[Sitges 2012] Crónica 4: El fin del mundo desde una limusina

Por Arnau Palou

La jornada de este martes en la 45ª edición del Festival de Sitges estaba cargada de grandes obras cinematográficas. ‘Cosmopolis’, que se estrena hoy en los cines de España, era una de las más esperadas. La última película de David Cronenberg, artista habitual en Sitges, aprovecha el talento novelesco de Don Delillo y saca lo mejor de Robert Pattison para contar una historia catastrófica, de un futuro apocalíptico no muy lejano. Otros actores del reparto son Sarah Gadon (Elsie), Paul Giamatti (Benno Levin), Kevin Durand (Torval), Juliette Binoche (Didi Fancher). La música es obra de Howard Shore y la fotografia de Peter Suschitzky. El director vuelve a mostar su don en adaptar textos para la gran pantalla. Lo demostró con ‘Crash’ ( 1996) y ‘Spider’ ( 1983), lo repite con este film

Cartel de la película ‘Cosmopolis’ © 2012 Alfama Films

Se trata de un drama de fantasía, con dosis de aventura, protagonizada por un joven millonario que viaja en limousine en busca de su peluquería. Eric Packer tiene 28 años. Domina el mundo de las finanzas, es arrogantemente rico. Se nos presenta un personaje atractivo, directo e inteligente y a la vez déspota, neoconservador y psicópata. Líder en Kramaticas, concepto griego para designar el arte de hacer dinero. Un apunte de guión, rescatado de la novela.

Robert Pattinson rompe con la etiqueta de astro teen, y se mete en la piel del protagonista imaginado por DeLillo. Consigue trasmitir la caracterización del personaje.

Caprichoso, decide cruzar la ciudad de Nova York, colapsada de manifestaciones anti sistema, para cortarse el pelo. Así empieza la acción. Esa escena cotidiana se convertirá en un viaje hacia el final de su imperio. El sistema capitalista toca a su fin, el dinero pierde cualidad narrativa. En ese caos urbano “un hombre puede ascender con una palabra y caer con una silaba”. Él cae. Es la historia de una caída, dentro de otra caída.

Los actos más sorprendentes ocurren en una limousine, donde el protagonista se aísla del mundo, mientras ese se derrumbe. Fuera del coche gobierna el caos, las revueltas sociales ponen en peligro el protagonista en más de una ocasión. Hay plaga de ratas por la ciudad. Dentro el coche, se crea un universo paralelo. Se desatan las conversaciones más ácidas y visionarias del film. El protagonista practica sexo, hace negocios y revisiones de próstata sin salir de su vehículo. Se habla de teoría económica y de arte. Didi Fancher (Juliette Binoche), una amante muy sensual, le pregunta a Erick por que invierte en Arte. Este responde: “el talento es más erótico cuando se desprecia”.

Eric consigue empatizar con el público. La fuerza antagonista con la que lucha, el final del dinero, le da interés y atracción al protagonista. Y más en los tiempos de hoy en día. El declive de su fortuna personal y del imperio capitalista provoca compasión entre los espectadores. Con el paso del día, el caos se adueña del ambiente y él asiste impotente al hundimiento de su imperio. Además, sabe que quieren asesinarlo.

En este momento del relato destaca un incidente incitador. Aparece un anti sistema por sorpresa y le tira un pastel a la cara del protagonista, cuando éste sale de su coche. Aquí, el conflicto interno personal y el extra personal quedan evidentes; Eric tiene que reaccionar ante tal situación. Su reacción es negativa. La historia se decanta hacia un final trágico.

Fotograma ‘Cosmpolis’ © 2012 Alfama Film

Hay un punto de giro en el relato y en el personaje. De rico pedante, y aislado del mundo, pasa a ser un escéptico temerario. Cambia el equilibrio de fuerzas de su vida, aparece un punto de inflexión en la narración.

En la segunda parte de la trama, vemos la caída del protagonista y de su reino. Empieza a tener miedo, se muestra débil ante el mundo. Atacan otra vez su limousine, esta vez con pinturas. Se queda sin guardaespaldas, sin mujer ni dinero. Se adapta al mundo, es un arruinado dentro un mundo en ruinas. “A rat become the unit currency”. Con esta cita de Zbigniew Herbert empieza la obra. El director tenía claro como terminaría.

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