Fernando Pessoa: «La esclavitud humana»

 1– «Del nacimiento a la muerte, el hombre vive esclavo de la misma exterioridad de sí mismo que tienen los animales. A lo largo de su vida no vive, sino que vegeta en un grado mayor y con una mayor complejidad. Se guía por normas que no sabe que existen ni sabe que por ellas se guía, y sus ideas, sus sentimientos, sus actos, son todos inconscientes- no porque en ellos falte la conciencia, sino porque en ellos no hay dos conciencias.

Vislumbres de tener una ilusión- eso, y no más, es lo que posee el más grande de los hombres.

Sigo, con pensamiento divagador, la historia vulgar de las vidas vulgares. Veo cómo en todos son siervos del temperamento subconsciente, de las circunstancias externas ajenas, de los impulsos de convivencia y desencuentro que en él, por él y con él entrechocan como casi ninguna cosa.

Cuántas veces les he oído decir la misma frase que simboliza todo el absurdo, toda la nada, toda la inconsciencia enunciada de sus vidas. Es aquella frase que usan a propósito de cualquier placer material: «es lo que uno se lleva de esta vida». ¿Se lleva dónde? ¿Se lleva adónde? ¿Se lleva para qué? Sería  triste despertarlos de la sombra con una pregunta como esta…Así habla un materialista, porque todo hombre que así habla es, aunque sea subconscientemente, materialista. ¿Qué es lo que piensa llevarse de la vida, y de qué modo? (…)

No conozco frase más trágica ni más plenamente reveladora de la humanidad humana. Así hablarían las plantas si pudieran saber que gozan del sol. Así dirían de sus placeres sonámbulos los bichos inferiores al hombre tratando de expresarse a sí mismos. Y quién sabe si yo mismo, que digo esto, al escribir estas palabras con una vaga impresión de que tal vez perdurarán, no pienso también que la memoria de haberlas escrito es lo que me llevaré de esta vida

 2 «Unos y otros- hombres y animales– son lanzados inconscientemente a través de las cosas y del mundo; unos y otros se entretienen con pausas; unos y otros recorren diariamente el mismo camino orgánico; unos y otros no piensan más allá de lo que piensan, ni viven más allá de lo que viven. El gato se revuelca al sol y allí duerme. El hombre se revuelca en la vida, con toda sus complejidades, y allí duerme. Ni uno ni otro se libra de la ley fatal de ser como es

 3 – «La esclavitud es la ley de la vida, y no existe otra ley, porque esta ha de cumplirse, sin revuelta posible ni refugio que descubrir. Unos nacen esclavos, otros se hacen esclavos, y a otros la esclavitud les es impuesta. El amor cobarde que todos tenemos a la libertad -que, de tenerla, la extrañaríamos como cosa nueva repudiándola- es la verdadera señal de la tragedia de nuestra esclavitud. Yo mismo, (…) que desearía la barraca o la cueva donde me hallase libre de la monotonía de todo, que no es sino la monotonía de mí mismo, ¿me atrevería a irme a esa barraca o cueva, sabiendo, por vía de conocimiento, que, ya que la monotonía es de mí mismo, habría de tenerla siempre conmigo? Yo mismo, que me ahogo donde estoy y por estar,  ¿dónde respiraría mejor, si la enfermedad reside en mis pulmones y no en las cosas que me rodean?»

(Fuente: Libro del desasosiego, Ed. Acantilado)

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