Hatfield & McMCoys, hasta el Canal de Historia de USA hace series de calidad

 

Por Gerard Altés

 

 

 Hasta ahora, para la mayoría de estadounidenses contemporáneos, el título de esta serie que ha emitido el canal de Historia de la televisión americana simbolizaba sólo un antiguo dicho popular, usado cuando se vislumbraba un conflicto de difícil solución y que tendía a acabar mal… “This will end like the Hatfield & McCoys”.  Ahora, después de esta histórica emisión de los tres capítulos que conforman esta superproducción -con récord de audiencia incluido para un estreno de la televisión por cable (13,8 millones de espectadores)-, este testimonio vuelve a formar parte del imaginario colectivo, equiparable al seguimiento que llegó a hacer el New York Times de este enfrentamiento  de clanes familiares, y que tuvo en vilo a los Estados de Virginia Occidental y Kentucky.

 

Hatfield & McCoys  tiene todos los componentes del cine clásico y épico, pero contando con el poder narrativo que ha catapultado el formato de serie televisiva en la última década: personajes con dobles, o triples caras; escenas de alto poder evocativo, donde no todas las cartas están encima de la mesa del saloon… Antes era Tony Soprano, recostado en su caro sillón, quien tenía obsesión por los documentales del  History Channel;  ahora, con el auge de la ficción televisa, hasta este canal divulgativo se atreve a retarle.  

 

Entre el 28 y el 30 de mayo de este año, y de forma consecutiva, millones de espectadores estadounidenses siguieron, durante las seis horas de emisión, esta cosecha de rencillas entre las famílias McCoy y Hatfield a lo largo de cuatro décadas. A los que os suméis, cabalgaremos por una senda que da comienzo en las postrimerías de la Guerra Civil, cuando los dos patriarcas, Anse Hatflied (Kevin Coster) y Randall McCoy (Bill Paxton), coinciden luchando a la heroica, dentro del ejército confederado ya en retirada. Por lo que se nos muestra en las primeras escenas, el grado de camaradería entre ambos parece incluso ir más allá de lo que supone formar parte de la misma compañía. Pero cuando la guerra termina, y los dos consiguen llegar a sus casas, al lado de sus respectivas familias, todo comienza a desmoronarse, sobre todo por parte delos miembros que no compartieron trinchera.

 

El conflicto ya es inevitable, y convierte toda el área en un polvorín, en un momento en que el músculo de la ley sigue siendo demasiado tísico, para hacer frente a la tradición de Mr. Winchester y de Mr. Revólver; eso sí, al tratarse más de un “Eastern” que de un “Western”, todas las acciones están rodeadas por la maltrecha “voluntad de Dios”. La ley pesaba mucho menos que la testaruda dignidad y el honor baldío. Los dos patriarcas, aunque parezca que controlan el tempo del conflicto, se ven forzados casi en exclusividad a ir apagando los fuegos de los excesos y las desventuras de sus secuaces.

 

Hatfield and McCoys goza de un elenco de actores verdaderamente formidable: un Kevin Costner entregado, un Bill Paxton (Big Love) certero y sabiéndose desdibujar poco a poco, un Tom Berenger extraordinario, y un grupo de talentosos jóvenes que saben esgrimir sus opciones de hacerse un hueco. El guion también se maneja bien en las distancias cortas, y no suele fallar una bala, sobre todo con la presencia de Ted Mann, uno de los hombres fuertes de la mítica serie Deadwood (HBO 2004-2006).

 

 

 

 

 

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