estaba; el árbol de dio uno de sus frutos, el llamado pan de mono, que está riquísimo para que la espera se le hiciese llevadera.

 

El pequeño habla con los árboles que lo orientan en su búsqueda y lo cobijan, además cuando el niño les pregunta si estarán allí cuando él sea mayor, la respuesta es sabia: “Si nadie me corta…” hasta que concluye diciéndole el secreto de todo el ecosistema: “Todo está en equilibrio… un equilibrio perfecto, ¡pero frágil!”

 

Régine Raymond-García escribió este libro después de viajar por Burkina Faso y descubrir la alegría de este pueblo y su forma inteligente de sacar provecho de la naturaleza.

 

La autora cita el llamado árbol de la palabra por que bajo él se reúnen los sabios para tomar acuerdos, se trata del árbol rojo, el Kaïcedrat; y el abobad porque es utilizado como lugar de reunión y es símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria, longevidad y su fruto tiene propiedades medicinales.

 

Ambos árboles forman parte de la vida y cultura africana y, tanto la escritora como la ilustradora les han dado gran protagonismo en esta historia, el que tiene entre sus habitantes.

 

La ilustradora utiliza con profusión el color para dar vida al relato, predominan los colores cálidos cuando el niño se siente seguro y feliz; los fríos, cuando se encuentra perdido.

 

Ha dotado los árboles de una apariencia real y un gran tamaño dando así constancia de su presencia en la naturaleza y de la pequeñez del protagonista ante ejemplares tan ancianos. También recrea manadas de animales que acompañan al protagonista en su búsqueda y nos transportan a Burkina Faso.

 

Como todo buen álbum ilustrado se pueden hacer varias lecturas, texto e imágenes al mismo tiempo o disfrutar del texto y de las imágenes por separado, todas estas lecturas serán igual de enriquecedoras.

 

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