Corpografía. El cuerpo en la fotografía contemporánea

 

Corpografía. El cuerpo en la fotografía contemporánea. Llorenç Raich Muñoz. Casimiro libros. Ilustraciones b/n. 

 

I. Del desnudo al cuerpo

 

El desnudo y la belleza

Kalós, en griego antiguo (llamar, atraer para sí); pulchrum, en latín; bellum, desde el Renacimiento: diferentes denominaciones para definir un concepto, la belleza, que carece de un percibir común pero que posee la comprensión general de su sentido -cubrir la necesidad del ser humano sensible- y de su sentir -armonía, serenidad, reconciliación, espiritualidad, sosiego, contemplación…-.

En una parte de la Historia del Arte occidental se ha representado el ideal de la belleza a través del desnudo. Un desnudo que trasciende lo material -cuerpo- para enlazarse con el sentido de la belleza -alma-. Cuerpo y alma, dos principios de una misma unidad, la de ser humano, que el pensamiento platónico divide en dos espacios opuestos e irreconciliables: un cuerpo visible y terrenal que se ha de mantener para alcanzar el equilibrio, es lo antagónico de un alma invisible, libre de ataduras, que nos acerca a la divinidad. Que sea el cuerpo humano con todos sus órganos, secreciones, debilidades y caducidad biológica el que se vincule con la belleza comporta la necesidad de separar la sensación de la razón. Si el alma existe por la forma sustancial del cuerpo, la eterna ambición del artista es liberarse de él a través de la creación. 

 

Los principios de un fin

Cuando se conoce el proceder histórico del lenguaje de cualquier medio de expresión se deduce que no se puede utilizar el término «transgresión» porque todo es evolutivo. Trabajar en una nueva dirección surge por la necesidad sincera de un creador y nunca de un intento vano de provocación. 

Sin una intención de exclusividad, se exponen a continuación una serie de periodos y artistas que, en la Historia, han sido significativos en la evolución del desnudo hacia el cuerpo como tema del Arte. 

 

Antigua clásica

Todas las culturas, inclusive la más remotas en el tiempo, han demostrado una sensibilidad creadora hacia la belleza. En la antigüedad clásica es donde, además, aparece la belleza como concepto. Para los griegos, las sensaciones que suscitan los sentidos pueden ser confusas y no transmiten la verdad. La verdad sólo puede surgir del pensamiento, y una de sus manifestaciones de la belleza. Su adaptación artística parte del principio de la «mimesis» de la naturaleza como fin representada a través de la «Gran Teoría»: la belleza como proporción entre las partes y el todo. Si, como afirmó Georg Wilhelm Hegel (1770-1831), no se puede entender la aportación de la cultura clásica sin el «punto de vista» de la Escultura 1, y esa Escultura se basa en la representación de la divinidad a partir del ser humano desnudo, tenemos la referencia que asienta la base a desarrollar. La belleza del desnudo queda, así, asociada con la perfección. El kánon se erige como sistema para representar la figura dentro de una proporción armónica y, por consiguiente, se representa un cuerpo humano idealizado. 2

 

Renacimiento, Manierismo y Barroco

En el Renacimiento -y después de una moral que en la Edad Media impide su continuidad- se recupera el desnudo en toda su excelencia y, con él, una belleza de inusitada sensualidad. De nuevo, se da curso al kánon como sistema para seguir representando la figura humana según la perfección de la «Gran Teoría».

Apuntemos las «Proporciones y movimientos del cuerpo humano» que describe Leonardo da Vinci (1452-1519) en su Parangón, un capítulo que parte del tratado De  Architectura del arquitecto romano Marco Vitruvio Polión (siglo I a.C), según un principio de base: el edificio ha de tener la misma proporción que el cuerpo humano. 3 El resultado es un icono universal: El hombre Vitruviano (c.1857). Una pauta de representación que empieza a generar, en algunos artistas, la búsqueda de una alternativa formal que tiene dos referentes de excepción: 

Albrecht Dürer (Durero) (1471-1528): un primer punto de inflexión en relación al Kánon. Aparte de su faceta como pintor, desde 1507 hasta su muerte estuvo inmerso en un estudio completo, y a la vez complejo -casi obsesivo-, que se publicó póstumamente en 1528 bajo el título Cuatro libros sobre las proporciones humanas. 4 En este tratado Durero, intentó buscar los diferentes tipos de belleza en oposición al principio clásico  del ideal único. Durante ese proceso de estudio y búsqueda, Durero llegó a la siguiente conclusión: «No existe un hombre en la tierra capaz de emitir un juicio definitivo sobre cuál es la forma más bella del hombre, eso sólo lo sabe Dios…». 5 En una posible interpretación, se podría argumentar que Durero dedujo que todo cuerpo humano, al ser creación divina, contiene en sí mismo armonía y perfección y la expresión de una belleza única e irrepetible. 

Vincenzo Danti (1547-1580) mantiene el principio de «orden y medida» en relación a la belleza pero, entre otros conceptos fundamentales de su teoría del arte, resalta que existe una «parte occulta de belleza corporale«. 6 Una cierta imperfección que no requiere de una perfecta proporción pero que contiene la grazia: belleza oculta que el artista puede llegar a captar mediante su arte y observación. Para unos la grazia es la belleza misma y para otros un principio de la belleza opuesto al de la perfección. 

 

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