“Fuente”, una de las obras de arte más influyentes del siglo XX

Realmente, la obra “Fuente” del dadaísta Duchamp no se expuso nunca como tal, en ningún lugar, ni siquiera en el Salón de los Independientes de 1917, que era el lugar al que fue enviado para su exposición.

            En plena revolución  dadaísta en Europa, en New York, al otro lado del Océano Atlántico, varios artistas, entre ellos Duchamp y ManRay, jugaban y generaban obras de arte donde la burla de todo lo establecido hasta entonces era el principal ingrediente, así como la provocación como estandarte y camino.  En esos conclaves de arte, de borrachera etílica y narcisista, su principal idea o imagen o filosofía, era que el arte como arte no debía albergar ningún parámetro o criterio que pudiera indicar, esquematizar o desestimar a cualquier obra, fuera o no fuera arte.  Nadie, ni jueces o académicos, debían encarcelar la libertad como expresión artística de la propia originalidad o vertiente a la que se dirija el artista.  En esas tertulias donde el dadaísmo debatía esa corriente y sentido de su expresión artística, y la manera en que comprendían y deseaban dar a conocer sus criterios de libertad, poco a poco, fueron forjando la posibilidad de una exhibición artística, y los detalles, características y reglas que la marcarían. 

            En principio y en función de la manera que regía su sermón artístico, decidieron que no habría ni jurados ni premios.  Otra curiosa y  sustancial norma era que todo aquel que abonara cinco dólares anuales, y añadiera uno más a modo de asignación para ser admitido, tendría la posibilidad de exponer al menos dos obras en la exposición.  Daría igual el formato de la misma.  Solo el artista decide lo que es arte, nadie más, por eso la exclusión de un jurado.

            Duchamp, provocador y dadaísta, a quién muchos artistas de su tiempo y también generaciones posteriores observaron en él y en su actitud, el más alto nivel de libertad absoluta, tuvo la original idea de presentar una obra en el Salón de Los Independientes, pero con otro nombre, R. Mutt (aunque todos sabían que era él).  Lo hizo dentro de las normas y consignas que todos ellos, entre los que se encontraban vanguardistas y anarquistas,  habían ideado y organizado para respetar la libertad como exponente de la propia obra.  Y sin embargo, nunca se expuso, y aún si, no solo provocó las dudas, el asombro y las continuas preguntas sin una concluyente respuesta que las apaciguara, sino que inspiró a muchos otros artistas de su época y de toda la mitad del siglo XX.  La confusión revolucionaria que con ello trajo Duchamp, quién tiempo después acabaría aburrido del arte, generó tal vacío y desatino que hasta hoy en día, en muchas galerías aún ronda el fantasma de la libertad absoluta duchampiana.

            “La Fuente”, fue parte del provocador  sentido artístico de Duchamp, y de una incómoda broma hacía el mundo del arte, en base a sus propios limites para forjar sus obras.  Simplemente, adquirió un orinal, lo llamó “Fuente”, y lo presentó en El Salón de los Independientes bajo el pseudónimo de R. Mutt.

           

                                                           Escritor Andrés Expósito

                                                           www.andresexposito.es

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