Eufemismos y medios de comunicación

 

Por Redacción


 

Ayer, en el Curso sobre lengua española de la Universidad de Otoño del Colegio de Doctores y Licenciados, David Felipe Arranz intervino con la ponencia “Los cambios semánticos y su incidencia en los medios de comunicación”.

 

Madrid, 21 de septiembre de 2012.- ¿Cuántos de nosotros nos detenemos realmente a considerar el papel trascendente del lenguaje? Con esta pregunta abrió su intervención en la tarde de ayer el periodista y filólogo David Felipe Arranz, en la Universidad de Otoño del Colegio de Doctores y Licenciados, en la que recordaba la radical importancia del significado de las palabras. “¿Qué decirles a aquellos hablantes que afirman que tal o cual secuencia de palabras, cadena de significados… carece de importancia? Que es una falacia”, indicó en relación a las frecuentes retractaciones que se producen en situaciones cotidianas, en las que la gente se desdice de lo que acaba de decir. “No es del todo verdad el refrán de que ‘quien tiene boca se equivoca’: lo utilizan muchos a manera de cortina de humo que corren sobre sus pensamientos”.

 

Según Arranz, el lenguaje es la vida del hombre en cuanto hombre, “el distintivo más representativo del homo sapiens”, y resulta paradójico que el hablante no le preste más atención de la que debería. “Terminamos menospreciando las realidades a las que nos acostumbramos y el lenguaje es una de ellas”, algo que no debería ser así, pues “el lenguaje, al igual que la ropa y los complementos, también nos viste: es nuestra seña de identidad más tangible, objetiviza nuestro pensamiento y no nos engañaría tanto si le prestáramos más atención, como a la vivienda, los alimentos o el coche”. Comentó el punto de vista de Umberto Eco, cuando afirma en su Tratado de semiótica general (1976) que el problema del contenido de las palabras ha permanecido sin ser explorado hasta que la semántica estructural se propuso la ambiciosa tarea de elaborar un sistema de la forma que adopta el contenido.

 

Otros de los autores citados por Arranz –Stephen Ullmann, Algirdas Greimas, Tzvetan Todorov, Pierre Guiraud, John Lyons y Jerrold J. Katz– demostraron que los significados de las palabras se organizaban en subsistemas, campos y ejes semánticos: “las palabras son como las grandes empresas: se reúnen por asociados según vayan creciendo esas corporaciones de significados; como sucede también con las cerezas, que sacas un par del cesto y te llevas con ellas otras seis”. Así, una palabra es capaz de evocar secuencias de otras palabras por analogía fónica, clasificación cultural o combinación de morfemas con un mismo lexema radical. “La vida de una palabra depende de que otra no invada sus límites de significado y la fagocite, haciéndola desaparecer: la muerte de una palabra es una tragedia, porque con ella se va todo un universo semántico”. Los campos semánticos dan forma a las unidades de una cultura determinada y constituyen una organización o visión del mundo: “lo decía Foucault en Las palabras y las cosas, que la segmentación que hacemos del universo le corresponde en realidad a la episteme de las palabras de las diferentes épocas”.

 

“Es más fácil ponernos de acuerdo con el campo semántico de la palabra ‘vaca’ o ‘perro’ que de ‘amor’, ‘verdad’, ‘bondad’, ‘bien’ o ‘mal’, pues no todos los hablantes coinciden en el concepto que se asocia a ellas”, añadió. Las palabras actúan como unidades culturales. En esa línea se mostró partidario de la hipótesis de Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf, según la cual no sólo el repertorio léxico, sino la propia estructura sintáctica de una lengua determinan una visión del mundo propia de una civilización. “En cada cultura coexisten campos semánticos organizados: en la nuestra, los que crean los medios de comunicación nos determinan” y ofrecen una interpretación del mundo marcada por el cambio semántico y el eufemismo. Así, citó varios ejemplos de eufemismos corrientes y lanzó un mensaje a la RAE para que renueve la definición de eufemismo que trae el diccionario –“Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura y malsonante”– añadiendo una que haga alusión al enmascaramiento de la realidad. Entre los eufemismos mediáticos comentó “limpieza étnica” por “genocidio”, “incursión aérea” o “salida de aviones” por “bombardeo”, “arma biológica avanzada” por “bomba química”, “reajuste de precios” por “subida de precios” o “flexibilidad de la plantilla” por “despido”. El problema surge cuando el ciudadano incorpora estos eufemismos, que Arranz calificó de “manipulación pura y dura”, a su habla cotidiana y “ahí es donde los periodistas tenemos una responsabilidad ética y un compromiso con el ciudadano: filtrar los eufemismos que los gabinetes de comunicación de la Administración y las grandes corporaciones hacen llegar a las redacciones y contar la verdad, con las palabras apropiadas”.

 

Además del decano del Colegio de Doctores y Licenciados, Roberto Salmerón, y el coordinador de los cursos, Fernando Carratalá, asistieron numerosos amigos y compañeros del mundo docente y periodístico, como la poeta y abogada Myriam de Benito; el profesor y escritor Jesús Blanco; la profesora de la Université de Pau et des Pays de l’Adour Bénédicte de Buron-Brun, el fotógrafo Ángel Hidalgo, el actor Emilio Linder, el periodista Miguel Pato, el cineasta y escritor Raúl Peña, el director de Iberarte, Guillermo Pescador; el escritor Enrique Revuelta, la productora Isabel Roba; la profesora de la Universidad Carlos III María Luengo; el magistrado José Menéndez, y miembros del equipo del programa “El Marcapáginas” que Arranz dirige en Radio Inter: Marina Casado, Ana de Gracia, Mónica González Aguado y Mónica de la Maza.

La Universidad de Otoño se ha convertido en uno de los principales puntos de referencia de la formación continua del profesorado en la Comunidad de Madrid. Un año más,  las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense, acogen los cursos programados en torno a diferentes áreas y que están destinados a ayudar a los profesionales de la educación en su formación continua. Cuenta ya con treinta y dos ediciones.

 

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